Una Basílica “escuela de Iglesia, de fraternidad y compromiso”

“Un acontecimiento que pasará a la Historia”. “Un gran regalo para la diócesis y, por supuesto, para la ciudad de Ávila”.  Son dos de los calificativos con los que nuestro Administrador Apostólico se refirió a lo acontecido este sábado 27 de agosto en la iglesia de La Santa. O, mejor dicho, la Basílica de Santa Teresa de Jesús, pues ese día Mons. Gil Tamayo presidió la solemne celebración en la que el templo edificado sobre la casa natal de la mística abulense se elevó a rango de Basílica Menor. Sin duda, un momento para el recuerdo, marcado con rojo en el calendario de este Año Jubilar que estamos celebrando con motivo del IV Centenario de la Canonización de Santa Teresa.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo González de Vega)

Puntual comenzaban los actos. A las 20 hs se iniciaba la procesión de entrada, presidida por el umbráculo (también llamado conopeo o umbrella), símbolo de distinción de las basílicas. Falta aún por llegar a La Santa el tintinábulo (una especie de campanita), el otro símbolo basilical por excelencia.

La celebración contaba en el altar con el Prepósito de la Orden del Carmelo (P. Miguel Márquez), el Prior de la Santa (Padre David Jiménez), y el obispo emérito de Ávila (Mons. García Burillo). Presidía nuestro Administrador Apostólico, Mons. Gil Tamayo. Y, junto al presbiterio, la imagen de Santa Teresa, obra de Gregorio Fernández.

Nada más comenzar la celebración litúrgica, el Prior de la Santa compartió una semblanza en la que dejaba constancia de la historia del convento, desde sus inicios cuando los frailes adquirieron los solares de la antigua casa de los Cepeda y Ahumada, hasta el comienzo de su construcción, nada más ser canonizada Santa Teresa hace 400 años. El Padre David quiso así recordar la importancia del templo como centro de peregrinación internacional de quienes buscan la fuente de la espiritualidad teresiana.

Tras ello, Mons. Gil Tamayo elevó el templo al rango de Basílica Menor, leyendo el Prior la concesión del título por parte de la Santa Sede. Un momento histórico, secundado por largos aplausos de los fieles que llenaban la iglesia.

Continuaba así la celebración, en la que D. José María pedía que la Basílica de La Santa se convirtiera en una verdadera “escuela de la iglesia, de fraternidad y compromiso guiados por el magisterio de Teresa de Jesús, sirviendo al bien común y a la sociedad, empezando por los más próximos, rompiendo todo muro que nos separe”.

“Dios habita en nosotros, y hemos de ser conscientes de ello”, explicaba Mons. Gil Tamayo, quien recordaba cómo el significado de Basílica es el de ‘casa real’, la casa de Dios. “Cada vez que accedemos a un templo (y más en éste, que posee una Puerta Santa), necesitamos acceder a través de Cristo, centro de nuestra vida”. Para el Administrador Apostólico de Ávila, esta concesión del título de Basílica para La Santa “exige de nosotros santidad. Esto es un reclamo para la santidad: entrar con humildad y conversión en esta casa para caminar hacia Cristo a través del Sacramento del Perdón”.

“Vivamos aquí la oración como trato de amistad con Dios, como decía Teresa de Jesús. Vívannos aquí una conversión y una vuelta a Dios. Vivamos aquí el culto a Dios. Vivamos aquí la unidad de Iglesia que tiene como cabeza al sucesor de Pedro, al cual se vincula especialmente esta Basílica”, pedía insistentemente D. José María.

Una unidad que pedía también no sólo en la Iglesia, sino en toda la sociedad, ante los “tiempos difíciles” que se avecinan. “No son tiempos estos para egoísmos. Hemos de afrontar unidos los retos que se nos presentan, a escala personal, familiar, de nuestra ciudad y nuestro país. A escala global. Tenemos que estar fuertes, unidos, con la confianza de la fe, pues ‘quien a Dios tiene, nada le falta'”, concluía con las palabras de Santa Teresa.

Tras la homilía siguió la celebración litúrgica, que contaba con el acompañamiento musical del Coro Gregoriano de la Santa, quienes pusieron voz a alguno de los poemas más bellos de Teresa de Jesús. Y, justo antes de concluir la Eucaristía, el Delegado para los Jubileos Teresianos, Jorge Zazo, anunció el día marcado por Mons. Gil Tamayo como Administrador Apostólico para lucrar la indulgencia en la Basílica: será cada 28 de marzo, día del nacimiento de la Santa. Recordamos que, además de este día (que debe designar el propio obispo), se podrá lucrar la indulgencia plenaria en la Basílica de Santa Teresa de Jesús en estas fechas:

  • en el día del aniversario de la Dedicación de la Basílica (27 de agosto)
  • el día de la celebración litúrgica titular (15 de octubre: fiesta de Santa Teresa)
  • en la solemnidad de los Santos  Apóstoles Pedro y Pablo (29 de junio)
  • en el día del aniversario de la elección del Papa
  • una vez al año en el día establecido por el Ordinario del lugar: como indicamos, en este caso, el día designado el Administrador Apostólico será el 28 de marzo, día del nacimiento de la Santa.
  • un día al año a libre elección de cada fiel

“Es tiempo de caminar. Podéis ir en paz”. Con estas palabras de la propia Santa Teresa concluía Mons. Gil Tamayo, justo después de pedir a los fieles que rezaran por él (“porque lo voy a necesitar”) para su nuevo destino episcopal como Arzobispo Coadjutor de Granada.

Escudo de la nueva Basílica