Se cierra una puerta, pero no nuestra aspiración a ser santos como Teresa

Mons. Rico cierra la Puerta Santa de la Basílica de Santa Teresa de Jesús (Foto: Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila)

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (Fotos: Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila)

Eran poco más de las 6 de la tarde, cuando Mons. Rico, obispo de Ávila, giraba la llave de la Puerta Santa y sonaban las notas del Himno de España en la plaza que alberga la Basílica de Santa Teresa de Jesús. Con el último giro en la cerradura se daba por concluido un Jubileo Teresiano que se ha extendido en el tiempo durante año y medio, al unirse el IV Centenario de la Canonización de Santa Teresa con el Año Jubilar periódico que tiene concedida la diócesis de Ávila cada vez que la fiesta de su patrona coincide en domingo (como es el caso en este 2023).

Hace exactamente 580 días de la apertura de esa misma puerta, por nuestro entonces obispo y hoy Arzobispo de Granada, Mons. Gil Tamayo. Era el 13 de marzo de 2022, y aún llevábamos las mascarillas que indicaban que la pandemia de COVID estaba aún presente entre nosotros. Más de 500 días que han servido para acercarnos a la espiritualidad teresiana en su misma raíz, en los lugares en los que ella dejó su impronta en Ávila, tierra que la vio nacer. 

Y, al igual que ocurrió aquel domingo del pasado año, esta tarde de sábado los exteriores de la Basílica se llenaban de fieles para ser partícipes de este acontecimiento. Numerosas autoridades civiles y militares, entre las que destacaba todo el pleno del Ayuntamiento de Ávila, representado por sus 25 concejales, distintos parlamentarios nacionales, y representantes del Cuerpo de Intendencia, de quien es también patrona Santa Teresa de Jesús, entre otros. Mención destacada para la Sección de Damas y Caballeros Alféreces Cadetes de la Academia General Militar, que participaron en el acto.

Una vez cerrada la Puerta Santa, todos cuantos se encontraban en la plaza hicieron su entrada en la Basílica de Santa Teresa. Y, mientras tomaban asiento, una pequeña representación de dichas autoridades religiosas, civiles y militares, se dirigieron a la Capilla del Nacimiento para allí, en el mismo lugar donde vino al mundo Teresa de Cepeda y Ahumada, firmar en el libro de honor del Jubileo. Estuvieron presentes el obispo de Ávila (Mons. Jesús Rico), el Deán de la Catedral (D. Antonio Collado), el rector de la Basílica (Padre David Jiménez), el Provincial de la Orden del Carmelo (Padre Francisco Sánchez Oreja), el obispo emérito de Salamanca (Mons. Carlos López), y el alcalde de Ávila (D. Jesús Manuel Sánchez Cabrera).

(Foto: Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila)

“Se cierra la puerta, pero no la misericordia de Dios”

Y comenzaron las solemnes Vísperas, como es tradición cada 14 de octubre. Presidía el Rector de la Basílica, y en el presbiterio se sentaba Mons. Rico junto a los representantes del Cabildo Catedralicio. El Padre David se dirigió a los presentes calificando el acto del cierre de la Puerta Santa como algo “entrañable y hermoso a la vez. Cerrar la Puerta Santa no es cerrar sólo una puerta, no es echar la llave a un año de actividades y de encuentro con la figura de teresa de Jesús. Esta puerta es algo más que una reja, algo más que una frontera entre lo de fuera y dentro. Simboliza a Cristo. Quienes atravesamos esa puerta significa hacerlo con una profunda convicción: querer adentrarnos hacia la puerta de nuestra vida, que es Jesús. Es un verdadero acto de cambio de vida, de contrición”.

(Foto: Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila)

“Lo que hemos querido celebrar este año y medio es nuestra voluntad de acercarnos cada vez más a Jesús. Hemos tenido una guía excepcional. Ojalá hermanos que este segundo Año Jubilar Teresiano nos haya ayudado a conseguir lo más importante, que no son logos promocionales ni una agenda de actos, sino atravesar la puerta de Cristo y acercarnos cada vez más a Él”.

