Verano suena a vacaciones. A descanso. Pero también a planes divertidos, a ocio. A vida. Por ello, muchas instituciones ponen en marcha distintas iniciativas para que, especialmente los más jóvenes, puedan disfrutar del verano de una manera productiva.
Es el caso de Cáritas diocesana de Ávila, que a través de su programa de Infancia, Juventud y Familia ha copado los meses de julio y agosto de propuestas para todos. Comenzando por estos úlotimos días del mes de junio, en los que los usuarios de dicho programa están en el albergue de Piedra Caballera, en Navaluenga (perteneiente a la Fundación diocesana Obispo Santos Moro) disfrutando de su campamento de verano, que cumple su edición número 30. Son 40 participantes de entre 8 y 16 años, que están habitualmente en los recursos de Cáritas en la parroquia de San José Obrero o en el ICM en iniciativas de apoyo escolar, actividades de ocio, o apoyo familiar. “Entendemos esta actividad de convivencia como un medio para conectarnos más con ellos, y para generar esos espacios de ocio, confianza, buien trato, valores, deporte. Todo un regalo a final de curso”, nos cuenta Quintín García, responsable del programa.
Y, cuando vuelvan, del 10 al 16 de julio se pone en marcha toda una semana de ocio y tiempo libre. Una oportunidad para compartir con las familias y voluntarios actividades como ir a la piscina, cine de verano, talleres intergeneracionales… “Va dirigido no sólo a los niños y jóvenes, sino tambi´n a sus familias, a sus padres, abuelos, hermanos. Intentamos crear espacios de ocio para las propias familias y compartir esta comunidad para poder seguir generando actividades y puntos de encuentro. Queremos que intenten pasar tiempo con los hijos, y a la vez nosotros no qudarnos solos en ese trabajo con la infancia, pudiendo conocerlos desde un punto de vista diferencte, no solo en los despachos”.
El resto de julio y todo agosto, Cáritas ofrece siete semanas de Campus de Verano, abierto a toda Ávila a tiempo completo: actividad continua de lunes a viernes de 8:15 a 14:45. “Cualquier familia de la ciudad con hijos entre 8 y 16 años pueden participar”, explica Quintin, quien detalla asimismo que este campus ofrece actividades como piscina, gymkanas, talleres de manualidades …. “Y la primera parte de la mañana la dedicamos a seguir manteniendo esos hábitos escolares; no desde el aprendizaje, pero sí con alguna dinámica de animación a la lectura, juegos de lógica, etc. Siempre reivindicando el derecho al descanso de la rutina, porque igual que nosotros descansamos en vacaciones, los niños tienen derecho a parar y desconectar”.
En este Campus (para el que aún quedan plazas disponibles) también se realiza un trabajo transversal en valores. “Tenemos por ejemplo el almuerzo saludable, en el que trabajamos los hábitos de vida saludable. También la prevención y todo lo que tiene que ver con la desintoxicación digital, el desconectar un poco de las pantallas”. Pero, sobre todo, supone una opción perfecta para familias que trabajen esas semanas “y que no pueden permitirse otras actividades para sus hijos por el coste de las mismas: aquí tienen una alternativa mucho más económica o subvencionada totalmente en alguno de los casos para que los niños, dentro de su derecho al ocio, tengan alternativas para ellos”.
Y en septiembre, realizarán la ruta teresiana con otras Cáritas diocesanas. Pero eso será ya … después del intenso verano.
