Siete nuevos Celebradores de la Palabra en ausencia de presbítero para la unidad pastoral de Arévalo

El pasado domingo, 25 de febrero, nuestro obispo Don Jesús presidió la Celebración del Envío de 7 laicos que ejercerán como Celebradores de la Palabra en ausencia de Presbítero en la unidad pastoral de Arévalo. Vienen colaborando activamente con los pueblos de la unidad pastoral desde finales de octubre. En concreto, en 12 pueblos de la zona: Palacios de Goda, Tornadizos de Arévalo, Donvidas, Sinlabajos, Aldeaseca, Villanueva del Aceral, Sanchidrián, Adanero, Gutiérre Muñoz, Orbita, Espinosa de los Caballeros y Arévalo. “Desde ese momento formamos un equipo pastoral compuesto por dos o tres miembros de cada pueblo para afrontar la nueva situación pastoral y para acoger el camino un poco doloroso que teníamos que asumir. Entre otras cosas, porque en algunos pueblos no se celebraba ya la Misa el domingo”, nos explica el párroco de Arévalo, Sebastián Gil.

Uno de los pasos que se empiezan a replantear es la necesidad de formar Celebradores de la Palabra, ya que hay interés de que la comunidad se reúna cada domingo, pero, debido a la carga pastoral de los sacerdotes, así como la elevada edad de muchos de ellos, o la dispersión geográfica de las parroquias (muy despobladas, en algunos casos), lo hacía casi imposible. Por eso, el párroco de Arévalo cuenta cómo “pensamos en personas concretas y se lo propusimos. Hemos iniciado un camino de formación mensual con ellos y a partir de el mes de marzo van a realizar Celebraciones de la Palabra en diversos pueblos. Creo que es un momento significativo para la zona y también una apuesta de futuro”. 

Celebraciones en ausencia de presbítero

La celebración de la Eucaristía dominical es el centro de la vida cristiana y el núcleo de la vida de la comunidad. Hay que recordar esta importancia y potenciar la celebración de la Misa del domingo en todas las parroquias; los fieles tienen derecho, y hay que hacer todo lo posible para asegurársela. Pero, en nuestros días, y especialmente en algunos lugares del mundo rural, no siempre es posible asegurar cada domingo la celebración de la Eucaristía. La bajada de las vocaciones, la edad elevada de los sacerdotes y la necesidad de poder llegar a todas las parroquias abulenses para que ninguna localidad, por pequeña que sea, se quedara sin celebración comunitaria el domingo, ha propiciado que la figura de los agentes de pastoral que celebran la Palabra en ausencia de presbíteros se haya convertido en un apoyo muy importante para la Iglesia. Se trata de hombres y mujeres laicos, casados o solteros que, aun lejos de suplir las funciones de un sacerdote, sí pueden dirigir celebraciones sin consagración. Celebraciones ,que no Misas: por tanto, no hay ofertorio, ni consagración, aunque si son agentes extraordinarios de la Comunión, con el pan y vino previamente consagrado por un sacerdote.

Estas celebraciones están previstas en el Código de Derecho Canónico (c. 1248,2), y existe un Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, publicado por la Congregación para el Culto Divino en 1988, donde se dan las orientaciones, criterios y normas para dichas celebraciones.

Estas celebraciones dominicales permiten a la comunidad reunirse en nombre del Señor resucitado, escuchar y acoger la Palabra de Dios, orar con toda la Iglesia, compartir la Comunión, y sentirse enviados al mundo para dar testimonio. Estas celebraciones ayudan a sentirse Pueblo de Dios, miembros activos y corresponsables todos de la Iglesia.

La Celebración dominical en ausencia de Presbítero no sustituye la Eucaristía. Cuando un domingo una comunidad se reúne en una celebración sin presbítero, es como una continuación de la Misa que se celebró el domingo anterior o la última vez, y que conviene que sea lo más a menudo posible. Las celebraciones en ausencia de presbítero no son lo mismo que la Eucaristía, pero es una buena manera de celebrar el domingo cuando no podemos participar de la Misa. Tampoco tienen la intención de sustituir al sacerdote, sino de continuar manteniendo el encuentro cristiano de los domingos, aunque el presbítero ese día no pueda estar allí.