“En la Cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino hasta el Cielo”

En silencio, postrados ante el altar desnudo. Así comenzaba la celebración del Viernes Santo en la Catedral de Ávila. Unos oficios que pronto se convertía en una celebración de exaltación de la Santa Cruz, la forma visible de la redención que nos ofrece Cristo al cargar con nuestros pecados.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo G. de Vega)

“Hoy contemplamos un hombre con el rostro desfigurado, que tomó sobre Él el pecado de muchos. El Buen Pastor, ya que cuando estábamos errando como ovejas descarriadas cargó sobre sí nuestros pecados”, destacaba Mons. García Burillo. El Hijo del Hombre, que se entrega por nosotros hasta una muerte en Cruz, que paradójicamente se convierte en un signo de esperanza. “Como decía Santa Teresa, En la Cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino hasta el Cielo. Ahora cada cristiano lleva en su cuerpo con gozo las marcas de Jesús. Mirándole en la cruz todo nos convida a amar. Todo nos da voces para amarlo y para que nunca lo olvide nuestro corazón”.

Un misterio, el de la Cruz, que efectivamente sólo se comprende desde el amor: “El hombre se explica cuánto le ama a Dios y es inducido a amarlo”.

El Administrador diocesano de Ávila animaba a los presentes a no estar distraídos “como los centuriones, que estaban más preocupados de repartirse sus vestiduras. Cristo busca consoladores y no los encuentra”.

Y terminó su homilía destacando la figura de la Virgen: “Mientras los discípulos huyen, María permanece a los pies de ja cruz con su hijo. Al igual que ahora, cuando andamos en medio de la inseguridad, ella permanece a nuestro lado”.

La celebración de Viernes Santo continuaba entonces con la Adoración de la Cruz, y la Comunión de los fieles, con las formas consagradas que habían sido reservadas desde ayer en el Monumento.

Ahora, la Iglesia aguarda en silencio y recogimiento, a la espera de la luz de la Resurrección. Porque la muerte no tiene la última palabra.