“Con tranquilidad” afrontan la fase 1 las parroquias de la zona de Muñico

Iglesia parroquial de San Juan Bautista (Cabezas del Villar)

Una veintena de pueblos de la zona de salud de Muñico entraron el pasado lunes 11 de mayo en la llamada Fase 1 de desconfinamiento. En ella, se permite comenzar el culto público con fieles en las iglesias, con un 30% de su aforo y una serie de medidas de protección previstas desde la diócesis.

Es el caso de las parroquias de Jesús Blázquez. Este sacerdote diocesano vive en Cabezas del Villar, pero se encarga también de las parroquias de ocho pequeños municipios de población, como Gallegos de Sobrinos, Mirueña de los Infanzones, Blascojimeno o San García de Ingelmos, entre otros.  Nos cuenta que esta primera semana de cambio de fase no ha sido muy diferente a la anterior “porque hay todavía un gran respeto al virus y a las normas que siguen vigentes”.

La realidad de esta zona de la provincia de Ávila es la de la llamada “España vaciada”: muchas localidades, pero muy despobladas. “Algunos de estos pueblos tienen menos de 10 habitantes. El más grande, Cabezas del Villar, tiene 200 vecinos.  Y la población que queda está bastante envejecida, y con algunos achaques”.

Hoy estarían celebrando San Isidro en muchos de estos pueblos, pero la realidad es que no se van a poder llevar a cabo las costumbres de otros años. “Después de Misa siempre nos tomábamos un ‘vinillo’ juntos. Y bendecíamos los campos, que ahora están preciosos. Así que no celebraremos la fiesta, pero daremos gracias a Dios porque tenemos este año un poco más de hierba, un colorido espléndido, y agua, que otros años hemos andado bien escasos de ella. Pediremos también a San Isidro que nuestro ganado y nuestras cosechas sigan adelante, y que al año que viene podamos disfrutarlo, si Dios quiere”.

Porque que el lunes se permitiera ya la apertura de los templos de esta zona no quiere decir que, de facto, se tengan que abrir. De hecho, muchas de estas parroquias aún no han abierto sus puertas, porque los fieles tienen cierto miedo “y mucho respeto por el virus. Y queremos intentar seguir todas las normas que nos han dado y cuidarnos unos a otros. Sabemos que hay tiempo de sobra para volver a la iglesia. Rezar podemos seguir haciéndolo desde casa. Cuando tengamos un poco más de paz y tranquilidad, claro que tenemos ganas de juntarnos a celebrar la Eucaristía”.

De hecho, este fin de semana ya podrían abrir las iglesias de esta zona para el culto dominical, pero, “solo voy a celebrar Misa en Gallegos de Sobrinos, que fue el fin de semana pasado la fiesta de la Virgen del Espino y no pudieron celebrar su romería. Pero seremos muy poquitos.  Y, en los demás pueblos, escuchando un poco el sentir de la gente, vamos a darnos un poco de tiempo. Porque la gente tiene aún un poco de miedo. Y es que, aunque salen a dar sus paseos con todas sus precauciones, quizá el juntarse unos cuantos en un espacio cerrado todavía les da cierto respeto”.

CONSCIENTES DE QUE HAY QUE SER RESPONSABLES

Eso sí, cuando abran las iglesias de esta zona de la diócesis, será muy fácil mantener ese 30 % del aforo y las distancias de seguridad, pues los templos son bastante grandes, “pero os pueblos se han quedado muy pequeños. En estas fechas, ya tendrían que estar llenos de gente de Madrid o de Ávila capital, pero este año estamos muy solitos”. Además, encontrarán los templos debidamente preparados, pues “hay mucha colaboración además con los ayuntamientos, y de hecho ya tenemos varias iglesias desinfectadas”.

Jesús está convencido de que, cuando se normalicen las celebraciones en las parroquias, además de llevar a cabo todas las recomendaciones dentro del templo,  la gente va a respetar todas las normas y va a acudir con la máxima precaución posible. “Lo van a hacer muy bien. La gente es consciente de que hay que ser responsables y cuidar unos de otros. Saben que este virus es muy malo y que hay que tener mucho cuidado, no hacernos daño ni hacer daño a los demás”.  

Y, mientras tanto, aunque las puertas físicas de las iglesias están cerradas, las parroquias no han cesado su actividad de acompañamiento. “Gracias a Dios, estamos muy pendientes los unos de los otros – nos cuenta el párroco – En contacto, sabiendo dónde anda cada uno. Porque somos muchos los que vivimos solos, y nos tenemos que cuidar. A veces vemos que hace muchos días que no se ha abierto la puerta de una casa y miramos a ver si ese vecino está bien. O nos piden rezar por alguien que está más ‘pachuchillo’. La verdad es que hay una cercanía preciosa. Y sabemos que el Señor nos acompaña, y Nuestra Señora también, y hay que tirar para adelante. Pero siempre con precaución”.