“Si los niños callan, hablarán las piedras”

Bendición de ramos y palmas e la Catedral de Ávila

“Da mucha alegría escuchar las voces de los niños en la Catedral. Como nos ha dicho el Evangelio, si ellos callan, hablarán las piedras”. Y, desde luego, D. José María, no pudo definirlo mejor. Después de dos años sin presencia de niños en las celebraciones de Semana Santa (en 2020 fue a puerta cerrada, y en 2021 con control de aforo, debido a la pandemia), este Domingo de Ramos se respiraba alegría en el primer templo de la diócesis, completamente lleno.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos de Gonzalo G. de Vega)

Los niños y los mayores celebraban juntos la conmemoración de la entrada de Jesús en Jerusalén. “Un momento de gloria, en el que se reconoce a Cristo como el Mesías prometido. Pero ese momento de reconocimiento duraría poco”, destacaba Mons. Gil Tamayo en su homilía. El prelado abulense destacaba cómo, a pesar de esos momentos de Pasión que se vivirían después, “Cristo ha triunfado y ha vencido al pecado y a la muerte, abajándose, haciéndose uno de nosotros, en una entrega generosa, sin límites, por amor”.

“Quiero invitaros en esta Semana Santa especial, en una especie de retorno a la normalidad, que no nos olvidemos del precedente de sufrimiento de las familias, de cuantos nos han dejado, pero también del conraste de la generosidad de cuantos nos han ayudado. Esto tiene que tener unas consecuencias para vivir la fraternidad sin fisuras”.

“En las procesiones no contemplamos sólo obras de arte. Hemos de traspasar el sentido de estos días al interior de los templos, a las celebraciones litúrgicas donde se hace presente Cristo, donde nos alimentamos de su Palabra. Sepamos reconocer en estos Misterios al que nos hace partícipes de la resurrección de vida. Que estos sea días de conversión interior y acercamiento a Jesús, para tener los mismos sentimientos de Cristo, como nos decía San Pablo”.

Acogida a ucranianos: “Esta es la verdadera fraternidad de los Hijos de Dios”

La guerra de Ucrania también ha estado muy presente en la celebración. “Vosotros veis en la tele las escenas de esos otros niños que salen de Ucrania huyendo del horror de la guerra”, se dirigía D. José María a los pequeños que ocupaban los primeros bancos. “Vienen huyendo de otra pasión. Pero no dudéis de que Jesús se hace presente con los que sufren”. Una intención que se repitió m´´as tarde, en el momento de rezar el Padre Nuestro, cuando el obispo pedía de nuevo a los niños que oraran por los pequeños ucranianos. Pero el momento más emotivo de la celebración se produjo al final de la misma, cuando alguien indicó a D. José María que un grupo de refugiados ucranianos, muchos de ellos niños, estaban participando de la Eucaristía. El obispo quiso invitarlos a subir al altar, momento en el que los fieles irrumpieron en un aplauso lleno de cariño. “Esta es la verdadera acogida fraterna de los hijos de Dios, que huyen de una guerra cruel e injusta contra un pueblo que sufre”, afirmaba el obispo justo antes de bendecirlos a ellos y a todos los asistentes.