Santa Teresa de Jesús, una mujer excepcional

Eucaristía en la Catedral del Salvador, para conmemorar los 50 años de la proclamación de Santa Teresa como Doctora de la Iglesia

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“Una santa tan singular y tan grande. Reformadora y fundadora. Escritora genial y fecunda. Maestra de vida espiritual. ¡Qué atrayente es esta figura!”. Palabras que glosan la esencia de Santa Teresa de Jesús. Son algunos de los epítetos con los que San Pablo VI se refirió a ella durante su proclamación como Doctora de la Iglesia. Hoy los parafraseaba el obispo de Ávila en el marco del 50 aniversario de esta efeméride tan singular.

Ha sido durante su intervención en la homilía de una Misa en la Catedral del Salvador, que centralizaba los actos organizados por la Diócesis, la Universidad Católica y la Orden del Carmelo. junto al obispo abulense, concelebraban el Cardenal Arzobispo emérito de Madrid, Mons. Rouco Varela, así como el Obispo emérito de Ávila y Administrador Apostólico de Ciudad Rodrigo, Mons. Jesús García Burillo.

Mons. Gil Tamayo explicaba cómo hace 50 años, en 1970, lo que se realizaba fue tan solo constatar el mismo título que el sentido de fe del pueblo de Dios ya le había atribuido a la santa andariega. “No valían ya los obstáculos de la consideración de que era mujer”, siendo la primera fémina en obtener tan magno acontecimiento.

“Santa Teresa es Doctora no solo por sus dotes sino por su profunda espiritualidad. Pablo VI destaca como su gran legado la oración. Todos reconocían en Teresa esa prerrogativa de ser madre y maestra de espirituales. Pero donde está todo es en el mensaje de la oración. Eso presupone la primacía y centralidad de Dios. La oración de Teresa es un trato de amistad con Dios. Supone el reconocimiento de su finitud y pequeñez”. 

“Teresa de Jesús es, ante todo, una mujer de Dios”, continuaba el prelado abulense. “Estos valores son especialmente necesarios en este mundo secularizado. Parece que nos da hasta miedo nombrarle, y hemos perdido expresiones muy habituales como ‘quedaos con Dios’, o ‘gracias a Dios’. Hemos de reconocer a Dios como el centro de nuestra vida, y esto exige también que nosotros tomemos consciencia de nuestra pequeñez”. 

“Reivindicar la oración es reivindicar a Dios. Y, con ello, reivindicar la dignidad del hombre porque es criatura de Dios. No es una acumulación de células, una criatura más en el orden creado, sino un hijo de Dios. Solo así se puede entender la grandeza del ser humano en todos los estadios de la vida, desde el inicio hasta el final”.

“Poner a Dios como nuestro centro nos lleva a vivir con una esperanza nueva, que no tiene nada que ver con el enfrentamiento de unos con otros, con ideologías que nos separan. Nos lleva a intentar un acercamiento de unos y otros, sin que se impongan intereses particulares”. En este sentido, reflexionando sobre la situación actual, “de dependencia, en la que constatamos que estamos necesitados unos de otros, que todo esto no es solo un argumentación para ocupar horas de telediarios, sino un sufrimiento que nos está cambiando la vida”, D. José María apostaba por dejar “los intereses particulares de lado. Reivindicar a Dios es reivindicar la fraternidad. No me cansaré de repetirlo en este tiempo: no se trata sólo de rezar a Dios, sino de orar por los demás. En estos tiempos de pandemia, donde tanta gente sufre, los cristianos debemos no solo socorrerlos con ayuda material, o también con atender a lo que nos dicen las autoridades. Debemos rezar para que pase pronto esta pandemia, que nos dañe lo menos posible”.

Haciendo referencia asimismo a las palabras de San Pablo VI en 1970, en las que destacaba su origen español, Mons. Gil Tamayo exponía cómo ese origen estaba impregnado de esencia cristiana. “Son nuestras raíces, las de nuestra tierra, nuestra manera de ser, nuestro ADN cristiano. (…)  España, nuestra fe, nuestras raíces, nuestra vida social, nuestra manera de entender la vida, hunde sus raíces en la fe que nos trajo el apóstol Santiago. Pidamos para que las raíces cristianas empapen nuestra vida y no sean sólo una reliquia del pasado sino que se vuelvan una verdadera acción evangelizadora”.

