GALERÍA DE IMÁGENES DE LA VIGILIA PASCUAL
Si algo destaca en la Vigilia Pascual es el simbolismo que, desde su inicio, se desarrolla en la celebración con la contraposición entre luz y oscuridad. Es una manera plástica de visibilizar la victoria de Cristo (luz) en medio de la zozobra del ser humano (tinieblas).
Así se ha puesto de relieve, un año más, en la Vigilia que ha acogido esta tarde de Sábado Santo en la Catedral de Ávila, que ha tenido que adelantar su horario habitual para adaptarse al toque de queda vigente en la actualidad.
Con la hoguera encendida en el claustro, el Obispo ha encendido el Santo Cirio Pascual, que iluminará el altar mayor durante todo el año. En esta ocasión, este rito inicial de la Vigilia se ha realizado sin la presencia de fieles para evitar aglomeraciones y prevenir contagios. Por el contrario, han permanecido en sus asientos, donde han recibido la luz pascual en las velas que portaban en sus manos.
Momento emotivo también el fuerte repique de campanas de la Catedral del Salvador en el momento del Gloria, anunciando la Resurrección de Cristo. El pasado año este repique rompió el silencio de la noche en medio de un duro confinamiento. Por eso, no han sido pocos los fieles que se han emocionado recordando aquellas duras circunstancias y la alegría que supone vivirlo este año en el templo.
Durante el transcurso de la Vigilia, se ha celebrado el Sacramento del Bautismo a dos catecúmenas, que por el agua entran a formar parte de la familia de la Iglesia que camina unida. La pila bautismal de Vasco de la Zarza acogía este bello y sencillo acto, emocionante tanto para los catecúmenos como para sus familias. Tras ello, ambas bautizadas recibían también el Sacramento de la Confirmación, junto con una tercera. Todas ellas acompañadas de los fieles, que con sus velas les acogían en el seno de la Iglesia.
“El mal no tiene la última palabra”
Un tiempo de fiesta, de alegría, “porque Cristo ha resucitado para dar sentido a nuestra vida. Se ha roto el techo de la muerte. Cristo es el vencedor. Y se abre a todos nosotros la vida eterna”. Así comenzaba su homilía Mons. Gil Tamayo, quien aseguraba que lamuerte, el mal, no tienen la última palabra. “La última palabra la tiene Cristo resucitado, glorioso. Esa es nuestras esperanza”.
“Nosotros en este mundo secularizado, que vive la cultura de la muerte y pensamos que solo se vive de estar bien; en un mundo desanimado, necesitamos recuperar con más fortaleza la expresión creo en la vida eterna”.
También se dirigía a las chicas que iban a recibir el Bautismo, a las que aseguraba que quedarían transformadas. “Habéis entrado en esta Iglesia como criaturas de Dios, pero vais a salir como hijas de Dios. Vais a iniciar una vida nueva, con unos compromisos para los que Dios os va a ayudar”.