Una de las conclusiones a las que se llegó en la fase diocesana del Sínodo, tras el trabajo realizado por los distintos grupos y comunidades, era que existía una preocupación o interés sobre el papel de la mujer en la Iglesia, indicando la necesidad de que estuviera más presente en los órganos de toma de decisiones. Sin embargo, el cuestionario que se compartió por esta misma web nos mostró asimismo un desconocimiento general de cuál era realmente la situación de las mujeres en los ámbitos de toma de decisión de la diócesis. Por ejemplo, pocos encuestados conocían el hecho de que, de los 22 trabajadores/colaboradores con los que cuenta actualmente el Obispado, 11 son (somos) mujeres con cargos de responsabilidad en diferentes ámbitos. O que son un tercio de los integrantes del Consejo diocesano de Pastoral (máximo órgano de representación de los laicos en la diócesis).
Por ello, en este Día Internacional de la Mujer, queremos solucionar esa falta de conocimiento sobre este tema y acercarte esta realidad a través de algunos de esos 11 rostros de mujer, sabiendo asimismo que son muchas más en las parroquias, en los diferentes Consejos, en Cáritas, etc.
El rostro de la Enseñanza y la Catequesis
La más veterana de todas es Isabel. Lleva más de 28 años en el Obispado. Actualmente es la Vicedelegada de Enseñanza y Catequesis, y lleva asimismo la coordinación diocesana de este Sínodo. Ella ha conocido de primera mano ese interés mostrado por los fieles en este proceso sinodal para que se potencie el papel de la mujer en la Iglesia, en especial en la toma de decisiones. Algo con lo que se muestra “totalmente de acuerdo”. “Hay algunas decisiones en la Iglesia que tienen que ver con el Ministerio ordenado y, por tanto, son propias de clérigos pero hay muchísimas que nos afectan a todos y en estas las mujeres, que somos la gran mayoría de los creyentes practicantes, podemos aportar lo que el Espíritu nos dice a nosotras porque también nos habla.”.
Para Isabel, el aporte de la mujer en la Iglesia tiene mucho que ver con su forma de acercarse a la realidad, ya que “tenemos una manera de mirar el mundo, las personas y las relaciones distintas a los hombres. Sabemos escuchar, somos prácticas, operativas, no dilatamos las cosas en el tiempo perdiéndonos en reflexiones y teorías. En general, nos interesa poco el poder y el prestigio y más el servicio especialmente a las personas que tienen más dificultad. Somos, en general, comprensivas, empáticas, comprometidas, más ‘maternales’. La posibilidad de ‘gestar vida’ nos conecta bien con el Dios de la vida.
El rostro del Derecho y el acompañamiento familiar
“Creo que como en todo en la vida el hombre y la mujer se complementan a la perfección. Su unión es la unión perfecta y considero que la presencia de la mujer en esta y otras instituciones es para sumar y ofrecer un punto de vista diferente al del hombre pero complementario”. Ese aporte femenino es también un contrapunto necesario a la presencia masculina. Así lo considera la más joven de nuestras protagonistas del reportaje.
Caridad López tiene 33 años, y lleva desde los 22 trabajando en el Obispado. “Mi primer año fue como voluntaria y en 2013 me ofrecieron la posibilidad de formar parte del Tribunal y encabezar el proyecto de crear un COF (Centro de Orientación Familiar)”. Con una formación muy completa, Caridad ha ido ampliando esos cargos: es actualmente Directora del COF, Notaria del Tribunal, Auditora de protección de datos, y notaria de la Oficina diocesana de Protección al Menor.
“Siempre me he sentido en casa, no puedo definirlo mejor. Una casa con un Padre común pero pendiente de cada uno en su especialidad y necesidades. Mi sentimiento es desde el comienzo de mi andadura profesional de absoluta gratitud”, señala de su trabajo dentro del Obispado, donde destaca el “apoyo que he recibido desde el minuto uno para formarme y seguir siempre creciendo”.
El rostro de los otros rostros
Un peso importante en la vida de la Iglesia tienen (y deben tener) los laicos. Su presencia, labor e implicación es fundamental. Bien lo sabe Diana. Ella lleva vinculada con la labor activa en la Iglesia desde el 2017, “fecha en que comencé un camino de conversión personal. Desde entonces, he ido dando distintos pasos de participación activa allí donde se me ha pedido”. Por ello, en septiembre de 2020, comenzó su labor como delegada de Apostolado Seglar, “donde intento fomentar un papel más participativo del laicado en parroquias, movimientos y asociaciones”.
