“Mi diócesis, mi Iglesia local, siempre estuvo en mi corazón”

En esta fiesta de San Juan de Ávila, queremos acercarnos a la memoria, a los recuerdos de uno de los sacerdotes diocesanos que hoy van a recibir un homenaje por parte de todo el presbiterio abulense. Se trata de José Manuel Sánchez Caro, quien en septiembre de 2023 cumplirá nada menos que 60 años como sacerdote. Toda una vida que repasa agradecido.
José Manuel Sánchez Caro, sacerdote de la diócesis de Ávila

Sesenta años de vida sacerdotal es una cifra más que respetable … ¿Cómo está viviendo este aniversario?

Sobre todo lo vivo con muchísima acción de gracias a Dios, porque no es fácil llegar a los 60 años de sacerdocio con una salud relativamente buena. Afortunadamente no soy yo solo quien los cumple, sino otros dos de mi propio curso: Antonio Gutiérrez y Pedro García Jaén. Dos compañeros con quienes he compartido muchas ocasiones de vida pastoral y de fraternidad y amistad.

En estas seis décadas, ¿han cambiado mucho las cosas para un sacerdote o solamente es la sociedad la que cambia y han tenido que adaptarse a ella?

Pues cambia todo, naturalmente. Igual que he cambiado yo cuando me veo con la carita de niño que tenía el día que me ordené y me comparo con el viejales de hoy. Pero afortunadamente eso es la vida. La vida no se repite nunca, va cambiando y esperemos que sea siempre, al menos en general, para mejor.

Una vida que ha cambiado mucho, una Iglesia que ha cambiado bastante también a lo largo de estos 60 años y que seguirá cambiando, lógicamente, porque estamos en constante movimiento y en constante proceso de adaptación.

Así es. Yo me ordené el día 8 de septiembre de 1963, fiesta del nacimiento de la Virgen, porque el obispo don Santos no me dejó ordenarme antes, ya que no había cumplido ni siquiera los 23 años en marzo. Ese año, yo me ordeno el 8 de septiembre y el 8 de diciembre estaba ya en Roma, en la Plaza del Vaticano, en aquella bellísima plaza, sentado participando en la primera gran ceremonia solemne del Concilio Vaticano II, en la cual se promulgó la Constitución sobre liturgia. Es decir, que yo soy un hijo del Concilio Vaticano II. Cuando en mis clases, muchos años después, aludía yo al Concilio Vaticano II como algo familiar y conocido, me llevé la gran sorpresa cuando uno de mis alumnos me dijo: “¿Me ha dicho el Vaticano II o el Concilio de Trento?” Él lo veía exactamente igual, aunque hubiera 400 años de diferencia. Y ahí me di cuenta que el tiempo pasa y que muchas cosas cambian.

Cambian las cosas, pero la gente permanece. Y permanece, además, fiel a su Iglesia. ¿Cómo recuerda don José Manuel esos inicios con 23 años como sacerdote en el Ávila de aquellos momentos?

Pues era un Ávila más pequeñito que el de ahora. Muy cordial, la verdad, donde ya empezaban a notarse los síntomas del cambio que vendría después. El Concilio Vaticano II fue uno de ellos, y muy importante. Yo me ordené, inmediatamente marché a Italia, donde acabé los estudios y a la vuelta estuve en el seminario todavía con el gran rector, don Baldomero Jiménez Duque, y después en mi única parroquia rural, donde estuve un año (Muñotello y Pradosegar, y de donde tengo recuerdos maravillosos. Luego he estado siempre en el seminario y en la Universidad de Salamanca, pero nunca me he desligado de la diócesis. Aquí fundamos en tiempo del obispo Maximino Romero, el ICA, el Instituto Teológico Abulense, con el que yo creo que hicimos una tarea bastante buena, tanto en la formación permanente de los sacerdotes y de las religiosas, como en cursos dedicados a los laicos en la diócesis. Pero además he vivido siempre unido a las parroquias, primero a la parroquia de Santiago, donde fui adscrito y donde los domingos decía siempre la misa en San Nicolás; y después a San Pedro, donde actualmente soy también adscrito y celebro cada día la Misa.

La mía es, por tanto, una vida dedicada fundamentalmente a la educación y a la enseñanza, pero con un sentido de diócesis siempre muy cercano y muy abierto. Mi diócesis, mi Iglesia local siempre estuvo en mi corazón.

Siempre ligado a la diócesis, aunque tuviera otras ocupaciones … Porque también ha sido rector de la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Universidad Católica de Ávila.

En Salamanca estuve ocho años de rector y tres años antes de decano de la facultad de Teología. Y en la Universidad Católica de Ávila, don Jesús, nuestro obispo ordinario entonces, me pidió que estuviera de rector y lo acepté, y con él trabajamos durante cuatro años. Afortunadamente, pudimos consolidar un poquito la universidad. Luego el sitio más interesante donde he estado ha sido en Jerusalén. He estado tres años como director del Instituto Bíblico y Arqueológico de Jerusalén, y es también una experiencia muy profunda, muy y muy bella haber estado allí.

Desde luego, 60 años dan para seguir hablando 60 días más …

Dan para mucho. Tuve la gran suerte también de formar parte del grupo, el equipo directivo de la Federación de Universidades Católicas, Europeas e Internacionales, y eso me llevó a tratar con muchos rectores y muchos profesores de Europa y del mundo entero.

Una de las cosas que han cambiado también a lo largo de estos 60 años es el problema vocacional. De hecho, las ordenaciones de sacerdotes solían ser numerosas. Desgraciadamente, por ejemplo, en la diócesis de Ávila este año, no tenemos ninguna. Me imagino que esto, para ustedes, para los que han vivido en esa época tan floreciente en cuanto a vocaciones, supone también un cierto halo de tristeza.

Cuando uno conoce la historia de la Iglesia sabe que las circunstancias son muy variables. Por ejemplo, ¿sabías que en el siglo XVIII no quería el obispo que se ordenasen más sacerdotes en la diócesis de Ávila porque había demasiados, excesivos? Luego, antes de la Guerra Civil, tuvimos momentos igual de difíciles o peores que ahora. Gracias a Dios, tras esta triste guerra, hubo un resurgir vocacional.

Con esto quiero decir que hay que tener en cuenta que las circunstancias tanto sociológicas como religiosas eran muy diferentes a las de ahora. Dios provee de las personas necesarias para cada momento. Y Él sabe lo que hace.

 

Entrevista realizada por Auxi Rueda, directora de comunicación de la Diócesis de Ávila