Mons. Gil Tamayo ya es Arzobispo Coadjutor de Granada. “Vengo a servir, a serviros. No soy ningún líder, ideólogo o superhombre. Soy solo un obispo”. Así se presentaba ante más de una treintena de obispos, cientos de sacerdotes y numerosos fieles han querido acompañarle en este momento en el que accedía a su nuevo encargo episcopal. Cabe destacar la presencia de los Cardenales Aquilino Bocos, el abulense Ricardo Blázquez y Antonio Cañizares (quien fue también obispo de Ávila). También en el altar se encontraban varios sacerdotes de la diócesis abulense, entre ellos el Vicario General, los Vicarios de Pastoral y Clero, o el Deán de la Catedral. Y entre la bancada de asistentes, ademas de varios trabajadores y colaboradores de la diócesis, presencia institucional por parte del alcalde de la capital, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, el Concejal de Obras y Servicios, Javier Ajates, la rectora de la Universidad Católica, María del Rosario Sáez Yuguero, y la presidenta del Consejo Directivo de la UCAV, Lidia Jiménez.
Gil Tamayo, que entraba sonriente en el templo, portaba la misma casulla que llevó el día de su toma de posesión en Ávila, en diciembre de 2018, y que lleva bordado el escudo de la diócesis. Un guiño cariñoso, sin duda, para la Iglesia abulense.
El Arzobispo de Granada, Javier Martínez ha querido mostrar su profunda gratitud por el nombramiento del nuevo prelado, a quien aseguraba que la Iglesia de Granada le recibía “con los brazos abiertos”. “Una Iglesia viva, con cuerpo, con una bella historia de santidad y de presencia de santos y de hombres y mujeres de Dios desde sus orígenes”. Y le aseguraba que los granadinos oraban y pedían para él “esa sabiduría que vale más que el oro y que las piedras preciosas, esos rasgos del buen pastor que le hacen modelo del rebaño, a imagen de Cristo que te ha elegido para que des fruto, y para que tu fruto permanezca”.
“¡No somos administradores de decadencia”
“Vengo a ejercitar mi servicio episcopal en misión compartida con Don Javier, en profunda comunión con él y con el presbiterio de Granada”, comenzaba Gil Tamayo su alocución al final de la Eucaristía.
“¡No somos administradores de decadencia! ¡Que el pesimismo no nos contamine ni nos paralice! ¡Fortalezcamos la esperanza! Dios no nos va a faltar”, animó a los presentes en el templo, a quienes también exhortó a poner como primeros a los excluidos de la sociedad. “Nuestra tarea, nuestra misión, no sería la de Jesús si no ponemos en un primer lugar a los pobres, a los enfermos, a los más desvalidos”. Para lograrlo, recordó el prelado las palabras del Papa Francisco: “nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil”.
Al término de su alocucion, una abarrotada Catedral irrumpió en un sonoro y largo aplauso, mostrando así su cariño a su nuevo Arzobispo Coadjutor.