Sacerdote abulense en Roma: “Todo el Pueblo de Dios participa en el cónclave con su oración”

En los días en que Roma se convierte de nuevo en el corazón espiritual del mundo católico, el sacerdote abulense Francisco Javier Calvo Tolosa, uno de los más jóvenes de nuestra diócesis, vive con intensidad y recogimiento el clima previo al cónclave que elegirá al próximo Papa. Aunque su presencia en la capital italiana no guarda relación directa con el evento, su vivencia desde el Colegio Español es un reflejo de cómo toda la Iglesia universal acompaña este momento decisivo. Así lo compartió con nosotros en una entrevista el pasado viernes en El Espejo de Ávila

“Llevo ya varios años en Roma haciendo la tesis doctoral”, explica Calvo Tolosa, quien ha estado compaginando en el último curso sus estudios con la docencia en la Universidad Católica de Ávila, además de asumir algunas responsabilidades pastorales encomendadas por el obispo. Agradecido por el permiso concedido para permanecer en Roma durante estos días claves, el sacerdote no oculta su emoción por vivir tan de cerca un momento histórico para la Iglesia.

Aunque no forma parte del cónclave como tal, reivindica la participación espiritual de todos los fieles: “Todos participamos en el cónclave. Todo el Pueblo de Dios participa con la oración. La Iglesia entera está clamando unida por un nuevo Papa”. Una afirmación que encierra la profundidad de una visión teológica del proceso de elección papal, lejos de reduccionismos mediáticos o lógicas mundanas.

Desde su residencia en el Colegio Español de Roma, Calvo Tolosa tiene ocasión de convivir estos días con algunos cardenales, incluidos los españoles. “Es muy enriquecedor escuchar sus reflexiones y el sentir que tienen sobre hacia dónde debe dirigirse este cónclave”, comenta. Entre ellos, destaca la figura del cardenal Ricardo Blázquez, también abulense, quien presidió recientemente una emotiva misa funeral por el Papa Francisco, en la que recordó que “no debemos angustiarnos pensando en quién debe ser el próximo Papa, sino confiar en que Dios ya lo ha elegido”.

El joven sacerdote hace suyas esas palabras y llama a alejarse de las luchas de poder o enfoques políticos que a veces contaminan la percepción de estos procesos: “Tenemos que tener una visión sobrenatural. No es una cuestión de programas ni de candidatos; es el Espíritu Santo quien guía a la Iglesia”.

En cuanto al ambiente en la ciudad, afirma que Roma, acostumbrada a estos grandes acontecimientos, mantiene una sorprendente normalidad. “Es como si llevara esto en la sangre”, dice entre risas. Aun así, reconoce la emoción que se respira en lugares como la Plaza de San Pedro, a la que espera poder acudir en cuanto se anuncie la esperada fumata blanca.

En medio de todo, su vida sigue marcada por el equilibrio entre la oración y el estudio. “Dedico tiempo a la oración personal y comunitaria, sin dejar de avanzar en la tesis, que está ya en fase de corrección”, señala con serenidad.

“Estar aquí es un regalo”, concluye, con la certeza de que lo más importante en estos días no es la expectación mediática, sino la vivencia espiritual del Pueblo de Dios, que aguarda, reza y confía.