“Abridme las puertas del triunfo”. Con estas palabras, Mons. Gil Tamayo abría la Puerta Santa de la iglesia del convento de Santa Teresa de Jesús. Eran poco más de las diez y media de la mañana de un soleado y frío día en Ávila, cuando el himno de España y el repique de campanas acompañaban el crujir de la reja. A sus pies, una frase de la Santa: “La puerta para entrar en este castillo es la oración”.
Comienza así de forma oficial un Año Jubilar, cuya gracia se prolongará en Ávila durante más de año y medio. Un Año Santo “no solo de actividades. Es un tiempo de gracia del Señor para recomponer en nuestra vida los que nos aparta de Él y de los demás. En definitiva, una búsqueda de la santidad”.
Así lo calificaba en su homilía el obispo diocesano, quien expresaba asimismo la convicción de que “la Iglesia nunca ha dejado de invitar a sus hijos a ser santos. De que sean, como señala el Evangelio, perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Como muestra, citaba el Concilio Vaticano II, quien señaló que “todos los fieles cristianos son llamados por el Señor a la perfección de aquella santidad de nuestro Padre que es perfecto”. Pero también al Papa Francisco en Gaudete et Exultate, “donde pide que toda la Iglesia promueva la santidad. Incluso con preguntas muy concretas: ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”
Exigencia de santidad en tiempos recios
“No podemos – continuaba Mons. Gil Tamayo – quedarnos en ser cristianos, católicos, creyentes y no practicantes”. Para ello, pedía volver “la mirada a estos santos” (en referencia a todos cuantos fueron canonizados junto a Santa Teresa de Jesús: San Isidro Labrador, San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola). “Ellos no nos remiten a un recuerdo de un pasado glorioso, sino a la exigencia de la santidad en estos tiempos recios en los que hacen falta amigos fuertes de Dios”.
“Estamos aquí por una vocación humana y sobrenatural, a realizarnos como personas, en comunidad, pero también como cristianos, en una irrenunciable vocación a la santidad. Santos de la puerta de al lado, nos pide el Papa”, apuntaba el obispo de Ávila, quien invitaba a los presentes a realizar una “mirada profunda desde la fe a Santa Teresa de Jesús y a esos cuatro grandes santos quienes la acompañan en este IV Centenario de su Canonización. Santos de una talla impresionante, llenos de virtudes”.
“Imitemos a Santa Teresa, su oración, su espiritualidad”
“¿Y qué decir de nuestra Santa? Una mujer excepcional, como la calificó San Pablo VI. Muy humana. Agraciada con el don de saberse expresar, siendo una de las grandes cumbres de nuestra literatura. Pero todo esto queda en nada si no descubrimos desde la fe la verdadera hondura de su personalidad, que fue tocada por Cristo, hija de Dios, esposa de Cristo”.
Y de nuevo, un llamado a seguir los pasos de la Santa hacia la santidad. “Imitemos a Santa Teresa, su oración, su espiritualidad, poniendo a Dios por encima de todo, en ese solo Dios basta, frente a las dificultades de nuestro mundo”, pedía Mons. Gil Tamayo.
Antes de concluir su homilía, el obispo abulense ha querido una vez más pedir por la paz, “para que acabe el conflicto injusto de la invasión de un pueblo que quiere vivir en libertad. Ayudemos todos con solidaridad cristiana, en ese obras son amores y no buenas razones”
“Ahora, más que nunca, en estos tiempos recios, hagamos caso a nuestra santa y seamos amigos fuertes de Dios”. Con estas palabras concluía su homilía el Prelado, acompañado en el altar por una amplia representación de la orden del Carmelo.
Antes de concluir la Santa Misa, Mons. Gil Tamayo ha concedido a los fieles la Bendición Papal con Indulgencia Plenaria para todos los presentes y todos cuantos habían seguido la retransmisión de la Santa Misa a través de Televisión Española.
Procesión con homenajes a la Santa
Una vez concluida la Eucaristía, ha comenzado una procesión extraordinaria por las calles de la ciudad, con la imagen de Santa Teresa esculpida por Gregorio Fernández. Una procesión que tuvo tres paradas en su recorrido. La primera, junto al Arco del Alcázar, donde el Ayuntamiento realizó una ofrenda floral ante la imagen de la Santa. La segunda parada, junto al Ayuntamiento, donde el alcalde Jesús Manuel Sánchez Cabrera obsequió a la Santa con un detalle en nombre de la ciudad de Ávila a su alcaldesa honoraria: un dardo que simbolizaba aquel que atravesó el corazón de Santa Teresa durante su transverberación. La tercera parada, en el Palacio de Polentinos, donde recibió el homenaje del Cuerpo de Intendencia que honró con cánticos y lluvia de pétalos de flores a su patrona.
De vuelta a su casa natal, Santa Teresa fue acogida entre vítores por una ciudad de nuevo volcada con su patrona, que comienza a vivir un intenso Jubileo. Una ocasión propicia para acercarnos a la santidad de esta gran mujer de fe. Teresa de Jesús. Teresa de Ávila.
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