En Ávila hay un dicho que asegura que nada comienza hasta después de la Santa (en alusión a la fiesta de Santa Teresa, que se celebra el 15 de octubre). La realidad, sin embargo, desmiente este chascarrillo, y al igual que ha comenzado el curso escolar a pleno rendimiento, también lo ha hecho el curso pastoral en la diócesis.
Un curso en el que se cerrará el Plan Diocesano de Pastoral con el que se lleva trabajando los tres últimos años, y con el que el Vicario de Pastoral de la diócesis se muestra “bastante contento”. “Pese a las dificultades de los primeros años, debido a la pandemia (que alteró el trabajo de los grupos), en líneas generales puedo decir que estoy bastante satisfecho. No tanto por resultados en sí, que estos se verán más a largo plazo, pero sí con la forma en la que se va trabajando. Creo que se ha trabajado bien, en una línea sinodal, que es lo que nos propuso después el Papa Francisco y que nuestro obispo de entonces (D. José María) nos lo había dado como una especie de anticipo: una propuesta y método de trabajo novedoso entonces, pero que estaba en plena sintonía con lo que quería el Papa”.
Jorge Zazo apunta a una continuidad de esa línea de trabajo sinodal, ya que nuestro nuevo obispo, D. Jesús, ha hecho suyo este Plan Pastoral, queriendo que se mantenga y se continúe en su proceso. “La forma de llevarlo a cabo es esa sinodalidad de la que hablaba anteriormente: las parroquias y los distintos grupos trabajarán la ficha de este año, y lo ideal sería que invitaran a ello a gente que no está habitualmente metida en esta dinámica”.
Pero ojo, la sinodalidad no quiere decir que todo el mundo opina de todo (que eso sería no haber comprendido al Papa cuando ha hablado sobre estas cuestiones). “La dinámica sinodal nace de una escucha de la Palabra de Dios. No se trata tanto de ponernos de acuerdo de forma asamblearia en algo, sino de invocar juntos al Espíritu, y escuchar juntos lo que Dios tenga que decir a su Iglesia a través de la atención a la Palabra, la atención a la comunidad, la atención a los pobres, atención a la misión de la Iglesia, y atención a las necesidades de la sociedad”, destaca el Vicario.
En todo caso, también se va a trabajar en conexión con los años anteriores. Y es que, según explica, los cuatro temas del Plan Pastoral (comunión, anuncio, liturgia y caridad o compromiso social), “no son compartimentos estancos. La Iglesia sólo es misterio de comunión en cuanto que celebra, anuncia el Evangelio y está presente en el mundo. La Iglesia sólo está presente en el mundo en tanto que celebra, anuncia y vive en comunión. Es importante no pensar que cada tema es un capítulo distinto del Plan Pastoral, sino descubrir el eje vertebrador, la línea que une a todos ellos. Y que, en el fondo, es el Misterio de Jesucristo, Dios hecho hombre”.
“El compromiso de los bautizados”
Este último curso del Plan Pastoral, el correspondiente a 2023 – 2024, está previsto que se reflexione y se trabaje sobre ese cuarto apartado referido a la Caridad. Pero concretando su significado, “porque la palabra ‘caridad’ a veces nos puede llevar a confusión, cuando se la entiende únicamente como solidaridad y atención con los pobres y necesitados. Pero, en concreto, la ficha que vamos a trabajar este curso se titula “El compromiso de los bautizados”. Y en ese compromiso entran, por supuesto, esas acciones que requieren una atención más específica a nuestros hermanos necesitados; pero también la acción social del cristiano, la presencia de la Iglesia en el mundo, la implicación en la vida pública, en la política. Todo lo que se refiere a una Iglesia de puertas abiertas, que no solamente aspira a anunciar el Evangelio, sino que, haciéndolo, quiere formar parte activa de la sociedad y quiere hacerse presente en medio de todas las inquietudes actuales”.
Y, aunque estuviera previsto tocar este tema en este último año del Plan diocesano de Pastoral, lo cierto es que conecta perfectamente con otras iniciativas que se están llevando a cabo en al Iglesia universal respecto a la necesidad de una presencia mayor y comprometida del cristiano en la vida pública. Esto obedece a que esta cuestión es una de las claves del Congreso nacional de Laicos que celebramos en 2020, que puso sobre la mesa las líneas fundamentales de la acción evangelizadora para los próximos años. Como explica el Vicario, “una de esas líneas era precisamente la presencia social. Los cristianos no podemos quedar recluidos en la sacristía, no nos dedicamos sólo a la liturgia o a la oración. Cristo, al hacerse hombre, asumió todo lo humano. Y forma parte de todo lo humano vivir en un contexto social. Hay una especie de secularización externa, de laicismo, que pretende que la Iglesia ‘se dedique a sus cosas’, que no intervenga en lo público y que no quiera imponer su criterio sobre los demás. Desde luego, esa no es nuestra pretensión, no queremos imponer nada a nadie. Pero tenemos el derecho y el deber de presentar, con sencillez, nuestra forma de ver y comprender el mundo, la Historia y el ser humano”.