Ha comenzado hace unos meses la fase diocesana de un Sínodo que nos lleva a toda la Iglesia universal a transitar por un camino común. Pero, ¿sabemos exactamente a qué estamos llamados en este proceso? Nos lo cuenta en esta entrevista Isabel López, coordinadora de la fase diocesana del Sínodo en Ávila.
- ¿Qué es un Sínodo?
La palabra Sínodo significa “caminar juntos”. Es siempre una asamblea de hermanos, de bautizados, que se ponen a la escucha del Espíritu Santo y, desde esa escucha, dialogan entre ellos y disciernen para llegar a decisiones comunes sobre una cuestión concreta o un problema concreto que está afectando a la Iglesia en ese momento para cumplir su misión.
- ¿Por qué es tan importante este Sínodo?
Porque el Papa se ha dado cuenta que, después de esta pandemia, que ha afectado a todos, en todo el mundo y en todas las dimensiones de la vida, la Iglesia necesita afrontar y dar respuesta a todas las circunstancias que le han sobrevenido. Y para ello, el Papa ha pensado que es fundamental recuperar la naturaleza genuina de Iglesia, la sinodalidad, que en el devenir de los siglos se había quedado un poco desdibujada. Ponerse todos juntos a escuchar el Espíritu y, desde esa escucha, dialogar, discernir y tomar decisiones. A esto es a lo que está llamada la Iglesia. Porque hay problemas que están ocasionando mucho sufrimiento a personas y colectivos y la Iglesia quiere ser “buena noticia” para ellos.
El Documento preparatorio, que es el que expone qué es el Sínodo y cómo participar, menciona algunos como el tema de los abusos de poder, que es la fuente de todo tipo de abusos; las personas que son silenciadas, excluidas o marginadas, el no saber muy bien cómo integrar a los jóvenes, a las mujeres, etc. Esto dentro y fuera de la Iglesia.
Hay una afirmación de Mons. Marín, el Secretario general para el Sínodo, que a mí me parece muy importante: “El Sínodo es la respuesta que ahora mismo quiere dar el Señor a tanta oración como ha habido en la pandemia”. En este tiempo todos hemos suplicado al Señor que nos ayudara. ¿Y Él que ha dicho? Que para ayudarnos, nos ha regalado la Iglesia, pero una Iglesia sinodal y misionera que sale al encuentro de los hombres y mujeres de hoy
- ¿Quiénes estamos llamados a participar en este Sínodo?
Todos los bautizados. Seamos practicantes, o no; estemos más cerca o más lejos, cada uno desde su carisma y su misión propia: sacerdotes, laicos y religiosos. Todos. Y la fase diocesana es especialmente importante para llegar a este “todos”. Pero es más: están llamados incluso los no bautizados. En el Documento preparatorio se hace un llamamiento también a participar a todas las personas de buena voluntad, a los que no están bautizados pero miran la Iglesia y quieren decirnos cómo nos ven. El Espíritu puede hablar por cualquier persona y en cualquier situación.
- ¿Cómo podemos participar?
La primera forma de participación, que está al alcance de todos, es la oración. Nosotros no vamos al Sínodo con nuestras opiniones, con nuestros prejuicios, con nuestras maneras de ver. Sino que nos ponemos a la escucha del Espíritu. Y, para eso, es fundamental la oración y la escucha de la Palabra de Dios. También es fundamental la participación en grupo. Porque es ahí, en la asamblea orante, donde el Espíritu Santo manifiesta mejor lo que quiere y donde se le escucha mejor. También hay vías de participación personal como el cuestionario on-line que estará colgados en la Web de las diócesis, o las aportaciones que se pueden hacer al correo electrónico que hemos abierto pero, sobre todo, es en asamblea. En los grupos parroquiales constituidos, en los movimientos y asociaciones de fieles, en las Instituciones eclesiales, en las Congregaciones religiosas… También se pueden formar nuevos grupos con los fieles que no pertenecen a ninguno de los ya existentes: van a Misa, participan en las actividades de la Iglesia, pero no están en grupos. Esto es muy bueno porque abre la participación futura, que es algo que también quiere el Papa: abrir caminos estables de participación que, en futuras ocasiones, nos permitan abordar entre todos las cuestiones que nos afectan a todos.
Y de cualquier otra forma que se les pueda ocurrir a los participantes en el Sínodo que tenga estos elementos: escucha del Espíritu, diálogo fraterno, discernimiento y toma de decisiones. Pueden estar vinculadas al arte, a la cultura, a las fiestas, a las peregrinaciones. Son, por así decirlo, otros modos menos formales, pero también sinodales.
- A fin de cuentas, la Sinodalidad impregna toda la vida de la Iglesia …
La Sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión. Está desde el principio en el ADN de la Iglesia. El libro de los Hechos de los Apóstoles, que inspira mucho este proceso sinodal que es ante todo un proceso espiritual, de renovación, al hablar de las comunidades cristianas dice que “Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, …, sino que tenían en común todas las cosas” (Hch 4, 32). Y yo creo que no se refiere sólo a los bienes, sino que eran una verdadera familia y afrontaban todo como se afronta en las familias, entre todos, cada uno desde los dones que ha recibido, pero todos juntos.
Quien quiera profundizar puede leer el discurso del Papa Francisco que, como Obispo de Roma, dirige a los fieles de su diócesis para invitarles a participar en la fase diocesana (Roma, 18-09-2021) con la claridad y el humor que le caracterizan.