Con el templo a oscuras, una pequeña hoguera se iniciaba en el claustro de la Catedral. Allí, el Administrador Diocesano bendecía esa llama con la que se encendía el Cirio Pascual que, en solemne procesión, iluminaba todo el presbiterio. Comenzaba así la Vigilia Pascual en la noche de Sábado Santo, de nuevo con una gran participación de fieles, y que ha anunciado la Resurrección de Cristo rompiendo el silencio de la noche con el tañir de las campanas, que inundaban de sonido el centro de Ávila.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo González de Vega)
“Los muros de esta Catedral se abren a toda la Diócesis y al mundo para proclamar que ¡Cristo está vivo, ha resucitado!”. Así comenzaba Mons. García Burillo su homilía, en la que destacaba la Buena Noticia ocurrida esta noche de Pascua, con la que “se inaugura una nueva vida y renace la esperanza para la humanidad. La vida vence a la muerte, el amor vence al odio, la misericordia al pecado y la paz se hace realidad. Los muertos por la guerra, por el COVID, hoy vencen la muerte y resucitan con Cristo en espera de la resurrección final”.
Proseguía Don Jesús destacando el hecho de que la Pascua de Resurrección es como un faro de luz y esperanza en nuestras propias cruces. “A veces las pruebas diarias, las enfermedades o el trabajo apostólico nos llevan a preguntarnos con las mujeres del Evangelio: ¿Quién nos moverá la piedra del sepulcro? ¿Cómo podremos superar tantas pruebas? La Resurrección nos revela el poder del Padre, quien, cuando todo parecía terminado, escucha a Cristo en la cruz: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. ¿Y el Padre podría quedar callado? Su respuesta es la Resurrección del Hijo”.
“El fruto pascual nos da una vida nueva, la vida de los hijos de Dios. El bautismo nos ha liberado del pecado y nos ha incorporado al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia”, destacaba el Administrador Diocesano, que interpelaba a los asistentes a “correr, como San Pablo, para alcanzarle. Para ello es necesario conocerle con amor, amarle de obra y de verdad, y ser su testigo fiel”.
Y, ante tal acontecimiento, que inunda y da luz a nuestra vida, los cristianos no podemos permanecer callados: hemos de salir a anunciarlo. “Como el ángel envió a las mujeres a comunicar la alegría de la Resurrección, también nosotros enviados a ser testigos del poder amoroso de Dios. Porque el amor, cuando se tiene, no cabe dentro y sale fuera necesariamente. Quién ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo”. Sobre todo, por medio de nuestras obras, destacaba Don Jesús, “pues en esto conocerán todos que sois discípulos míos, dice el Señor”.
Al término de su homilía, Mons. García Burillo ha querido animar a todos a salir esta noche santa “con gran alegría, para acogiendo y transmitiendo la vida de Cristo Resucitado”.