“La libertad existe, precisamente para que podamos amar y responder a la llamada de Dios”

Mons. Luis Argüello, en una imagen de archivo de una de sus últimas intervenciones en Ávila

Desde el pasado viernes, Cebreros se ha convertido en foco de atención por la celebración del Life Giving Fest. Es un festival que ya llevan varios años realizando desde el Secretariado diocesano de Pastoral Juvenil, y que trata este año sobre la libertad desde múltiples perspectivas. Una de ellas es la libertad espiritual. Y el ponente que tenemos para esa cuestión es de excepción. Estamos hablando del presidente de la Conferencia Episcopal Española, y Arzobispo de Valladolid, Mons. Luis Argüello, que conversará hoy lunes con los jóvenes, y con quien tuvimos además el placer de conversar en el programa “El Espejo de Ávila” (Cadena COPE). Esto fue lo que nos contó.

P. Entre tantos jóvenes, don Luis, se va a sentir usted completamente rejuvenecido …

R. Pues sí, me alegra mucho, sí, poder pasar esta jornada veraniega con los jóvenes y además poder reflexionar con ellos y celebrar juntos la fe.

P. Como hemos explicado, el punto central de este festival en general es la libertad. Explicada desde distintos puntos de vista, desde distintos ángulos, concretamente su intervención va a versar sobre la libertad desde el punto de vista espiritual. Atendiendo a esta cuestión, me gustaría saber qué percepción tiene del asunto. Y si piensa que, no solo los jóvenes, sino la sociedad en general goza de libertad en términos generales.

R. Yo creo que es un desafío grande. Por una parte, vivimos en una época que se hace un elogio enorme de la libertad. Y por otra hay dudas de si verdaderamente somos libres con tantos condicionamientos de todo tipo, con lo que significa también la llegada de la inteligencia, que es uno de, podríamos decir, de los componentes básicos de lo humano, de la inteligencia artificial, de otras cosas. Yo creo precisamente que, como mencionabas, la libertad espiritual, es decir, el creer en la cuenta de que las personas somos sujetos espirituales, es lo que fundamenta, que podamos decir, si la libertad existe y tiene su lugar en el desarrollo de la persona, en decir quiénes somos y para quién somos.

P. Una libertad que pasa también por el descubrimiento, efectivamente, de la propia identidad personal y de la propia identidad cristiana, que no es fácil en estos momentos sentirse libre confesando la fe católica, la fe cristiana. No es que en España esté perseguida ni mucho menos como en otros países, pero sí que es verdad que hay un cierto reparo en manisfestarlo públicamente, especialmente entre la gente joven también, que les cuesta mostrarse cómo son y cómo viven su fe.

R. Sí, porque quizás la propuesta de la fe es una propuesta de decirnos que somos hijos y hermanos, el reconocernos hijos, es decir, que recibimos, además del don de la vida, que es lo básico, muchas otras cosas de otros y que además somos hermanos, lo cual vincula a nuestra libertad, a las relaciones con los demás. A muchos les parece que eso es perder libertad, que quita independencia, porque tanto decir ‘soy hijo’ como decir ‘soy hermano’ me vincula a otros y de alguna forma hace que seamos interdependientes. Y esa es una palabra sospechosa para muchos que piensan que la libertad en cuanto se ponen en relación con otras cosas disminuye, cuando es justo lo contrario.

P. Vivimos en un mundo muy complejo, con muchas prisas, con muchas distracciones. ¿Le preocupa que tantas ocupaciones puedan hacer que se descuide la vida espiritual en este sentido?

R. Sí, ciertamente. Cuando se vive como muy hacia afuera, siempre pensando en los estímulos que podemos recibir, en las sensaciones que podemos tener, en las experiencias que piden que de alguna forma nos movamos, viajemos, aunque solo sean viajas a través de pantallas, se corre el riesgo de dejar de buscar en nuestro interior lo que verdaderamente fundamenta todos estos asuntos de los que estamos hablando en positivo. La vida de las personas, la vida como don, la vida de la libertad, la libertad de los demás para responder a sus inquietudes.

P. Con respecto a la vivencia del amor, que es el fundamento de todo cristiano, también se habla en este sentido de la libertad de poder elegir, de poder ser plenamente libres. Y muchas veces esa libertad le lleva a muchas personas, especialmente a los jóvenes, a alguna elección de una vida más solitaria en ese sentido. ¿Se está enfrentando de alguna manera la libertad al amor o al proyecto conyugal?

R. Sí, cuando se absolutiza la libertad, fieles a una comprensión de la persona más como individuo, tiene esto una consecuencia inesperada, que es la soledad, por una parte, o las dificultades para establecer alianzas, tanto en la amistad como en el amor conyugal, y que esas alianzas puedan ser para toda la vida. No en vano el elogio de la libertad desvinculada, por llamarla así, de esta manera, está provocando unas dificultades muy grandes para sellar alianzas. Y en concreto para la alianza matrimonial, e incluso en la propia alianza matrimonial para la dificultad de abrirse a la vida, pensando que también a veces los hijos disminuyen esa libertad. Es verdad que en los contextos sociales, económicos, laborales, de vivienda en el que vivimos también son condicionantes de la libertad humana.

P. No queremos adelantar mucho de su intervención de este lunes en Cebreros, pero sí que me gustaría, Don Luís, que me contara cuál va a ser el mensaje que quiere ofrecer a estos jóvenes, no solo de Ávila, sino de toda España

R. Pues, primero, que la libertad existe. Y que la libertad que existe está relacionada y no la podemos separar, de comprender quiénes somos, hijos y hermanos, y para quién somos, para ofrecer nuestra vida a los demás, viviendo la vida como vocación. La libertad existe, y existe precisamente para que podamos amar y responder a la llamada de Dios.

Entrevista realizada por Auxi Rueda, directora de Comunicación de la diócesis de Ávila