En estos ámbitos ha podido ver la abnegada tarea, tanto de hombres como de mujeres. Si bien también se constata cómo la presencia femenina es mayoría entre el laicado comprometido. Algo que para Diana es fundamental: “La diversidad a todos los niveles es fuente de riqueza y debemos abrazar esa diversidad: laicos, religiosos, sacerdotes; hombres, mujeres; jóvenes y mayores; son testimonio de la diversidad de carismas en la Iglesia. La mujer es parte de esa diversidad y riqueza y, por tanto, no puede quedar fuera: es un privilegio ser parte de la representación femenina de nuestra diócesis”. Por ello, ella comparte la citada conclusión del Sínodo, y considera “muy deseable” buscar y fomentar esa participación diversa “que nos enriquece a todos”.
El rostro misionero
Mercedes lleva 17 años trabajando para el Obispado. Es la delegada de Misiones de la diócesis de Ávila y directora diocesana de OMP. “Mi trabajo consiste en colaborar con nuestro obispo en la actividad pastoral misionera, trabajando según el Plan Pastoral Diocesano. Me encargo de la animación misionera, de las Campañas (Domund, Infancia M, Vocaciones) de los donativos y de la relación con los misioneros abulenses”.
Ella no le da especial relevancia al hecho de ser mujer y tener una responsabilidad dentro de la Iglesia, pues lo ve con absoluta normalidad. “Nunca me he sentido, ni me han hecho sentir diferente. Entre otras cosas, porque tanto mi relación con los demás delegados, como el trabajo diario de la Diócesis es absolutamente normal”. Y señala con orgullo que “me gusta mi trabajo, me gusta dónde trabajo y me gusta sobre todo para quién trabajo”.
Sobre qué puede aportar una mayor presencia femenina en los ámbitos de toma de decisiones de la Iglesia, Mercedes lo tiene claro: “la mujer que es consciente de su dignidad por ser hija de Dios es capaz de cambiar la realidad, de hacerse fuerte ante las dificultades, de “tirar para adelante” junto con quienes la rodean y de hacerlo con imaginación, cuidando los detalles, con alegría e intuición. Por mi trabajo conozco testimonios de misioneros y misioneras que siempre hablan de la gran importancia de las mujeres en países de misión”.
El rostro de la formación … y de las celebraciones sin presbítero
Periódicos nacionales se han hecho eco numerosas veces de una mujer abulense que, cada fin de semana, está en el altar de las iglesias de varios de nuestros pueblos. Ni está presidiendo una Misa, ni reivindicando ser ordenada. Ana Isabel Velázquez es animadora de las celebraciones en ausencia de presbítero, para llevar la Palabra de Dios y el sentido de comunidad parroquial a aquellos pueblos donde no puede estar el párroco de forma periódica.
Pero Ana tiene muchas más ocupaciones. Trabaja en el Obispado desde hace 18 años como Coordinadora Pedagógica de los Profesores de Religión de la diócesis. “Me ocupo de la formación permanente en conceptos y didáctica, de los profesores de religión de la escuela pública”.
Ella comparte ese mismo sentir de las conclusiones del Sínodo sobre la presencia de las mujeres en los órganos de toma de decisiones, “porque las mujeres y los hombre tenemos diferentes maneras de contemplar la realizad y cada uno aporta su peculiar pasión para trabajar. Y ese trabajo conjunto es bueno para cada ser humano y para la Iglesia”. Porque “el aporte de la mujer a la Iglesia es el mismo que el de todos los bautizados: la misión de evangelizar a un mundo que necesita urgentemente escuchar la Buena Noticia”.
El rostro de la comunicación
Y, saltándome por una vez las normas básicas del periodismo, que nos indican que el redactor no puede hablar en primera persona, me hace especial ilusión aportar mi propia experiencia. Hace casi 20 años que estoy trabajando en el Obispado, como Directora de la Oficina de Comunicación. Por mis manos pasa toda la información de la diócesis, y trato de hacerla llegar lo más lejos posible, siguiendo ese mandato evangélico de compartir la Buena Noticia.
Sobre el papel de la mujer en la comunicación en la Iglesia, puedo decir que la situación ha cambiado radicalmente en los últimos años. Cuando yo empecé, éramos apenas 4 las mujeres que trabajábamos en las delegaciones de medios en toda España. Ahora, no las he contado, pero si no superan al número de hombres, poco le falta. No es una cuestión de género, ni de cupos, ni nada por el estilo. Se trata simplemente de adaptar una realidad de la sociedad actual, e incorporar a profesionales. Si la realidad es que en las Facultades de Comunicación cada vez son más las mujeres que los hombres, pues es algo obvio que esta circunstancia se traslade también a las diócesis. En este caso, periodistas y mujeres. ¿Por qué no?
Y sí: tenemos aún mucho que cambiar, mucho que decir dentro de la Iglesia. Pero llevamos camino recorrido. Con ilusión y cercanía. Seguimos adelante.
Auxi Rueda, Directora de Comunicación de la Diócesis