Acudir a la Eucaristía “con hambre de Cristo”

Reserva del Santísimo en el Monumento de la capilla de San Segundo, al término de la Misa en la Cena del Señor

“El año pasado estaba ingresado y no podía celebrar, pero sí leía los textos de la Misa. En esos momentos, ponía mi vida en las manos del Señor, como tantos enfermos. Y me acordaba del sufrimiento en el centro mismo del sufrimiento de nuestra provincia. Hoy le doy gracias a Dios por poder celebrar en este Jueves Santo”.

Así ha comenzado su homilía Mons. Gil Tamayo en la Misa en la Cena del Señor. Un día en el que se celebra la institución de la Eucaristía, en la que Cristo se queda por siempre con nosotros. “Su presencia eucarística nos conforta, nos hace saborear su amor por nosotros”. 

En la Eucaristía, explicaba nuestro obispo, nos alimentamos de la Palabra de Dios que ilumina nuestras vidas, nuestras realidades concretas. Por eso, asegura, “la Eucaristía es vital para los cristianos. Actualiza el sacrificio de vida de Jesús”, a la que hay que acudir “con hambre de Cristo”, sin rutina.

Y esa presencia de Cristo merece por nuestra parte un signo de adoración. En este sentido, se preguntaba el prelado abulense por qué se ha perdido la costumbre de ponerse de rodillas durante la Misa. “Es una expresión de adoración a Dios. Como lo son nuestros Monumentos, que no son un velatorio: en ellos está Cristo vivo, y por eso la Iglesia le rinde una especial adoración”. Y recordaba en este sentido que la diócesis cuenta con una capilla de Adoración Perpetua, donde se puede realizar este signo de respeto y reconocimiento al Señor.

Asimismo, destacaba la Eucaristía como el momento perfecto “para tratar negocios con Dios”, como decía Santa Teresa. “La Eucaristía debe ser esa explosión de agradecimiento por tantas maravillas de Dios. ¡Tenemos tantos motivos para dar gracias a Dios! Es el momento también para pedir perdón por nuestros pecados. Pedimos por tantas necesidades… Es el mejor momento para pedir”.

No podía olvidarse tampoco Mons. Gil Tamayo de que este día Cristo nos regaló el mandamiento del amor. En este sentido, pedía repensar la caridad, como expresión máxima de ese amor de Dios. “No es la ropa usada o la beneficencia: es el amor sacrificado, el amor más profundo porque se olvida de sí mismo. Desmenucemos la caridad llevándola a nuestra vida concreta”.

La Eucaristía ha continuado de forma habitual, con una petición especial por los enfermos de COVID, especialmente los que están en las UCI, por los fallecidos y sus familiares, y por todo el personal sanitario. Por otro lado, debido a las normas sanitarias y a las medidas de prevención, no se ha realizado el tradicional acto del lavatorio de los pies, que recuerda al gesto de humillación y servicio que realizó Cristo en la Última Cena.

Al concluir la misma, se ha realizado la Reserva del Cuerpo de Cristo desde el altar mayor hasta la Capilla de San Segundo, donde se ha instalado el Monumento. Allí permanecerá reservada la Eucaristía para ser repartida mañana, Viernes Santo, en la conmemoración de la Pasión de Cristo. En esta ocasión, se ha realizado el traslado sin palio, para poder guardar las necesarias distancias sanitarias, y acompañado siempre de los fieles, que han mantenido respetuosamente en todo momento esa necesaria distancia entre ellos.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN DE JUEVES SANTO