Pasado el mediodía del 15 de julio de 2023, las campanas de la Catedral de Ávila tocaban a júbilo: la diócesis tenía un nuevo obispo. Ahora, un año después, hemos querido entrevistar a Monseñor Jesús Rico García, en un programa especial de “El Espejo de Ávila” (Cadena COPE) para que nos contara cómo ha sido su primer año como Pastor abulense.
Un año que define, en su conjunto, como “una etapa muy positiva, en diversos aspectos. Tanto a nivel humano como a nivel pastoral”. Una etapa nueva para él (recordamos que fue ordenado obispo ese mismo día), en sus 45 años de ministerio sacerdotal, pero a la vez “muy enriquecedora”. “Uno se da cuenta de las dificultades que hay en ciertas cuestiones que parecen simples, pero no lo son tanto”, explica, por lo que ha aplicado la máxima de uno de sus profesores: “el secreto de la pastoral consiste en tener constancia y paciencia”.
El cambio ha sido notable. En Roma se dedicaba a la formación y el acompañamiento de sacerdotes, “estar pendiente de sus problemas de sus cosas. Y aquí es una pastoral mucho más de a pie, mucho más directa“. Si embargo, asegura que no ha tenido “ningún problema en acomodarme a la ciudad y a la provincia de Ávila”.
Eso sí, confiesa que, al principio, lo que más le ha costado ha sido la soledad, “porque estaba acostumbrado a vivir siempre en equipo con otros sacerdotes desde que me ordené sacerdote hasta que llegué a Ávila”. Pero la clave está en haber sabido aprovechar esa soledad, que no se puede confundir con solitariedad, con estar o sentirse solo (que no ha sido el caso). “Todos tenemos que asumir la parte de soledad que llevamos en nuestra vocación, y es un elemento que nos ayuda a profundizar en lo que tenemos entre manos”.
Un año de escucha y relación
No ha podido visitar todos los pueblos de la diócesis, pero sí un gran número de ellos, sobre todo a través de las confirmaciones, “que es un modo también de visitar las comunidades. Este año he tenido unas 30 confirmaciones, 5 de ellas en la capital y el resto en los pueblos”. Junto a ello, su principal interés ha sido escuchar, estar atento a lo que las gentes de nuestras parroquias le transmitían. “La primera etapa ha sido visitar los distintos arciprestazgos, reunirme con los sacerdotes, ver sus necesidades, y ver cómo están las unidades pastorales. Ha sido un año fundamentalmente de escucha y de relación”.
Cuando se anunció su nombramiento, afirmó que la diócesis llevaba ya un camino marcado desde hace siglos y que quería introducirse en él. Algo que, afirma, ha sido sencillo gracias a los colaboradores más cercanos, “porque me han ayudado mucho a conocer, han sido como mis guardaespaldas, estando al tanto de los problemas”. Asimismo agradece la cercanía de los sacerdotes, de los movimientos de laicos, que ha facilitado su integración en la diócesis.
Un abulense más
Y es que Mons. Rico se siente ya un abulense más. “El trato con la gente ha sido muy bueno y muy cercano”, afirma. Nos cuenta que cada día suele dar un paseo por la ciudad, para terminar en la capilla de adoración perpetua, “y la gente saluda, y es muy atenta conmigo, siempre me preguntan. Es una de las ventajas de estas diócesis pequeñas: su clima humano”. Algo que propicia que “no se sienta funcionario, sino pastor y cercano a la gente”.
Una cercanía que se extiende también a los representantes de las instituciones civiles, con quienes mantiene un trato “muy cordial, una relación cercana”. Recuerda, asimismo, que la Iglesia no debe perder ese rumbo fijado desde la Transición de fomentar y mantener un trato habitual y cercano con las instituciones civiles, con “absoluta colaboración”, pero también con “respeto mutuo” a los fines y la independencia de cada una de ellas.
Debilidades y fortalezas de la diócesis
Aunque es castellano de nacimiento, el haber estado muchos años fuera (primero en México y después en Roma) ha hecho que una de las cosas que más le ha llamado la atención de la sociedad abulense es su integración en la llamada “España vaciada”, algo que considera “nos está afectando a todos los niveles, no sólo económicos, sino también pastorales”.
Pero, valorando en sí la diócesis, algo que a Don Jesús le ha llamado la atención “muy positivamente”, y lo califica como uno de los puntos fuertes de la Iglesia abulense, es “un clero muy ahormado. No he visto diferencias que supongan ninguna escisión pastoral. Sí es verdad, y hay que reconocerlo, que hay sensibilidades muy distintas, y esto puede jugar a favor, porque enriquecen. Pero también pueden jugar en contra, porque pueden también separar”.
Otra de las cuestiones que le ha sorprendido es “ver cómo sacerdotes muy mayores, que pensaba que estarían ya jubilados, siguen haciendo su labor pastoral, complementaria, ayudando a otros muchos sacerdotes, yendo a pueblos a celebrar”.
