“Jesús desea entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas”

En la solemne celebración del Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, el obispo de Ávila presidió la Eucaristía en la catedral abulense con una homilía centrada en el amor humilde y redentor de Cristo. Ante los numerosos fieles congregados en el primer templo de la diócesis, el prelado recordó que “al igual que en Jerusalén, Jesús desea entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas”.

Una celebración que comenzó, como es costumbre, en el trascoro, donde Don Jesús pudo bendecir los ramos de los feligreses. Entre ellos, una gran presencia de la Juventud Antoniana, que participaría también en la posterior procesión.

Inspirado por el Evangelio que narra la entrada de Jesús en Jerusalén, Mons. Rico explicó que Cristo “viene a nosotros humildemente, pero viene en el nombre del Señor”, y lo hace no con poder, sino “con la fuerza de su amor divino”, que “perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos”.

Durante su reflexión, el obispo subrayó que la salvación no se produjo mediante gestos grandiosos, sino a través del camino del sacrificio: sin alardes y sin una «entrada triunfal ni milagros poderosos», sino en la más absoluta humildad. Citando al apóstol Pablo, destacó dos verbos fundamentales en el misterio de la redención: “Se vació y se humilló”. “Jesús se despojó de sí mismo, renunció a la gloria del Hijo de Dios y se hizo el Hijo del hombre para solidarizarse con nosotros pecadores”, expresó.

Mons. Rico insistió en que Cristo “caminó entre nosotros en condición de siervo, no de rey ni de príncipe”, y que precisamente en esta actitud se revela “el verdadero rostro de Dios, que es la misericordia”. En este sentido, recordó que Jesús “perdona a sus crucificadores, abre las puertas del paraíso al ladrón arrepentido y toca el corazón del centurión”.

La homilía también invitó a la reflexión personal a partir del relato de la Pasión según San Lucas, en el que “aparecen muchos más personajes que en otros Evangelios”. El obispo animó a los presentes a preguntarse: “¿A qué personaje de la pasión me parezco más?”, y los exhortó a asumir el compromiso cristiano: “Como discípulos, estamos llamados a elegir el camino que nos ha trazado Jesús. El camino del servicio, del don, del olvido de sí mismo”.

La celebración concluyó con una llamada a la contemplación en estos días santos: “Detengámonos para mirar al Crucificado. Con su entrega, Jesús nos invita a caminar por su camino. Dirijamos nuestra mirada a Él y pidamos la gracia de comprender al menos algo de este misterio de su amor por nosotros”.

Tras la celebración, tuvo lugar la tradicional procesión de La Borriquilla, organizada por la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli, en la que se muestran el paso que representa a Cristo entrando en Jerusalén a lomos de un asno, y la Virgen de los Infantes, portada por los niños de la Juventud Antoniana. La procesión retrasó su salida 45 minutos debido a la lluvia que arreciaba sobre la ciudad, aunque finalmente pudo realizarse sin complicaciones … hasta el tramo final, cuando la lluvia hizo de nuevo acto de presencia y obligó a proteger las imágenes con plásticos para poder llegar hasta el convento de San Antonio, de los Padres Franciscanos.

Fotos: Gonzalo G. de Vega
Fotos: Gonzalo G. de Vega