Los últimos sucesos en Tierra Santa mantienen al mundo en vilo. Las imágenes del drama humano que está suponiendo esta escalada de las hostilidades entre Israel y Palestina no pueden dejarnos indiferentes. Pero, más allá de los intereses propagandísticos de unos y otros, es necesario acercarnos a esta realidad de la mano de quienes mejor la conocen.
Por ello, hemos querido hablar con José Manuel Sánchez Caro, sacerdote de esta diócesis. Lleva desde los años 80 viajando con frecuencia a Tierra Santa para realizar diversos estudios e investigaciones. Y además, durante 3 años, fue el director del Instituto teológico y Bíblico de la Casa de Santiago, en Jerusalén. Décadas de relación con una zona que jamás ha conocido en paz: “Yo no he conocido el país de Tierra Santa sin conflicto. Un conflicto que se extiende desde los orígenes. Desde que en 1948 la ONU declaró el Estado de Israel y dividió aquel territorio con la mejor voluntad del mundo, pero no fue aceptado por el mundo musulmán y concretamente por el mundo palestino. Fue la primera guerra. Desde entonces hay muchas otras y un estado de tensión que se palpa habitualmente”.
“Israel es un Estado legítimo, y hay que aceptarlo”
Reconoce que la situación actual que ve a través de los medios de comunicación le produce “muchísima tristeza”. Una situación que trata de explicarnos de forma sencilla para comprender qué es lo que está pasando: “El Estado de Israel es un Estado legítimo, es un Estado democrático, es un Estado que tiene sus virtudes y sus vicios como los tiene el Estado español, exactamente igual, y que depende mucho también de quiénes sean sus gobernantes. Pero es un Estado legítimo y hay que aceptarlo. El mundo palestino no ha podido hacer un Estado porque no han sido capaces de organizarse. La Cisjordania con capital en Nablus es imposible, pues lo que se llama la Autoridad Palestina no tiene capacidad para organizarse (aparte de que la corrupción es muy grande allí). Y en la zona de Gaza, pues domina un grupo que es terrorista y es mucho más difícil todavía. Allí casi imposible. Por otra parte, el Estado de Israel no siempre ha sido generoso, sino que ha ocupado también zonas del mundo palestino para anexionarlas a Israel: unas veces por seguridad. otras veces pues también para acrecentar el territorio y situar allí a sus habitantes. Y eso también crea problemas. Por eso, esta especie de tira y afloja, ese deseo de que haya dos estados en un territorio, pues es una buena intención, pero lo veo muy difícil”.
Desde luego, en un conflicto de este tipo no se trata de blanco y negro, de buenos y malos: hay muchos matices de grises. Y si juntamos pretensiones territoriales con grupos terroristas, el resultado es una mezcla completamente explosiva. Por ello, Sánchez Caro no ve una solución a corto plazo. “Una solución de verdad tendría que partir de una buena voluntad por parte del mundo palestino y el mundo musulmán y árabe que le rodea para llevar a cabo un Estado que tuviera buenas relaciones con Israel; es más, que se apoyara en el Estado floreciente de Israel. Pero hay elementos ideológicos, también algunos elementos religiosos distorsionados que lo impiden”.
“Cada vez hay menos cristianos en el país de Jesús”
Y apunta algo preocupante: quienes más padecen, aunque no se dice nunca, son los palestinos cristianos. “Porque ni son musulmanes, y no tienen por tanto la solidaridad del mundo musulmán; ni son judíos, y no tienen por tanto la ventaja. de pertenecer a un Estado organizado, democrático y floreciente. Esto hace que cada vez haya menos cristianos originarios en el país de Jesús. Y eso también entristece”.
Mientras tanto, a nosotros aquí en Occidente, nos queda confiar en la diplomacia y en el sentido común, si es que se puede seguir confiando en el sentido común de la humanidad. “Hay que confiar, como ha dicho el Patriarca de Jerusalén, el franciscano Cardenal Pizzaballa, en la buena voluntad de todos. Hay que rezar entre todos para que Dios nos ayude a encontrar en ese lugar tan importante y tan decisivo del mundo un poco de paz. y un poco también de riqueza para que la gente pueda vivir honradamente”, destaca D. José Manuel.
El sacerdote abulense, consciente de la complejidad del conflicto, quiere asimismo enviar un mensaje para situarnos ante este drama humano: “les pediría a todos, especialmente a los cristianos, que no simplifiquemos. No digamos ‘yo soy palestino’, o ‘yo soy judío’. No: somos de todos. No somos de los terroristas. Y tenemos que estar dispuestos a ayudar a todos a convivir lo mejor posible”.