Entre las fortalezas de la diócesis destaca, asimismo, el servicio “cualitativo” de la Universidad Católica. “Son más de 1000 alumnos presenciales, y esto, no cabe duda, tiene su peso.
La importancia de los laicos en la pastoral
Varias veces, durante este primer año, ha hablado de la necesidad de una reflexión profunda sobre la atención pastoral en nuestra diócesis, en base a esos problemas que señalaba antes derivados de la “España Vaciada” (poca y dispersa población, eminentemente rural, y con sacerdotes cada vez más mayores). “Están ya hechas las unidades pastorales desde el punto de vista de la demarcación geográfica. Falta ahora repensar bien y seleccionar laicos que puedan ayudar a los sacerdotes en esa atención pastoral. No se trata de buscar sacristanes, sino agentes de acompañamiento en la pastoral. Tenemos que ir dando estos pasos, ver en cada zona quiénes son los más adecuados, seleccionarlos y ofrecerles una formación seria para que puedan prestar después un servicio de calidad”.
Próximo plan diocesano de pastoral
Esto se enmarcará, desde luego, en el nuevo Plan diocesano de Pastoral, que se ha de poner en marcha en los próximos meses, y que en esta ocasión va a ser de carácter trienal. “2025 es un Año Santo en toda la Iglesia universal, con el tema de fondo de la esperanza. Por eso, hablando con el Vicario de Pastoral, hemos pensado que podríamos escoger para este trienio las Virtudes Teologales, que es lo que da identidad a nuestro ser cristiano: la fe, la esperanza y la caridad. Empezaríamos por la esperanza para coincidir con ese Año Santo. Pero en definitiva esos tres ejes serán los que amparen y den cobertura a todo lo que se haga en estos tres años en la diócesis”.
La falta de vocaciones
Afirma que él, como obispo, es el “máximo responsable” de las vocaciones. Pero va aún más allá: “yo diría que es una responsabilidad de toda la comunidad cristiabna. Todos estamos comprometidos a ello con nuestra palabra, con nuestra acción, con nuestro acompañamiento, para que la Iglesia tenga los sacerdotes que necesita. No es cosa de curas, no es cosa de monjas, sino de toda la comunidad cristiana, que tiene que estar sensibilizada de su responsabilidad en el tema de las vocaciones”.
“Hay que empezar por la vocación laical”, señala. “Un maestro que teníamos hace años, nos preguntaba cuál es la mejor vocación. Y la gente empezaba a decir la vocación religiosa, la vocación sacerdotal, … Y él decía: ‘todas las vocaciones son las mejores’. Lo importante es que cada uno pueda descubrir su identidad y vivir esa identidad. La vocación es llamada, pero no es llamada para realizarlo nosotros, sino que es llamada para la misión”.
El futuro del seminario
El haber estado muy pendiente de la formación de los sacerdotes en su etapa en Roma ha hecho que el Seminario se convierta para nuestro Obispo en un foco de especial atención. “Me he encontrado un Seminario muy bien estructurado. Sabemos que la revisión hecha por los visitadores de la Santa Sede ha sido positiva. En estos momentos, es un Seminario abierto a otras diócesis. Está ubicado en Salamanca, pero en él hay dos diócesis extremeñas (Badajoz y Plasencia), Salamanca, Segovia, Zamora … y nuestros 5 seminaristas de Ávila”. Una situación que, como señala, fue valorada por esa visita de Roma, sobre cuyas conclusiones habla también Mons. Rico: “no se trata de cambios por cambios, sino que, si el Seminario está funcionando, seguir profundizando para que se siga prestando un servicio adecuado de equipamiento a los que después serán sacerdotes, que es su misión fundamental, y que les sirva para después ir introduciéndose en el presbiterio y, desde ahí, seguir creciendo”.
Por tanto, Mons. Rico afirma sin duda que el futuro del Seminario de Ávila, a corto y medio plazo, es positivo: “y parece que pueda ser también la referencia para el futuro. Se está estudiando ahora toda la reubicación de los seminarios. Ya hay algunas diócesis que se han unido y se está caminando hacia seminarios regionales, precisamente para dar fortaleza a la formación. Todo indica que, en ese sentido, el Seminario de Ávila va a ser referente y puede ser el centro de acogida, posiblemente, de Castilla”.
Planes de verano
¿Y cómo va a pasar el verano el obispo de Ávila? Haciendo de cura rural, en lo que él mismo califica como “el mejor contexto que tengo para descansar”. En unos días se irá a su pueblo, en la provincia de Valladolid, donde “el cura se va, y me deja las llaves, y quedaré de cura de pueblo”.
Escucha aquí la entrevista completa:
(entrevista realizada por Auxi Rueda, Directora de Comunicación de la Diócesis)