En un año “fatídico por el sufrimiento causado por la COVID”, la solidaridad de los abulenses ha sido sobresaliente. Y es que, pese a la sustancial bajada de ingresos debido, entre otras cuestiones, al cierre de templos que impedían las colectas dominicales, se ha mantenido estable el porcentaje de aportaciones de los fieles. Y esto ha sido posible gracias al notable aumento de los donativos de los fieles, que han querido arrimar el hombro para ayudar en este 2020 tan “difícil”.
Son datos que se daban a conocer esta mañana en rueda de prensa con motivo de la celebración el 7 de noviembre del Día de la Iglesia Diocesana. Una jornada para recordar nuestro sentido de pertenencia a la Iglesia, “para decir que estamos aquí, que somos una familia, y que nos necesitamos unos a otros. Porque una familia está para ayudarse”. Así se expresaba nuestro obispo D. José María, quien definía nuestra diócesis como “antigua, que no vieja. Presente desde el inicio de la evangelización en España. Y es que no se entendería Ávila sin esa referencia religiosa”.
“En un año tan difícil, la Iglesia ha estado ahí”
“Esta Iglesia diocesana de Ávila, con sus siglos a sus espaldas, con sus santos, está en el presente. Y ese presente lo forman nuestras parroquias, los sacerdotes, las religiosas, padres de familia, Cáritas, las cofradías, o la actividad educativa, tan importante en nuestra diócesis”.
Una diócesis que, en un año tan difícil, “ha estado ahí. Lo creo sinceramente. Ha estado ahí acompañando a la gente en las parroquia, estando al lado de los enfermos y de los que sufren, acompañando a los que han perdido un ser querido (y cuántos entierros hemos vivido en esas circunstancias tan especiales). Y ha estado ahí también con Cáritas”.
Por ello, destacaba nuestro Obispo la entrega de todos en una dura pandemia. Acercándose más a lo positivo, Mons. Gil Tamayo agradecía “a todos aquellos que han ayudado a que la Iglesia pueda seguir ayudando. Porque han aumentado considerablemente los donativos, especialmente a Cáritas. Y es que la asistencia primaria ha ocupado un lugar fundamental”.
“Pero también tengo que decir – proseguía D. José María – que el cierre de los templos, las restricciones de movilidad, el confinamiento, ha hecho que no haya afluencia a los templos y por tanto no haya colectas. Este día de la iglesia diocesana puede ser una toma de conciencia de la necesidad de seguir ayudando a la Iglesia. Porque ayudar a la Iglesia es ayudar a quien más lo necesita”.
Porque, en definitiva, “somos una diócesis pobre”, como repetía nuestro Obispo. Y es que las ayudas que recibimos provienen sobre todo de la X de los contribuyentes españoles (que se reparte solidariamente desde el Fondo Común Interdiocesano). Porque lo que recibimos de los contribuyentes de Ávila no supone ni un tercio de todos los ingresos. Y eso pese a que Ávila es una de las provincias donde porcentualmente más X se marcan en la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta.
Menos ingresos, pero a la vez más donativos
Unos ingresos que en 2020 han caído en más de 500.000 euros. Como explicaba el Ecónomo diocesano, D. Alejandro Jiménez, esto se debe principalmente a los más de 140 mil euros que se han dejado de percibir por las colectas, pero sobre todo a la disminución de las visitas turísticas a nuestros templos, así como el parón de actividades de los colegios (comedor, extraescolares, etc), que han supuesto una disminución de más de 400 mil euros menos de ingresos.
Merece la pena detenernos en el primer punto. Porque, aunque efectivamente disminuían en 2020 la cantidad percibida de colectas, sin embargo el porcentaje de aportaciones directas de los fieles se ha mantenido en un 30% de todos los ingresos que percibe la diócesis. Y esto es debido, precisamente, a esa solidaridad a la que hacía referencia nuestro obispo: frente a la disminución de colectas, ha aumentado notablemente el número de donativos. “Es una cifra importante que muestra cómo los miembros de nuestras parroquias reconocen y valoran la labor de la Iglesia y su implicación en el sostenimiento económico”, destacaba el Ecónomo de la diócesis. Porque, al fin y al cabo, todos hemos sido conscientes de que había que echar una mano en estos momentos de dificultad.
Y un dato curioso: el total de las ayudas de instituciones públicas no llega ni al 3% de los ingresos totales de la diócesis.
Se mantienen los gastos en conservación de edificios
En el capítulo de gastos, y dada la situación, también ha habido que ajustar “para intentar no entrar en un déficit difícil de controlar”, destacaba D. Alejandro Jiménez. Esto ha hecho que la diócesis gaste 388 mil euros menos que en 2019.
Eso sí, hay partidas que ha habido que mantenerlas invariables. Como por ejemplo el capítulo de gastos para conservación y mantenimiento de edificios, que ha supuesto un 33% del total de gastos, igual que en 2019. Otro 33% ha sido para la retribución del clero (igual que en 2019). Mientras que el 10,8% se dedicó acciones pastorales y asistenciales, manteniéndose también el mismo porcentaje que en 2019.
El Ecónomo diocesano ha querido asimismo destacar el gasto en conservación y reparación de edificios (931,086 euros), y los programas de rehabilitación por casi medio millón de euros. Entre ambas partidas se llevan un 27% del total de los gastos. Una partida que sólo ella supone gastar el 64,4% de lo recibido del Fondo Común Interdiocesano.
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“Los números no sólo cantan, sino también lloran”
Preguntado por los periodistas sobre los proyectos de presupuestos que se están presentando tanto en la Junta de Castilla y León como en el Gobierno de España, y la partida que en ellos se destina para nuestra provincia, Mons. Gil Tamayo ha querido dejar claro que no quiere entrar en política. “Pero no hago ninguna sorpresa si digo que los números no sólo cantan, sino también lloran. Y en Ávila lloran en los presupuestos con mucha frecuencia. En un sentido de solidaridad y de igualdad territorial, se tendría que cuidar y esmerar especialmente con las provincias y la población que más lo necesita. No solo con el principio de subsidio, sino con infraestructuras que generen estabilidad poblacional, y sobre todo fundamenten un futuro de progreso para esas regiones y sus habitantes”. Unas infraestructuras y servicios a los que todos tenemos derecho por nuestra condición ciudadana, “pero también hay derecho a una igualdad territorial”, que no se da en el caso de Ávila.
Por ello, ante una “de las votaciones más importantes en un parlamento porque trasladan las ideas y propuestas a la realidad”, nuestro Obispo ha dejado clara su postura: “Yo quisiera que primaran los derechos por encima de las intencionalidades políticas. En esto sí soy reivindicativo. Los números cuando lloran nos advierten de que las cosas no van bien. Siempre estamos a la cola. Tenemos una situación geográfica de proximidad a centros económicos importantes y de productividad, que luego no se traducen nada más que en la absorción de jóvenes, y no con los beneficios. Entre otras cosas por falta de infraestructuras”.
Pero, frente a esta situación, Mons. Gil Tamayo ha asegurado que “la Iglesia va a seguir estando con Ávila y los abulenses”.