El Aula de Doctrina Social de la Iglesia que ha impulsado Cáritas en nuestra diócesis no ha podido tener un mejor comienzo. Más de un centenar de personas asistían este jueves a la charla de Fray Emilio Rocha, arzobispo de Tánger. El prelado franciscano regresaba a la ciudad que había sido su hogar durante una década para dar una visión en primera persona del drama de la inmigración en el norte de África. “Sobrevivir o vivir” era el título de esta interesante ponencia. Dos palabras semántica y vitalmente distintas. “Sobrevivir es la condición de quien tiene cada momento que preocuparse únicamente de respirar y poder llegar al final del día. Y por tanto, esas dimensiones preciosas de la vida, que es el cuidado de la familia, la amistad, la fiesta, vivir con esperanza, eso queda relegado por la preocupación de cómo llegar al final del día. Nosotros tenemos la experiencia, por desgracia, en la diócesis de Tánger, de muchas personas que sobreviven. Han sobrevivido a una larga marcha por el desierto, en el campo de la migración, y les toca sobrevivir en una sociedad que tantas veces se les presenta hostil. Pasar del sobrevivir a vivir es una tarea preciosa que la Iglesia quiere llevar a cabo en muchas de nuestras realidades a través de Cáritas parroquial, y luego, arropada por la Cáritas diocesana”.
Ante un drama como la migración, la percepción es muy diferente si lo enfocamos desde el punto de partida o desde el de llegada. Mons.Rocha trajo hasta Ávila la visión de quien se ve forzado a abandonar su tierra. “Yo conozco Marruecos y Tánger. La migración no es tan grave para la sociedad marroquí. Es un número importante de migrantes el que acogen, sí. Pero, por ejemplo, yo puedo decir que en la diócesis de Tánger hemos atendido el año pasado en torno a 10.000 migrantes y tenemos 5 millones de habitantes. Sí les afecta a ellos personalmente, en cuanto a que los canales de integración son muy difíciles. En Marruecos conseguir trabajo es prácticamente imposible si no eres marroquí. Por tanto, son personas que viven en la clandestinidad, si no tienen documentos, con el peligro real, porque sucede tantas veces que la policía los detenga. Últimamente hay un poquito más de mejor trato, pero acaban siendo deportados hacia el sur de Marruecos, a Casablanca o al desierto, para que vuelvan otra vez por el camino a sus países de origen. Por lo tanto, no es tanto lo que ellos afectan como negativo ante la sociedad marroquí, cuanto cómo ellos no pueden integrarse en una sociedad que está muy estratificada. y que tiene una cierta xenofobia también hacia la población migrante.”
Cómo superar los prejuicios
La conferencia del arzobispo de Tánger brindó a los presentes diferentes claves para afrontar el problema migratorio. La escucha a quien nos necesita, la acción de acogida, la solidaridad y el compartir lo que somos y tenemos son algunos ejemplos de lo que reflexionó el prelado. Uno de los más importantes, el de la superación de prejuicios: “Yo creo que el tema de los prejuicios es muy humano, forma parte de cualquier persona ante una realidad que no conoce pero que le empieza a afectar. Si no te afecta, pasas olímpicamente. Es verdad que aquí en Europa, pero también en Marruecos, también nosotros, los europeos que vivimos allí, hay prejuicios, hay imágenes preconcebidas, que ya te imaginas que los migrantes de tal país son de esta manera, lo cual no se corresponde con la realidad. Y también ellos tienen sus prejuicios respecto a los europeos. Hay países europeos que ellos saben que son más prósperos, pero no quieren ir porque entienden que esa población es menos receptiva, menos acogedora, menos hospitalaria; mientras que hay otros países que son todo lo contrario. España para ellos es un paraíso en este sentido: nos ven muy cercanos, muy acogedores, muy cálidos. Son prejuicios positivos, que luego a lo mejor no se corresponden con la realidad. Entonces, tratar de evitar todo esto se consigue más fácilmente cuando hay comunicación, cuando hay diálogo, cuando hay relación interpersonal, cuando no nos movemos únicamente por imágenes y por noticias, sino poder contactar con ellos, comprender que ellos como nosotros lo que pretenden es, si tienen hijos, poder educarlos, acceso a la vivienda, poder tener una vida serena. Eso es lo que ellos desean como nosotros. Los prejuicios, tratándonos personalmente se eliminan, se frenan al menos.”
La cuestión es que muchas veces las actitudes que escuchamos o vemos cerca de nosotros no se corresponden tampoco con lo que debería ser la realidad. Es decir, cuando alguien ha tenido una experiencia negativa con algún migrante… al final hace del uno un todo y se les ponen etiquetas. Es muy difícil superar esos prejuicios y algunos de ellos incluso se han hecho parte del discurso social, lamentablemente. “Hay mucha ideología detrás de ese planteamiento de la población migrante de una manera u otra. Es verdad que quien migra y llega a Europa o a España llegan a una situación de precariedad, después de haber sufrido muchísimo, y encuentran de nuevo más dificultades, pretender que estas personas se manifiesten con serenidad, con alegría, es muy complicado. Yo he tratado con marroquíes y con migrantes en España, y ahora los trato allí, y te encuentras con modelos totalmente distintos. Los propios marroquíes son un pueblo extraordinariamente acogedor, cordial, sereno. y los migrantes, una vez que entren en una estructura de acogida, son personas que lo que quieren es buscar un trabajo, poder enviar dinero a su familia, tener una tarde para salir de fiesta con los amigos, son personas muy serenas, muy normales. Pero claro, cuando vienen aquí forzados por una necesidad, con un montón de precariedades, viven a la defensiva, y, como es lógico, incluso algunos delinquiendo. Sobrevivir o vivir, entramos en esa dinámica. Y a veces para sobrevivir se ven obligados a cometer actos que son profundamente irreprobables y que no son justificables, pero estoy seguro que cualquiera de nosotros en su situación también lo haríamos”.
Cáritas, en el centro de la acción
Finalmente, pero no menos importante, Fray Emilio Rocha habló de cómo pasar a la acción. “Yo no soy pesimista. Al terminar la charla, me he encontrado con personas que están trabajando en Cáritas, y me han contado y me han enseñado en los móviles, fotografías, de la tarea que están haciendo. ¿Qué se puede hacer para pasar a la acción? Pues integrarse en Caritas, por ejemplo. Caritas ya está en la acción. Tendrá que trabajar aún más, potenciar, pero ya es una posibilidad real en esa ciudad de Ávila y en esta diocesis de acoger no solamente a los migrantes, sino a las personas en precariedad. Y los migrantes, evidentemente, forman parte de este colectivo. Nos toca animar a que Cáritas siga actuando, y a que los ausentes del programa se acerquen a su parroquia. Y, por lo menos, que no preguntemos ‘¿y esto de Cáritas qué es?’, que no pensemos que es un sitio donde se da una coleta el día del Corpus y ya, sino un área donde podemos darnos a nosotros mismos nuestro tiempo, nuestras cualidades, y aportarlos y ofrecerlos a quien más lo necesita. Cáritas no es una ONG, es el corazón de la Iglesia. Y un corazón que late y palpita gracias a mucha buena gente”.