Mons. Jesús Rico ya es obispo de Ávila

Marcaba el reloj las 12:24, cuando las campanas de la Catedral del Salvador repicaban llenas de júbilo. Era la señal fehaciente de que la diócesis contaba ya con un nuevo Pastor. Mons. Rico García se sentaba en esos instantes en la Cátedra del presbiterio, tomando posesión en ese instante como Obispo de Ávila.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo G. de Vega / Diócesis de Ávila)

GALERÍA DE IMÁGENES DEL BESAMANOS (fotos: Gonzalo G. de Vega / Diócesis de Ávila)

RETRANSMISIÓN DE LA CELEBRACIÓN A TRAVÉS DE TRECE TV

La celebración comenzaba dos horas antes, con la llegada al templo del nuevo obispo, acompañado del Nuncio de su Santidad en España, del, hasta hoy, Administrador Diocesano de Ávila, así como dos Cardenales (Mons. Blázquez y Mons. Rouco Varela). A las puertas de la Catedral le esperaban para saludarle los representantes de las instituciones civiles abulenses. También el Cabildo, que le daba la bienvenida oficialmente. Don Jesús Rico entraba en el templo y, tras bendecirlo y besar un crucifijo, se dirigía a la capilla de San Segundo para tener unos instantes de oración.

Mientras, los numerosos fieles que llenaban las distintas naves de la Catedral (en torno a 600) tomaban debidamente su asiento. Y, con puntualidad, a las 11 horas comenzaba la ordenación episcopal.

Primeras palabras en esos momentos las pronunciadas por el Nuncio de Su Santidad. Mons. Bernardito Aúza mostró su gratitud por la labor realizada por el anterior obispo de Ávila, Mons. José María Gil Tamayo, y también por Jesús García Burillo por su “entrega y dedicación” a la diócesis durante 15 años, y por su disponibilidad ahora como Administrador Diocesano. Al nuevo obispo le deseó que su pastoreo sea una bendición más para la Iglesia en Ávila.

También intervenía Mons. García Burillo para darle la bienvenida y ponerse, él y toda la diócesis, a su disposición.

“El obispo mira con amor a las personas confiadas a su cuidado”

Tras la lectura por parte del Canciller de las Letras Apostólicas, el Cardenal Blázquez comenzaba su homilía, con palabras cariñosas para el aún obispo electo de Ávila, de quien recordó cómo se conocieron en la Universidad Pontificia de Salamanca, siendo profesor y alumno, respectivamente.

Presentación de las Letras Apostólicas por el Vicario General de la Diócesis

“Jesucristo te ha elegido libremente porque quiso y porque te ha amado para que estés con Él y para enviarte a proclamar el Evangelio con las palabras, las obras y la vida entera”, le recordaba D. Ricardo, quien ha dedicado también su homilía a glosar la espiritualidad de los grandes santos abulenses (Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y San Pedro Bautista). De la Santa de Ávila destacaba su capacidad para un magisterio de orden espiritual. Ella, en virtud de la profunda experiencia cristiana y mística, es maestra en la Iglesia. Ha recibido una palabra para nuestra edificación. Sus admirables escritos continúan ejerciendo un magisterio que nos ilumina. ¡Que ninguna palabra, eco de la Palabra de Dios, sea desoída, silenciada, ni excluida!”.

“La ordenación del obispo de Ávila [proseguía el Cardenal], donde nació y vivió Santa Teresa de Jesús, que respetó y acató el magisterio de los obispos, que buscó el consejo de “espirituales y letrados” y, que fue enriquecida con un magisterio espiritual reconocido por el Papa, es una preciosa oportunidad para acoger la Palabra de Dios que nos llega por los cauces que el Señor ha abierto en la Iglesia”.

