En el día en que se celebra la institución de la Eucaristía, la Catedral se volvía a llenar de fieles. Un día en que se conmemoraba el primer Jueves Santo de la Historia, “en el que el Señor se dispone a recordar la liberación del pueblo de Israel, pero le da un significado nuevo”.
Así lo expresaba nuestro Obispo, en una homilía en la que recordó la centralidad de la Eucaristía para la vida cristiana. Algo que debemos valorar más, “ya que nos hemos acostumbrado y vemos como normal lo extraordinario. Que tengamos a Dios con nosotros y sea nuestro alimento es algo sumamente importante para nuestras vidas”.
“No en vano, Santa Teresa nos decía que la acción de gracias en la Misa es el mejor momento para hacer negocios con Dios, porque está a nuestro lado, cabe sí, decía ella”, continuaba Mons. Gil Tamayo, quien insistía en poner la Eucaristía aún más en el centro de nuestras vidas. “Estos días nos acercamos mucho a las imágenes, pero poco a la Misa. Hemos de acudir a ella. No como una obligación, sino como un verdadero encuentro con el Señor. La necesitamos cuando nuestra vida cristiana está a veces a medio gas, con tibieza, porque no comulgamos. La Eucaristía es alimento, nos llena de Cristo”.
“En cada Eucaristía estamos masticando la resurrección, porque sentimos esa presencia de Cristo resucitado. Ahora llevaremos las formas consagradas al Monumento. No lo llevamos a un sepulcro. No lo velamos porque no está muerto, sino resucitado y presente con nosotros. Que este Jueves Santo saquemos como enseñanza ese agradecimiento al Señor por haberse quedado a nuestro lado”.
Asimismo. el obispo ha pedido a los fieles que recen “por nuestros curas, muchos de ellos mayores, de 89, 90 años, entregados al pueblo hasta la extenuación. Es cierto que tenemos debilidades. También los Apóstoles las tenían, los Evangelios no lo escondían y Cristo les perdona. Y nosotros también las tenemos, y hemos de pedir perdón por ellas, algunas my graves, y que manchan la institución del sacerdocio. Pero no extendamos esa mancha a todos por igual”.
Mons. Gil Tamayo terminaba recordando asimismo cómo el Jueves Santo es el día en el que Cristo instituye el mandamiento del Amor Fraterno. “En la Última Cena, Jesús nos muestra el abajamiento a los pies de los Discípulos. Asumamos esta l´´ogica de Cristo, que sin dejar su divinidad, se hace uno de nosotros. Vivamos intensamente el amor fraterno. Es el mejor argumentario cristiano que podemos ofrecer. Cuántas obras se han hecho en favor de los más necesitados. Este será el temario del juicio final, cuando, en palabras de nuestro San Juan de la Cruz, nos examinar`´án del amor”.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo González de Vega)