La Santa recibe el cariño de los abulenses en el aniversario de su nacimiento

El día del cumpleaños de alguien siempre es motivo de celebración. Y más si ese “alguien” tiene razones más que sobradas para que su vida sea ampliamente celebrada por todos cuantos le rodean. Por eso, Ávila quiso ayer festejar el aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, ocurrido en este mismo lugar, en esta misma fecha (28 de marzo) de 1515. Y lo hizo con una preciosa y emotiva Eucaristía, que culminó con el encendido de más de 300 velas mientras los asistentes entonaban el “cumpleaños feliz” a su patrona.

GALERÍA DE IMÁGENES (fotos: Gonzalo G. de Vega)

Con una Basílica llena hasta los topes, pues la ciudad y los abulenses querían mostrar así su cariño y fervor por la Santa andariega. Y con algo que atraía las miradas de cuantos iban llegando a tomar asiento. Allí, en medio del altar, un pequeño cirio encendido felicitaba a Santa Teresa, recordando además que este cumpleaños coincide con la celebración del Año Jubilar Teresiano, pedido por la diócesis de Ávila y concedido por la Santa Sede. El cirio había sido encargado para la ocasión a las hermanas carmelitas descalzas del monasterio de La Encarnación, lugar donde la propia Teresa pasaría la mayor parte de su vida y donde se forjó su profunda espiritualidad.

La Eucaristía sirvió para recordar la importancia de la vida de Santa Teresa, después de que llegara al mundo en ese mismo lugar que hoy ocupa la citada Basílica. Así lo recordaba Mons. García Burillo en su homilía, que dedicó a resaltar aspectos claves en  la vida de la Santa, que siguen teniendo repercusión en la actualidad.

Así, el Administrador diocesano de Ávila recordó cómo Teresa de Cepeda y Ahumada nació en un ambiente de grandes cambios, “como lo es el de ahora”, y relató cómo era el Ávila del siglo XVI: “Una ciudad de 8000 habitantes, donde apenas quedaban judíos, pues habían sido expulsados previamente. Con unos 700 moriscos. Su economía se basaba en pequeñas industrias como la lana, empleando a unos 1000 trabajadores. Había distintas clases de nobles caballeros, hidalgos y el clero. La ciudad contaba con 200 clérigos (más que ahora), unas 335 religiosas en 7 conventos, y 191 sacerdotes en 8 parroquias. En aquel momento, la piedad se vivía intensamente en el seno de las familias, como la de la propia Santa. Había una clara implicación de las mujeres en la fundación de los monasterios (un buen ejemplo de emprendimiento femenino). Los territorios cambiaban con la expansión por América. Y en Europa nos encontrábamos con la Reforma luterana”.

En este contexto, quiso Don Jesús destacar a Santa Teresa de Jesús como una “mujer creyente, cuya fe la llevo a la reforma de vida en fraternidad”.

Mujer creyente

“Teresa dejó esta casa y marchó a la Encarnación. Allí, esa fe inicial vacilante fue progresando a lo largo de su vida”, señalaba Mons García Burillo, al tiempo que apuntaba cómo en este monasterio “Sintió la llamada a un cambio de vida”. Y llegó su primera conversión con el episodio en el que se encuentra con un “Cristo muy llagado”, y que terminó de fortalecer con las lecturas de San Agustín. “Esta fe viva de Teresa la impulsó a seguir a Cristo en tiempos recios. Ella renueva con nosotros la invitación a esa conversión”.

Mujer reformadora

Su fe ciega en el Señor, así como el apoyo y el ánimo de tantos otros, “le impulsaron a pensar en un convento reformado que respondiera a sus deseos de unidad con Cristo en comunidad, austeridad y clausura”. En este sentido, Teresa nos deja la enseñanza que ella mismo quiso inclulcar a sus hermanas: “Un nuevo modelo de relación con los demás, vivir el amor fraterno sencillamente y en lo diario”. Mons. García Burillo relacionaba esta invitación de la Madre Teresa al momento actual, haciendo referencia al hecho de que “hoy el Papa pide a la iglesia un estilo de vida sinodal escuchando a los herma os y sobre todo al Espíritu Santo”. E invitó a los asistentes a “abrir los ojos a los necesitados. A vivir sinodalmente. Las obras son necesarias”.

Mujer que entrega su vida

“La reforma no fue fácil”, confesaba el Administrador Diocesano. Pero, frente a esa dificultad, Santa Teresa se entregó “a lo que Cristo le pedía: sus Fundaciones. Hasta la extenuación, sacrificando incluso su propia salud. Es la ofrenda de Cristo por el bien de la humanidad”.

Terminó Mons. García Burillo destacando la sencillez de la Santa de Ávila: “Teresa, haciendo eso poquito que podía realizó un gran cambio en su vida y en la Iglesia. A nosotros el Papa Francisco nos aconseja no tener limite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño. Dejemos a un lado la globalidad de la indiferencia para entregar la vida a lo concreto. Como Teresa, estamos invitados a hacer nosotros lo mismo, a entregar la vida a Dios y a los hermanos.

Velas para una Santa

Tras la homilía, prosiguió la celebración eucaristía, que estuvo acompañada por los catos del Coro Gregoriano de La Santa, interpretando varias obras musicalizadas de la pluma de Santa Teresa. Junto al Administrador Diocesano, en el altar concelebraban entre otros el Prior de la Basílica (Padre David Jiménez) y el Vicario de Pastoral y Delegado episcopal para los Jubileos Teresianos (D. Jorge Zazo).

Justo después de la Comunión, se procedió al encendido de las más de 300 velas que se habían repartido a la entrada a todos los asistentes, y que llevaban serigrafiado el logo de la ciudad de Ávila y el del Año Jubilar. Tomando el fuego del cirio que presidía el altar, una a una se encendieron estas pequeñas luces en las manos de los fieles, quienes, al concluir la Eucaristía, cantaron juntos el “Cumpleaños Feliz” a su vecina más ilustre. Y, con las velas encendidas y el templo casi en penumbra, se produjo esa bella estampa de cariño y cercanía de Ávila con su Santa, saliendo juntos los fieles hacia la plaza y rodeando con las velas la imagen que preside la plaza de la Basílica. Una imagen para el recuerdo de un cumpleaños más que feliz, que será, sin duda, recordado como uno de los más emotivos de los últimos años.