Preciosas también las palabras de Don Ricardo sobre el ministerio de los obispos, “un servicio a los demás que debe ser cumplido servicialmente, como nos enseñó Jesús lavando los pies a sus discípulos. El obispo debe hacer de su vida una dedicación laboriosa y diligente, impregnada de afecto, a tiempo y a destiempo, gastándose y desgastándose por los demás; como buen samaritano se acerque a los heridos por la vida; ofrezca el perdón del Padre Dios a los contritos de corazón y abatidos por el peso de sus pecados. El obispo mira con amor a las personas confiadas a su cuidado y con celo mantiene las realidades encomendadas a su custodia y recibidas del Señor para que sean hontanar de vida, de amor y de esperanza. Es un ministerio para testificar y transmitir con fidelidad la herencia apostólica y salvífica. Del obispo se pide ejercitar la magnanimidad de padre y hermano con todos los cristianos; sostener y alentar a los atribulados; acoger y promover los carismas del Espíritu”, concluía.

La celebración proseguía entonces como estaba previsto. Tras la plegaria y las letanías, llegaba el momento clave, con la entrega de los signos episcopales, y la unción de la cabeza del nuevo obispo que, como destacábamos al inicio, se sentaba en su Cátedra entre los aplausos de los asistentes.

A partir de ese momento, era ya Mons. Rico quien presidía la Eucaristía. Tras la Comunión, recorrió las naves de la Catedral, acompañado de los otros dos obispos Operarios que hay en España, el de Coria-Cáceres (Mons. Jesús Pulido) y el de Basbastro-Monzón (Mons. Ángel Pérez Pueyo). Todo entre los aplausos y el cariño de los fieles, que han conseguido arrancar las sonrisas del nuevo obispo. El primer saludo, el más emotivo, para su madre, que ocupaba la primera fila.

Evangelizar “en medio de la cultura de la indiferencia y la increencia”

Se producían entonces las primeras palabras del nuevo oispo de Ávila a sus diocesanos. En ellas, agradecía la acogida, pero también la confianza del Papa para “desempeñar este importante y delicado ministerio”. A las autoridades allí presentes les ofreció su colaboración para todo cuanto sirva “al bien común en aras de una sociedad más justa y fraterna”.

Esperanza. Es lo que mostraba confiado para su futuro al frente de la diócesis, mostrando su disposición a soportar toda carga, pero también panteándose un reto personal: evangelizar “en medio de una cultura de la indiferencia y la increencia”.

Nos toca ahora sembrar, como nos ha pedido nuestro nuevo obispo, “salir sin miedo al encuentro del hombre con la Buena Nueva fuente de plenitud y felicidad, siempre con la confianza que el Señor es el protagonista de la misión”.

“Ávila, ¡tierra de santos y de cantos!”, recordaba don Jesús el dicho tradicional, haciendo “memoria agradecida al Señor por tantos testigos que han salido de esta tierra y ayudaron a una auténtica reforma de la Iglesia”. Una reforma que, en la actualidad, “solo vendrá también hoy de la fuerza de aquellos que tienen raíces profundas y viven la plenitud de la fe”.

A los fieles de la diócesis nos pedía unidad, “sentirnos Pueblo de Dios, caminar juntos, como comunidad, compartiendo los carismas y ministerios. Uno de los grandes tesoros que podemos ofrecer es la experiencia del grupo, de la comunidad, de la acogida gratuita, del abrazo compartido. La Iglesia, en todas sus expresiones, está llamada a ser comunidad, y no una comunidad cualquiera, sino una comunidad al estilo de Dios, uno y trino, unidad en la diversidad”. Pedía, pues, dejar a un lado “rencillas y divisiones”, y ser “comunidad de fe y amor donde el servicio a la caridad lo invade todo”.

Finalmente, apostó por revitalizar las comunidades, no por estrategia pastoral sino por “comunión con Cristo”, para ser germen “de auténtica vida y fraternidad”.

Al término de la celebración, todos los asistentes se acercaron a saludar al nuevo obispo de Ávila, en un besamanos que duró cerca de una hora.

Mañana domingo, festividad de la Virgen del Carmen, Mons. Jesús Rico presidirá su primera Misa como obispo en la S.A.I. Catedral a partir de las 11 h.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo G. de Vega / Diócesis de Ávila)

GALERÍA DE IMÁGENES DEL BESAMANOS (fotos: Gonzalo G. de Vega / Diócesis de Ávila)

RETRANSMISIÓN DE LA CELEBRACIÓN A TRAVÉS DE TRECE TV