El 8 de febrero celebraremos la Jornada mundial de oración y reflexión contra la Trata de personas con el lema «Caminando por la dignidad». Un lema que se convierte en «una invitación a seguir en camino, con un horizonte que nos estimula a no desfallecer ni volver la vista atrás, a mantener la esperanza, a cimentar nuestra acción en los valores, y que nos ofrece también un itinerario que inspira y orienta. Se trata de caminar por la dignidad de toda persona, especialmente aquellas cuya dignidad ha sido agredida, dañada, violentada».
Con este motivo, justo un día después, el lunes 9 de febrero, el Secretariado de Migraciones de la diócesis ha preparado una Vigilia de Oración contra la trata de personas. Se celebrará en la parroquia de San José Obrero a partir de las 20 hs.
Y lo hace teniendo como referente a la patrona de las víctimas de la trata, santa Josefina Bakita. Ese sobrenombre significa “afortunada”, y fue impuesto por los mismos negreros en el momento que la secuestraban, de la forma más inesperada. Fue tanto el dolor que olvidó hasta su propio nombre, es por eso que no se conocen datos exactos sobre su vida. Se cree que podría ser del pueblo de Olgossa en Darfur, y que 1869 podría ser el año de su nacimiento. Creció junto con sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ella su gemela. Y fue secuestrada aún siendo una niña. Los mismos secuestradores fueron quienes, de forma irónica, le llamaron Bakhita, “afortunada” al no recordar su nombre. Bakhita fue vendida a cinco amos en el mercado de esclavos, y regalada al último de sus dueños. Nunca consiguió escapar, a pesar de intentarlo varias veces. Con quien más sufrió humillaciones y torturas fue con su cuarto amo, cuando tenía más o menos 13 años. Fue tatuada, le realizaron 114 incisiones, y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes.
Pese a perder todo y ser vendida a distintos amos que la maltrataron durante años, Bakhita no permitió que el sufrimiento se adueñase de su existencia, lo transformó en esperanza y nunca dudó de la presencia de Dios, fe que la preservó de la tristeza y le dio ánimo para seguir adelante. Experimentó durante toda su vida una fuerza grandiosa del Creador que dice que conoció en su infancia.
Bakhita, mujer fuerte, es inspiración y aliento para muchas mujeres y niñas que ven violada su dignidad y sus derechos humanos.