Con la Catedral llena de fieles, hemos comenzado el Triduo Pascual en este Jueves Santo, el “día en que definitivamente Jesús se ha quedado con nosotros. Hoy nos acercamos al corazón de Cristo para escuchar su latido y acompasar nuestra vida a su entrega y amor.”.
Así lo expresaba durante la homilía Mons. García Burillo, quien destacaba ese “amor hasta el extremo” que mostró Cristo, y que comenzó con la entrega sin condiciones en la Última Cena: “Amar y ser amado es lo esencial de nuestra vida”.
“Pero, ¿en qué consistió la cena Pascual que Jesús preparó para los discípulos? La antigua figura del Cordero Pascual encontró aquella noche su plenitud en Cristo. El mismo era el Cordero Pascual, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. En esa cena, Cristo instituyó la Eucaristía y el sacerdocio, cuando, al partir el pan, pronunció: ‘Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros’, e inmediatamente prosiguió: ‘haced esto en memoria mía’. Desde entonces, Cristo vuelve a pronunciar estas palabras en la voz de los sacerdotes”. Por ellos ha pedido hoy el Administrador Diocesano, “para que no falten y puedan prolongar en el tiempo el misterio de Cristo”.
“Pero el banquete es también un sacrificio. En la Cena el Hijo de Dios ya presenta su sacrificio, pues adelanta lo que pasaría al día siguiente en el calvario, entregando definitivamente su vida. Por eso en la Eucaristía decimos :’Este es el Sacramento de nuestra fe’. Es la fuente y el culmen de la Iglesia porque Cristo se ofrece a sí mismo, y nos ofrecemos también nosotros junto al Señor”.
“Junto con María, Madre de todos, adentrémonos en el amor de Cristo y tengamos sus mismos sentimientos por la unidad de la Iglesia.
En nuestro caminar decimos: ‘ven señor Jesús'”.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo González de Vega)