Una llamada a la fraternidad universal en la que el hecho religioso no puede ser un componente de separación o enfrentamiento, sino de ayuda y base para que haya un avance social hacia el bien común. Podría ser el resumen de las palabras del Padre Julio Luis Martínez, rector de la Universidad Pontificia de Comillas, quien ha desgranado hoy en Ávila la última encíclica del Santo Padre, “Fratelli tutti”.
Lo ha hecho en el marco de la Formación Permanente del Clero, desgranando, punto por punto, las líneas generales de este documento. Toda una actualización y recopilación de la Doctrina Social de la Iglesia, que se une a “Laudato si” y a “Evangelii Gaudium”, formando un triplete que permite entender el planteamiento social del Papa Francisco.
Un documento cuyo hilo conductor insiste, según el ponente, en la idea de que “las religiones ofrecen un aporte valioso para la reconstrucción de la sociedad”. Pero que también observa la manipulación de la Religión y cómo esta se utiliza en determinados casos para alentar la violencia.
“Es el mensaje al mundo que intenta salir de la tragedia”
¿Realmente hacía falta una encíclica como “Fratelli tutti”? El Padre Julio lo tiene claro: “es el mayor regalo que se ha dado al mundo: una reflexión de conjunto en este tiempo de pandemia”. Y es que la encíclica recoge la idea principal de aquellas reflexiones de la impresionante oración del Papa Francisco el pasado 27 de marzo, ante una Plaza de San Pedro vacía: todos remamos en la misma barca. “Es el mensaje al mundo que intenta salir de la tragedia. Nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros a quienes amar. De hecho, no es un documento sobre la caridad general, sino sobre el amor fraterno que nos llama a todos, a partir de una primera apertura que es la amistad social”.
La universalidad, la fraternidad universal, es el objetivo de las reflexiones del documento papal. “El amor se va dilatando. Nos pone en tensión hacia una comunión universal. Nadie alcanza la plenitud aislándose. Nos necesitamos unos a otros, porque somos hermanos, no por razones utilitarias. Y ‘Fratelli tutti’ es esa llamada a la fraternidad de una manera concreta, como se puede comprobar en la parábola del buen samaritano: el encuentro y el cuidado”.
A partir de ahí, pasa a lo concreto, para focalizar cómo se puede lograr esa fraternidad universal. En el aspecto del cuidado habla, por ejemplo, de la importancia de la dignidad del ser humano, más allá de las circunstancias: “Es una de las grandes claves de la encíclica. Nadie tiene derecho a dañarla. Ni el lugar de nacimiento ni la residencia puede determinar que las condiciones de vida de las personas sean de desarrollo o no. Por eso, es necesario crear oportunidades en los países de origen. Pero mientras no haya avances, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano a encontrar un lugar donde desarrollarse familiarmente y como persona. Las claves de esta actitud son acoger, proteger, promover e integrar”.
Reflexiona también la encíclica sobre la necesidad de la promoción humana a través del trabajo. En este sentido, el Rector de la Universidad Pontificia de Comillas ha querido explicar uno de los puntos que más se pudo tergiversar cuando se presentó el texto: “Francisco jamás propone que la gente viva de subsidios. Para él lo importante no es repartir el dinero, sino asegurarse de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, los dones, las aptitudes. Esta es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino para una existencia digna”. Y es que “no hay peor pobreza que la que prohíbe el trabajo a las personas y la dignidad que eso conlleva”. En este sentido, “Fratelli tutti” propone alentar la creación de fuentes de trabajo y diversificarlas. Pero también centrarse en otro ritmo de vida, que incluye detenerse, tener tiempo para la familia, la contemplación.
Las consecuencias de la pandemia en la vivencia de la fe
En cuanto a la actitud de encuentro, el ponente explica cómo la encíclica insiste en la necesidad de la apertura al otro, algo que en tiempos de pandemia se ha tornado en ocasiones bastante difícil, ya que se han ampliado las posibilidades de comunicar, pero disminuyen las posibilidades de encuentro. De hecho, advierte sobre los peligros de una comunicación virtual, y pensar que una pantalla basta para estar conectados.
“La vivencia de la fe se puede haber visto afectada por el confinamiento y las medias de distancia. Corremos el riesgo de hábitos de apatía y de que la gente no vuelva a Misa. ¿Qué hacer ante la desazón que esto nos causa? Hay que aumentar el fuego de la vida espiritual. Es peligroso el que busquemos la libertad religiosa como un ariete para atizar. Cuidado con las polarizaciones que buscan hacer de esto una confrontación política. Ya volveremos y buscaremos formas para hacer volver a la gente. Habrá que ser imaginativos y usar muchos medios. Mientras tanto, demos gracias a Dios por la cantidad de acciones imaginativas que hemos realizado: celebraciones a distancia, cercanía a través de la pantalla, las redes como instrumento de celebración de la fe, … La sostenibilidad de la evangelización pasará por la digitalización, que forma ya parte de nuestra vida. Tenemos que vencer miedos.”
Una llamada a “hacer un sobreesfuerzo para sobreponernos a nuestros propios miedos y fatigas” para estar disponibles ante quienes están heridos (gente que no ha podido despedirse de sus familiares, gente que vive con culpabilidad por lo que ha pasado), y una reflexión sobre lo que debe ser la nueva política (alejada del neoliberalismo que busca los intereses de los más poderosos, y del populismo que encandila a un pueblo al que utiliza para sus propios fines) y la búsqueda del bien común, han completado la pormenorizada intervención del Padre Julio Martínez, que ha concluido con las ideas del discurso del Papa Francisco a Pedro Sánchez: “Las ideologías deconstruyen la patria. Debemos construir la patria con todos. Las ideologías sectarizan y no construyen pueblo. El pueblo es muy diverso, no es una cosa compacta. No es la representación de un único sentir. El Papa hace ver que el pueblo es una categoría dinámica y plural. También dentro de la Iglesia, porque la Iglesia es pueblo. Construir la patria con todos es la llamada que muchos lugares del mundo necesitan, y en concreto nuestro país”.