La diócesis recupera el rastrillo solidario de Infancia Misionera

Una de las obras de Infancia Misionera en Perú (Foto: OMP)

Este domingo, 15 de enero, la Iglesia celebra la jornada de Infancia Misionera, organizada por Obras Misionales Pontificias. En este día, los niños comparten sus aportaciones para ayudar a los misioneros en su trabajo con otros niños como ellos. Gracias a su generosidad, los misioneros cuentan con una ayuda para que más de cuatro millones de niños en las misiones puedan acceder a la educación, la salud, la protección de la vida, y la fe. Además, el cartel que sirve para la difusión de la Jornada está protagonizado por una misionera abulense: María del Mar Corrales, Hija de la Caridad, que presta su servicio a la misión en un hospital y un colegio de Angola. 

En el ejercicio del pasado año, la diócesis de Ávila consiguió aportar 12.055,07 euros gracias a las donaciones de los fieles durante esta jornada, demostrando una vez más la generosidad y solidaridad de todos los abulenses.

Y en este 2023, la Delegación diocesana de Misiones recupera su tradicional rastrillo solidario como herramienta para recaudar fondos destinados a esta Jornada. Este rastrillo lleva sin realizarse 3 años debido a la pandemia, y ahora, gracias a los catequistas y los niños de catequesis de la parroquia de San Vicente se pondrá de nuevo en marcha. Será el domingo 22 de enero, durante la mañana, en el atrio de la Basílica de San Vicente, coincidiendo con la también tradicional bendición de los animales por San Antón.

Con estas aportaciones que se consigan del rastrillo y las cuestaciones en las parroquias, más las de todas las diócesis del mundo, se sostiene el trabajo que se realiza con los niños en los 1.118 territorios de misión que tiene la Iglesia. Con este dinero se apoyan más de 2.500 proyectos de educación, salud, protección de la vida y evangelización. Al año se ayuda a más de 4 millones de niños.

¿Cómo surge Infancia Misionera?

Hace 147 años, monseñor Forbin Janson escuchó las terribles condiciones en las que vivían los niños en China. Para salir en su ayuda no acudió a banqueros ni políticos, sino que se dirigió a los niños de su diócesis. Esta iniciativa, que surgió como algo particular, pronto se extendió por todo el mundo, y desde 1922 el Papa Pio XI la asumió como propia dándole el carácter de Pontificia, y formando una red mundial de niños misioneros, cuyo lema es “los niños ayudan a los niños”. Desde entonces, la Iglesia promueve las actividades de Infancia Misionera en los colegios y en las catequesis de todos los países del mundo. Con ellas, se pretende educar a los niños en la fe y en la solidaridad misionera, y darles un papel activo en la misión de la Iglesia. Aprenden a seguir a Jesús, a acoger a todos los niños que les rodean, sin diferenciar sexo, raza o religión; a ser sensibles a las injusticias que sufren niños en todo el mundo, y a ayudarles con pequeños ahorros, oraciones y gestos.