“Teresa, la gran santa mundial y universalmente conocida”. Así definía el Nuncio del Papa en España a la Santa abulense en las primeras palabras que dirigía al centenar de fieles que participaba de la Misa grande de la patrona en la S.A.I. Catedral del Salvador. Junto a Mons. Bernardito Auza concelebraban el obispo de Ávila Mons. Gil Tamayo, y el emérito de Ávila y Administrador Apostólico de Ciudad Rodrigo, Mons. García Burillo.
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Una celebración eucarística que comenzaba con el saludo al Nuncio por parte de D. José María, quien le hacía llegar la cercanía y comunión de los abulenses con el Papa Francisco, a quien ha reiterado de nuevo su invitación a visitar Ávila “cuando sea posible y tenga pensado venir a España”. Asimismo le ha brindado la oración de los 14 monasterios de vida contemplativa de la Diócesis.
Mons. Auza ha querido también “hacer llegar a todos la cercanía del Santo Padre y su bendición, especialmente a los que sufren este mal de la COVID19, a los que sufren la separación de sus seres queridos por esta causa. Les tenemos presentes en esta misa en honor de esta gran Santa”.
El Nuncio destacaba en su homilía el “gran amor” del Papa Francisco por Santa Teresa, “como demostró ayer en la Audiencia, o en las cartas que envió al obispo diocesano durante el Centenario de su nacimiento. En ellas, el Santo Padre decía de Teresa que inició en Ávila una ardiente luz renovadora para la Iglesia”.
“Santa Teresa es Hija preclara de esta ciudad. Pero es también hija de otra ciudad, la nueva Jerusalén, esposa del Cordero, morada de Dios entre los hombres. Teresa empezó aquí, en la pila bautismal de la iglesia de San Juan, a ser ciudadana del cielo. Nunca perdió esta ciudadanía por su enorme esperanza en Cristo. El Señor realizó en su corazón una transformación interior”.
También ha querido recalcar el profundo sentido de pertenencia a la Iglesia que siempre tuvo la mística abulense, fruto de su confianza y fe en el Señor. “A su muerte ella señaló ‘Soy hija de la Iglesia’. Iglesia como misterio de comunión que Dios establece con nosotros. Es la familia de Dios, la única sociedad completamente abierta, que se ajusta a nuestra intima aspiración. Iglesia, pueblo de Dios reunido a imagen de la Trinidad”.
El Nuncio de Su Santidad se ha acordado también de la efeméride que celebramos en este 2020, cuando se cumplen 50 años de la proclamación de Santa Teresa como Doctora de la Iglesia. “Ha sido la primera mujer en serlo. El papa san Pablo VI se fijaba en la enseñanza de la santa sobre la oración, recogidas como enseñanza en su obra de ‘Las Moradas’. Allí nos enseña Teresa cómo mediante la encarnación, la trascendencia dejo de ser un problema de distancia y por eso en este destierro es posible una comunicación con Dios. A Dios le es posible comunicarse gracias a la encarnación. Y a nosotros con Él. Y entre nosotros a través de Él. Debemos lograr el logro y la perfección del otro especialmente a través de la oración. Pero este mensaje de amor es difícil de aceptar desde una postura materialista. Y se vive la trascendencia como problema de distancia. Esto hay quien lo aprovecha para vivir como cada uno quiere. Para nosotros sin embargo esa distancia ha sido salvada bajo el signo del amor, de su encarnación”.
“Debemos favorecer el misterio de esta comunión entre nosotros y de nosotros con Dios – continuaba el Nuncio – con lo poco que podemos hacer en este momento. Como hizo Teresa con “lo poquito que hay en mí”, como ella decía en ‘Camino de Perfección’.
¿Y cómo mantener esa amistad con el Señor? Con la oración. “Tratando de amistad con quien sabemos nos ama. Así define Teresa la oración. Es una práctica de amistad con Dios. No es solo hablar con Dios, un monólogo de peticiones por nuestra parte. Es un diálogo, un coloquio amoroso”. En este sentido. Mons. Azua ha destacado los tres pasos que Santa Teresa marcaba para llevar a cabo la oración:
- Debe ser una conversación amistosa, a semejanza de la que podemos tener con algún amigo nuestro. Compartimos con él secretos, preocupaciones y los momentos de gozo para que se alegre con nosotros.
- Debe ser también una conversación frecuente. “Tan a menudo como sea posible. Si amas a alguien te encantará hablar con él tanto como puedas”.
- Y, por último, debe ser una conversación personal. “No necesitas manuales para conversar con el Señor. No puedes excusarte de que no rezas porque dejaste tu libro de oración o tu Ipad. Para Teresa la oración sale del corazón. Es cierto que la Iglesia tiene oraciones en común y podemos orar todos juntos como pueblo de Dios. Pero la oración también es personal. Oración de corazón a corazón”.
Finalmente, se ha referido a la importancia de la figura de la Virgen para la vida de Santa Teresa, plasmada en la presencia en el altar de la Virgen de la Caridad (la imagen ante la que oró Teresa niña cuando pierde a su madre, suplicándole a Nuestra Señora que la protegiese y fuese su Madre en la Tierra). “Oremos a María como Teresa. Que seamos en definitiva una imagen de la Jerusalén celestial, donde sólo Dios basta”.