Fontiveros abre el Año Santo: «San Juan de la Cruz es un espejo en el que nos podemos ver reflejados»

Fontiveros ha vivido hoy un día especialmente significativo, no solo para la localidad natal de san Juan de la Cruz, sino para toda la diócesis de Ávila. La parroquia de San Cipriano se ha quedado pequeña para acoger a los numerosos fieles que han querido participar en la apertura de la Puerta Santa y en la eucaristía con la que se ha dado comienzo de forma oficial al Año Jubilar en la diócesis de Ávila dedicado al santo carmelita por los 300 años de su canonización, y los 100 años de su proclamación como Doctor de la Iglesia. Junto a ellos, han estado presentes numerosas autoridades locales, provinciales y regionales, así como vecinos llegados de toda la comarca de La Moraña, volcados con una celebración que marca un hito espiritual y eclesial.

Los santos, espejo que llama a la conversión

La misa ha estado presidida por el obispo de Ávila, monseñor Jesús Rico García, quien, tras la apertura solemne de la Puerta Santa, ha pronunciado una homilía profundamente centrada en la figura y el mensaje espiritual de san Juan de la Cruz. Desde el inicio, el prelado ha invitado a mirar al santo de Fontiveros como “un espejo en el que nos podemos ver reflejados”, reconociendo que, cuando los santos se convierten en espejo, “acabamos descubriendo que no lo damos todo por Dios, que somos egoístas y que en nuestra vida hay poca oración”.

Por eso, Mons. Rico explicaba cómo a veces los santos “nos dan miedo”, porque son profetas que llaman a la conversión y nos recuerdan con fuerza las palabras de Jesús: «Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío».

San Juan de la Cruz, maestro de los caminos hacia Dios

El obispo ha recordado que san Juan de la Cruz es, como decía san Juan Pablo II, “el gran maestro de los senderos que conducen a la unión con Dios”, y que sus escritos siguen siendo hoy plenamente actuales. Un camino que pasa por la fe, porque, subrayaba Mons. Rico, «solo ese conocimiento en la fe dispone al entendimiento para la unión con el Dios vivo».

Una vida dura, concreta y fecunda

El prelado abulense ha querido desmontar una visión idealizada del santo, subrayando con realismo la dureza de su vida. “La vida de san Juan de la Cruz no fue un simple volar en nubes místicas, sino una vida muy dura”, marcada por las dificultades como reformador, por las oposiciones dentro de su propia orden y, de manera muy especial, por la experiencia de la cárcel, donde estuvo expuesto a insultos y maltratos físicos.

Sin embargo, recordaba que fue precisamente en esos meses de prisión cuando escribió algunas de sus obras más hermosas, ayudándonos a comprender que el camino con Cristo se convierte en “luz y fuerza” en medio de un caminar “tantas veces fatigoso y duro”, hasta el punto de que las penalidades se transformaron para el santo en espacio de encuentro con Dios.

La fragilidad como lugar de gracia

Monseñor Jesús Rico ha destacado la profunda identificación de san Juan de la Cruz con Cristo y la dignidad con la que afrontó la adversidad. En un mundo que huye del sufrimiento y lo esconde, el testimonio del santo invita a mirar la fragilidad “como espacio de gracia, de encuentro y de plenitud”.

La vida del santo, afirmaba, «enseña que la verdadera santidad no humilla ni abruma, sino que dignifica y humaniza», y que incluso el sufrimiento, sin dejar de serlo, puede convertirse, por la gracia de Dios, en camino de transformación.

No imitar al hombre, sino a Jesucristo

El obispo ha insistido en que los santos son modelo, pero no fin último, porque “no quieren que les sigamos a ellos, sino a Jesucristo”. En este sentido, ha citado expresamente a san Juan de la Cruz, recordando una de sus enseñanzas más claras: «Nunca tomes por ejemplo al hombre en lo que hubieras de hacer, por santo que sea, porque te pondrá el demonio delante sus imperfecciones. Sino imita a Jesucristo, que es sumamente perfecto y sumamente santo, y nunca errarás».

Volver a Cristo, lo primero y más decisivo

La homilía ha girado así en torno a la centralidad del misterio de Cristo, algo que fue constante en la vida de San Juan de la Cruz, y que hemos de imitar todos los cristianos. “Volver a Cristo es lo primero y más decisivo”, ha afirmado monseñor Rico, advirtiendo de que, si la experiencia de fe no es fuerte, el cristiano se debilita en un mundo donde ser cristiano resulta, muchas veces, algo extraño.

Subrayaba el obispo así que la renovación de la Iglesia solo llegará, como en tiempos de san Juan de la Cruz, desde la fuerza de quienes tienen raíces profundas y viven la plenitud de una fe madura y enraizada en Cristo.

Un Año Jubilar marcado por la esperanza

En el marco del Año Jubilar que estamos a punto de concluir en toda la Iglesia universal, el obispo ha puesto el acento en la esperanza, recordando el lema elegido para este Jubileo Sanjuanista: «La esperanza tanto alcanza cuanto espera», enlazando así los dos años santos. Animaba asimismo a los fieles a cultivar esta virtud como un don, aprendiendo el arte de la confianza incluso en el silencio y en el ocultamiento de Dios, tan presentes en la experiencia espiritual del hombre contemporáneo.

“El desánimo que a veces nos invade no puede tener la última palabra”, ha señalado, invitando a no quedarse detenidos, sino a volver la mirada a la meta y retomar el camino con confianza.

Apertura oficial del Año Jubilar en la diócesis

Monseñor Jesús Rico ha recordado finalmente que con la apertura de la Puerta Santa en la parroquia de San Cipriano comienza oficialmente el Año Jubilar concedido a la diócesis de Ávila con motivo del tercer centenario de la canonización de san Juan de la Cruz, celebrada el 27 de diciembre de 1726, y del primer centenario de su proclamación como doctor de la Iglesia, el 24 de agosto de 1926.

Este templo será uno de los templos jubilares en nuestra diócesis, junto a la basílica de Santa Teresa de Jesús (en Ávila capital) y la iglesia del convento de las Carmelitas Descalzas de Duruelo (en Blascomillán).

“Cristo sigue contando con nosotros”

El obispo ha deseado que este tiempo jubilar sea para todos los fieles, y de modo especial para la parroquia donde fue bautizado el santo, una ocasión para dar gracias a Dios y avanzar en el camino de la conversión personal y pastoral. Y ha concluido la homilía con una llamada esperanzada: “Cristo, hermanos, sigue contando con nosotros. Dejémonos conquistar por Él para poder ser en nuestro mundo testigos de esperanza, de reconciliación y de paz”.


Al finalizar la eucaristía, monseñor Jesús Rico ha participado en la ofrenda floral ante la imagen de san Juan de la Cruz que preside el centro de Fontiveros, un gesto con el que se ha querido expresar la devoción y el compromiso de toda la diócesis. De este modo, queda inaugurado oficialmente el Año Jubilar de San Juan de la Cruz en la diócesis de Ávila, bajo la guía espiritual del santo carmelita nacido en esta tierra.

Fotografías realizadas por Gonzalo G. de Vega