Jornada de oración y penitencia por las víctimas de abusos

 

Este lunes, 20 de noviembre, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de los Derechos del Niño, la Iglesia celebra una Jornada de Oración y Penitencia por las víctimas de abusos. Es una iniciativa que llega ya varios años realizándose: “El Papa pidió a las conferencias episcopales que fijasen un día para dedicarlo a esta jornada de oración y penitencia, y la Conferencia Episcopal Española quiso fijarlo el 20 de noviembre, el Día Universal del Niño, que se celebra desde el año 1989″.

Nos lo explica Luis Carlos Hernández Herrero. Él es el director de la Oficina Diocesana de Protección de Menores en Ávila, y aclara que esta jornada tiene un triple objetivo: “Primero, es una jornada de oración, y se pide primer lugar por los niños y los jóvenes para que tengan un hogar y unos ambientes adecuados donde puedan crecer y desarrollarse en paz y armonía y no tengan que vivir jamás ninguna situación de abuso. Eso por un lado. Y también la oración, con la que recordamos con cariño a quienes se han sufrido cualquier clase de abuso físico o moral en cualquier ámbito, pues la Iglesia ora por todos los que sufren estas situaciones en distintos lugares, en el ámbito también de la familia, en el ámbito educativo, en el deporte, etcétera; y oramos por ellos para que puedan reponerse y recuperen la confianza, la alegría, la esperanza que les ha sido arrebatada de forma tan injusta. Pero, en tercer lugar, es una jornada de oración y penitencia, en la que pedimos perdón por los abusos cometidos contra niños por parte de pastores y fieles en el seno de la Iglesia. Oramos al Señor para que nunca vuelven a repetirse semejantes atrocidades y para que conceda a todos los miembros de la Iglesia un mayor sentido de responsabilidad, respeto a los menores, a ellos confiados”.

Una jornada a la que nos sumamos, por supuesto, desde la diócesis de Ávila. Una jornada para volver nuestra mirada a esta realidad, que como venimos contando desde hace semanas, es un grave problema. Así lo definió nuestro obispo Don Jesús recientemente: un grave problema de toda la sociedad y que lógicamente hay que poner el foco en él.

En este día, entre todos los materiales ofrecidos por la Conferencia Episcopal, llama la atención la inclusión de un fragmento del discurso del Papa Francisco del año pasado a los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores. El Papa en este discurso es meridianamente claro con la postura de la Iglesia frente a esta situación: “textualmente dice que el abuso en cualquiera de sus formas es inaceptable, el abuso sexual a los niños es particularmente grave porque ofende a la vida mientras está floreciendo en ese momento. En vez de florecer, la persona abusada es herida, a veces también de forma indeleble.Y ante todo esto, no podemos quedarnos indiferentes. Y tenemos que rezar mucho, en primer lugar, para que no se den estas situaciones. La oración especialmente por aquellos que quedan marcados para toda su vida. Y ahí tenemos la experiencia de esas víctimas a las cuales se les ayuda, se les apoya, se les guía intentando, dentro de lo posible, paliar y curar esas heridas”, concluye Luis Carlos.