En el marco de las fiestas del colegio diocesano Pablo VI, el obispo de Ávila ha incidido en el valor de poner al servicio de todos nuestros dones, para superar juntos las dificultades.
En la parroquia de San José Obrero, llena de alumnos de Primaria y Secundaria del centro educativo de la diócesis, Mons. Jesús Rico ha explicado a los jóvenes la necesidad de sobreponerse ante las dificultades cotidianas. “Subir cuestas es costoso, es pesado y todos sabemos que la vida tiene sus cuestas. Una cuesta puede ser el trabajo, los estudios, a veces las relaciones que van tan bien pero tenemos una mala palabra, un mal gesto y tenemos rupturas con los amigos. Es decir, en la vida hay momentos de dificultad, no nos sentimos a veces comprendidos”.
Pero, “lo que vale, cuesta”, afirmaba el obispo. “Esas cuestas, esos problemas, esas dificultades, nos ayudan a crecer, a madurar. No tenemos que olvidar como cristianos que Jesús, como con aquellos discípulos, sube la cuesta con nosotros. Nos da su mano cuando podemos estar cansados, decepcionados, pero nos pide también que demos nuestra mano a los demás. No olvidar que no estamos solos en nuestro caminar”.
Y, no olvidando que, además de poner nuestra esperanza en Dios, hemos de querernos “sinceramente como hermanos, que nos apoyemos unos a otros”.
“Todos tenemos muchas cualidades. También es verdad que tenemos nuestros defectos, nuestras dificultades. Pero lo importante es poner unas cualidades junto a las otras y salir adelante. No hacer que las dificultades nos frenen, nos paren, sino ser capaces de, en esas cuestas, el que tiene buenas piernas ayudar a caminar, el que tiene buenos ojos alerte por dónde van”. Por ello, Mons. Rico pedía a los alumnos poner cada uno “nuestro granito de arena, no discutir quién es más, quién es menos, sino cada uno aportar lo que tenemos para poder subir esas cuestas”.
Recordaba asimismo don Jesús la memoria de San Pablo VI, que celebramos este 29 de mayo, y que da nombre al centro educativo, y quien “acuñó aquel término de la civilización del amor”. En ese sentido, concluía el obispo su homilía invitando a los jóvenes a poner “nuestras cualidades a disposición de los demás” para que ” poco a poco vayamos construyendo un mundo más solidario, un mundo más fraterno, un mundo en el que vaya reinando esa civilización que llamamos del amor”.