Finalmente, atendiendo a las últimas palabras de Santa Teresa, en las que manifestaba su satisfacción por morir como hija de la Iglesia, D. José María pedía a los fieles que éste fuera nuestro verdadero sentido. “No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia como Madre”.

Inicio del Congreso Internacional “Teresa de Jesús, mujer excepcional”. El grueso del evento académico se desarrollará la próxima primavera

ACTO ACADÉMICO

La tarde comenzaba con la presentación del Congreso Internacional “Teresa de Jesús, mujer excepcional”, que se celebrará en la próxima primavera, y que organizan de forma conjunta la Diócesis, la UCAV y el Carmelo. Las tres instituciones han intervenido para explicar la singularidad y la importancia de llevar a cabo este evento académico.

David Jiménez, prior del Convento de la Santa, ha querido fijarse en el hecho de que, mientras la mayoría de los Doctores de la Iglesia (36 actualmente, y 4 de ellos mujeres) han estudiado y han profundizado en las Escrituras, como San Agustín, Santo Tomás, Santa Teresa era justo todo lo contrario “Ella no estudió en ninguna universidad, ni profundizó en los clásicos, no sabía latín. Cuando miramos a Teresa de Jesús vemos que es una mujer de experiencia. Su doctrina nace de la experiencia de Dios, que se transforma en testimonio en vida que nos quema. ¿Qué pensaría Teresa si se viera en un ambiente universitario?”. Entonces, ¿de dónde nace la doctrina de Santa Teresa? De su experiencia de Dios. “Cuando la Iglesia mira a Teresa de Jesús es una mujer de experiencia. Su doctrina nace de la experiencia y así lo dice el Papa San Pablo VI el día de su doctorado. Doctora de la experiencia de una vida que nos quema, nos consume y nos invita a engolosinarnos con esa misma experiencia con la que ella alimentó su corazón. Le pedimos que nos haga arder el corazón”

Por su parte, el Vicario de Pastoral y Delegado diocesano para los Jubileos Teresianos, Jorge Zazo, Iglesia y universidad coinciden en su defensa y búsqueda de la verdad. “Y esto es importante en estos tiempos donde el relativismo se impone casi dictatorialmente, donde se enseña a dejarse llevar por las opiniones sin buscar las raíces, y donde esta deriva del relativismo conduce a una imposición ideológica. Santa Teresa no es prisionera de las ideologías. En este congreso buscamos descubrir su verdad como mujer, como santa, como reformadora y como religiosa. No estamos recordando a Teresa de Cepeda y Ahumada, sino a Santa Teresa de Jesús. Lo que a ella le define es su determinada determinación de ser amiga de Cristo e Hija de la Iglesia. Lo que determinan sus escritos es la búsqueda de la vida eterna. Una vida que podemos alcanzar gracias al sacrificio de Cristo, al espíritu derramado en nuestros corazones. Como esa es la meta, lo decisivo es saber adónde vamos y lo relativo es por dónde llegamos a esa vida divina que en Cristino se nos regala. Ser esposa y ser madre son dos de los elementos más constitutivos de ser mujer. Y en este sentido ella nos ayuda a descubrir la hermosa verdad de algo que una de las ideologías de nuestro mundo tiende a disolver. Lo mejor es aquel estado en el que todos los hombres reconocerán lo que dijo la Santa”.

Finalmente, Lydia Jiménez, presidenta del Consejo Directivo de la Universidad Católica de Ávila y directora de las Cruzadas de Santa María, ha recordado el hecho de que Santa Teresa de Jesús es Doctora Honoris Causa de la UCAV, una universidad en la que “se reclama que nuestros profesores y alumnos se acerquen a su figura y se dejen engolosinar por ella. La mujer más santa, y la más santa de las mujeres”. Y ha anunciado que, desde la Cátedra de la Mujer de la universidad se realizará, como contribución al congreso, una obra de teatro, un musical, y distintas comunicaciones, para que toda la universidad esté implicada en esta gran conmemoración.

El acto se ha completado con la conferencia del Dr. Juan Antonio Marcos “Teresa de Jesús: un verbo irregular (¿Por qué sigue cautivándonos?)”, en la que definía a la Santa abulense como una mujer excepcional, una de esas personas que aparecen de vez en cuando en la historia de la humanidad.

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