Con motivo de la solemnidad de Pentecostés, nuestro obispo Don Jesús ha compartido con nosotros un mensaje en el que invita a recibir con gratitud el don del Espíritu Santo y a vivir con compromiso la vocación cristiana en todos los ámbitos de la vida.
En esta jornada, que también celebra el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, y bajo el lema “Testigos de esperanza en el mundo”, en sintonía con el próximo Jubileo de 2025, el obispo recuerda que Pentecostés no es un final, sino un nuevo comienzo. “Con Pentecostés termina el tiempo de Pascua, pero ahora empieza todo”, afirma, subrayando el llamado de todos los cristianos a continuar la misión de Jesús con la fuerza del Espíritu.
“El Espíritu Santo no nos permite quedarnos encerrados”, señala. “Somos enviados a contar lo que hemos visto y oído junto a Jesús. Proponer la fe no es ofrecer un sistema, sino un camino, un camino vivo que se recorre con los ojos fijos en Él”.
Mons. Rico destaca también la importancia del testimonio personal como vía de evangelización creíble para los hombres y mujeres de hoy. “La fe se transmite con la vida”, dijo, y añadió que este testimonio debe darse tanto en la vida eclesial como en el entorno familiar, laboral, educativo y en el cuidado de la creación.
Asimismo, el obispo hace una fuerte llamada al compromiso del laicado en la vida pública y en la Iglesia, insistiendo en que, sin el Espíritu Santo, la Iglesia se convierte en una estructura vacía. “Sin el Espíritu, Dios está lejos, Cristo se queda en el pasado, la misión se vuelve propaganda. Pero con Él, todo se transforma: la misión es un Pentecostés prolongado, la liturgia se convierte en memoria viva, y el obrar cristiano es libertad y liberación”.
El mensaje concluye con una invitación a acoger con alegría el don del Espíritu, “por el que participamos de la misma vida de Jesús y continuamos su misión en el mundo”.