Ordenación de diácono del seminarista Rafael Sánchez Andreu

La diócesis de Ávila se alegra de anunciar la próxima ordenación de diácono del seminarista Rafael Sánchez Andreu (24 años) el próximo domingo 29 de noviembre, primero domingo de Adviento. La S.A.I. Catedral del Salvador acogerá desde las 17:30 hs esta celebración, que estará presidida por el Obispo de Ávila, Mons. José María Gil Tamayo, y que contará con todas las medidas de prevención contra la COVID. Asimismo, recordamos que el aforo de la Catedral es de un 50%. Con este motivo, y con el interés de que todos los fieles puedan seguir la celebración, ésta será retransmitida en directo a través del canal de Youtube de la Diócesis de Ávila.

Nació en Zaragoza, pero por el trabajo de sus padres, se mudó bien pequeño a Ávila, donde ha pasado toda su vida. En la tierra de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, Rafa pudo profundizar en su camino de fe, hasta decidir entrar en el Seminario Diocesano, donde ha estudiado siete años. Ahora se muestra “muy ilusionado” por su próxima ordenación, que supondrá un paso hacia adelante para servir a la Iglesia diocesana de Ávila.

Según nos cuenta, su vocación empieza a surgir en un momento muy especial: la JMJ de Madrid 2011. “A raíz de ella se formó un grupo de jóvenes, en el que yo participaba, y en el que intentábamos vivir más intensamente nuestra fe. También comencé a asistir a las reuniones del “Seminario en familia” (ese primer contacto con el Seminario para los adolescentes), y allí me ayudaban a discernir esa llamada del Señor que yo había comenzado a tener”.

En esos primeros pasos de discernimiento, muchas son las personas que han marcado la vida vocacional de Rafa. Recuerda especialmente a las hermanas Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, “y el cura que llevaba ese grupo de jóvenes, que era D. Jorge Zazo”. “Pero en general han sido muchas las personas que me han acompañado en estos años, que me han ayudado a fortalecer mi fe y me han hecho descubrir la llamada del Señor: amigos, familia, y mucha gente que he conocido a lo largo de los años en el Seminario. Allí se fragua esta llamada viendo justamente lo que el Señor quiere de mí”.

Ahora, a partir del domingo, su vida de entrega a la Iglesia comienza una etapa nueva, sobre la que prefiere no hacer muchos planes. “He aprendido siempre a dejarse sorprender. Porque uno puede tener las cosas muy claras y de repente se le mueven y tiene que adaptarse a la nueva realidad”.

Lo que sí tiene claro es que la esencia del diaconado reside tanto en el servicio como en la predicación. “Así que lo que espero como diácono es poder dar la talla en estos dos aspectos tan importantes, que abarcan buena parte de la realidad: la Palabra de Dios, y el servicio y la caridad especialmente a los más necesitados”.

LA FIGURA DEL DIÁCONO

El sacramento del Orden tiene tres grados: episcopado, presbiterado (el presbítero es a quien denominamos comúnmente “sacerdote”) y diaconado. El diácono ha recibido el sacramento del Orden, pero no es propiamente un sacerdote, y no tiene determinadas potestades sacerdotales, como son la celebración de ciertos Sacramentos (Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Confirmación). Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. El sacramento del Orden los marcó con un sello (“carácter”) que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo “diácono”, es decir, el servidor de todos. Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al Obispo y a los presbíteros en la celebración de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad. 

En cuanto al vestido, hay que tener en cuenta que un diácono es un clérigo, por lo que le corresponde vestir como tal. En las ceremonias litúrgicas, el diácono utiliza un alba y una estola colocada de forma diagonal, para distinguirla de la forma en la que se colocan la estola los sacerdotes. Además, el diácono llevará en ocasiones una pieza particular en lugar de la casulla (ésta se reserva al sacerdote), llamada dalmática.