Recordando la inscripción de la placa de la Puerta Santa, el Rector de la Basílica apuntó que “la puerta para entrar a este castillo es la oración. Que Teresa nos enseñe a cada uno de nosotros a ir a ese encuentro con Cristo. Y que cada uno de nosotros continuemos con valentía en ese camino de la santidad al encuentro con el Señor. No olvidemos que se ha cerrado la puerta, pero nunca se cierra la misericordia de Dios”.

“No nos conformemos con una vida mediocre y sin aspiraciones”

Por su parte, y antes de concluir el acto, Mons. Rico quiso recordar la importancia del Año Jubilar ahora concluido, no como un “conjunto de actividades, no es un programa cultural o festivo, no es una competición numérica para saber si han venido más o menos peregrinos. Es, en su raíz misma, una celebración religiosa profunda, que luego, evidentemente, tendrá otro tipo de ramificaciones o implicaciones”.

“Verdaderamente ha sido un tiempo de gracia”, confesaba el obispo de Ávila. “Un tiempo de gracia del Señor para acercarnos a la propuesta de santidad que nos ofrece Santa Teresa de Jesús”. Y es que la santidad ha sido el eje conductor durante este año y medio en cada una de las celebraciones, misas jubilares, actos y actividades. “Esa propuesta de acercamiento al Señor, poniéndole como centro de todo, abandonándonos confiados en ese “solo Dios basta” que nos sitúa frente a las dificultades del mundo”.

(Foto: Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila)

Citando a Edith Stein ( quien debe a Santa Teresa su decisión de convertirse a la fe católica), Mons. Rico recordó que “el maravilloso trabajo de formación” de la Santa “no ha terminado con su muerte. Su influjo llega más allá de las fronteras de su pueblo y de su Orden. Tampoco permanece limitado a la Iglesia, sino que influye también en los que están fuera. La fuerza de su lenguaje, la veracidad y naturalidad de su estilo, abre los corazones y los introduce en la vida divina. El número de aquellos que le deben el camino hacia la luz se conocerá sólo en el final”.

Un influjo que, señalaba el obispo, se ha visto reflejado en los cientos de personas “de todo el mundo que, con motivo de la celebración del Año Jubilar, se han acercado hasta Ávila para beber de la espiritualidad teresiana, convirtiendo esta Basílica en un hervidero de devotos de nuestra Santa abulense”. Ante este hecho, Mons. Rico deseaba que esas “semillas de santidad” den sus frutos “en tantas buenas gentes que se han visto atraídos por la figura de nuestra insigne paisana”.

El prelado abulense también quiso referirse a una de las expresiones teresianas más compartidas, y que tanto significado tiene en la actualidad: “en tiempos recios, amigos fuertes de Dios”. “Esta frase ha de tener hoy una especial resonancia para nosotros, animándonos a no conformarnos con una vida mediocre y sin aspiraciones. Y a esforzarnos a crecer en una profunda vida de amistad con Cristo, a tomar cada día más conciencia del don inmenso recibido en el Bautismo y la Confirmación que nos impulsan a llevar el amor de Cristo a nuestros semejantes”.

Terminó su intervención con otra sentencia de Santa Teresa: “No os pido ahora que penséis en Él, ni que saquéis muchos conceptos. Ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento. No os pido más que le miréis”. En ese sentido, Mons. Rico pidió a los presentes tener esa “mirada fija en Jesús”, para seguir “recorriendo nuestro camino con esperanza”.

Un traslado multitudinario

Nada más concluir las Vísperas Solemnes, comenzó una de las citas más queridas por los abulenses, y que desde 2015 se ha convertido ya en toda una tradición: el traslado procesional de la imagen de Santa Teresa de Jesús desde la Basílica hasta la Catedral. La magnífica obra de Gregorio Fernández fue portada por el grupo de anderos de la Santa, y acompañada de las autoridades y un número de fieles inmensamente superior al de años precedentes. Entre aplausos llegaba al principal templo de la diócesis, recibida por el Deán y el resto del Cabildo. Y, con no pocas maniobras, fue colocada en la nave del crucero, donde permanecerá hasta la celebración de su fiesta mañana domingo.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (Foto: Gonzalo G. de Vega/Diócesis de Ávila)