Cada 25 de marzo se festeja la Solemnidad de la Anunciación del Señor, en la que celebramos la fecundidad de la fe de la Virgen María y la fecundidad del amor de los padres. También se da gracias a Dios por la vida, y gracias de forma especial a los padres porque ellos se han abierto a la existencia de un nuevo hijo. Pero este 2024 no será así debido a una celebración mucho mayor, como es la Semana Santa. Por ello, al coincidir con el Lunes Santo, la Anunciación del Señor y la Jornada por la Vida se trasladan al próximo lunes 8 de abril. Ese día, en nuestra diócesis de Ávila, celebraremos nuestra tradicional Bendición de Embarazadas en el Santuario diocesano de Nuestra Señora de Sonsoles, presidida por Mons. Jesús Rico García, obispo de Ávila.
Recordamos así las palabras del Papa Francisco en su exhortación apostólica sobre la familia: “el amor siempre da vida, por eso, el amor conyugal no se agota dentro de la pareja. Los cónyuges, a la vez que os dais entre sí, os dais más allá de vosotros mismos al engendrar un hijo, que es reflejo viviente de vuestro amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis inseparable del padre y de la madre (AL 165)”.
“La mujer embarazada [continúa el Papa], mientras se somete a los cuidados médicos, participa de ese proyecto de Dios soñando a su hijo. Toda mamá y todo papá sueñan a su hijo durante nueve meses. No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se pierde la capacidad de soñar los chicos no crecen, el amor no crece, la vida se debilita y se apaga. Dentro de ese sueño, para un matrimonio cristiano, aparece necesariamente el bautismo, que los padres vais preparando con vuestra oración, entregando vuestro hijo a Jesús ya antes de su nacimiento (AL 169)”.