“Voy a hablaros con el corazón”. Así comenzaba la homilía de D. José María esta mañana en el trancurso de la Misa para celebrar la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y la Jornada de Oración por la santificación de los Sacerdotes. Una Eucaristía a la que ha asistido una buena parte del presbiterio abulense, y que ha servido tanto para bendecir los óleos y consagrar el Crisma, como para la renovación de las promesas sacerdotales. Algo que suele realizarse en la Misa Crismal, pero que este año no había podido llevarse a cabo debido a la crisis sanitaria que obligó a cancelar las celebraciones de Semana Santa.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LA MISA EN LA SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN
Una celebración en la que se han tenido en cuenta todas las medidas de seguridad necesarias, tanto de distanciamiento, como de uso de mascarillas. Pero también, siguiendo el guión litúrgico cada sacerdote con su propio teléfono móvil, evitando así el uso de papeles y minimizando el riesgo de contagio.
“Gracias, hermanos sacerdotes, porque os he sentido como mi familia”, se mostraba agradecido nuestro Obispo. Un agradecimiento también por el servicio que todos los sacerdotes han realizado al pueblo de Dios “en estas circunstancias tan especiales”.
Unas citcunstancias en las que a la humanidad se le han caído todos sus esquemas de poder. “Todo se ha venido abajo. Hemos recuperado la conciencia de nuestra finitud. Porque hemos visto que nos podemos ir en cualquier momento, y este obispo os lo dice con conocimiento de causa”, confesaba D. José María. Un mundo en el que “no podemos conformarnos con números fríos, con asistir a la catalogación de quien es útil y quien es desechable a la hora de atenderles, del descarte de los más pobres”. Un mundo en el que, sin embargo, vemos “la mano tendida del que ayuda, del enfermero para cuidar enfermos hasta la extenuación, aunque hubiera terminado su jornada de trabajo, del trabajador de la administración, que se desvive en su trabajo para ayudar a salvar vidas; del farmacéutico, del voluntario, de vosotros, sacerdotes; de quienes trabajan por proporcionar servicios esenciales. Podíamos seguir así hasta completar una Letanía de buenas obras. Y es que todos ellos han desafiado al miedo para tender la mano. Hay muchos Santos de la puerta de al lado. Esto nos tiene que dar esperanza. Nos tiene que ayudar a no dejarnos invadir por la tristeza y el pesimismo, a no dejarnos arrastrar por la confrontación”. Unas palabras de nuestro Obispo que hacían además referencia al mensaje de la Jornada Mundial de los Pobres que acaba de publicar el Papa Francisco, y en el que habla de una nueva normalidad basada en la solidaridad, y en la necesidad de salir del pesimismo para centrarnos en estos gestos de esperanza.
Sobre el ministerio sacerdotal, D. José María hablaba una vez más de unión, de comunión. “La nuestra no es una profesión, un sindicato. Vamos a recuperar el sentido evangélico de lo que es la Iglesia, que no hagamos la distinción entre jerarquía y base, sino comunión. Dejemos las lógicas de poder, porque no van con nosotros. Así seremos nosotros verdaderos administradores de los misterios de Dios. Yo no soy el patrón. Estoy aquí porque el Señor me ha escogido. Mi lógica no es la de fastidiar la vida a nadie, sino la de servir. Algo que he escogido además como lema episcopal. Tenéis que ayudarme a cumplirlo. Todos somos colaboradores, debemos confirmar nuestra unión como iglesia diocesana, y de nosotros con la cabeza de la Iglesia.”.
“No somos nada (lo he comprobado cuando he visto de cerca la muerte). Así que unámono msás fuerte a Cristo, configurémonos con Cristo, como repetiremos en nuestras promesas sacerdotales que vamos a renovar”, continuaba el Obispo, quien terminaba confesando dos preocupaciones que tienen actualmente presentes: “la primera, las dificultades que nuestro pueblo puede sufrir por la enfermedad y la pobreza. Por eso, hemos de redoblar todos los esfuerzos de la caridad para poder atender a todos cuantos nos necesiten. La colecta de hoy se destinará a Cáritas, pero también es necesario que lo animemos en nuestras parroquias a nuestros fieles”.
“La segunda preocupación son las vocaciones. Os anuncio que el 13 de septiembre será la ordenación sacerdotal de Javier calvo, y el 27 de junio la ordenación de diácono del carmelita Luis Carlos en la Santa. Pero tenemos que espabilarnos, ser vocantes. Orar. Sin agobios ni angustias, pero teniendo esta intención presente, poner esta oración en nuestras intenciones cada jueves en la Liturgia de las Horas”.
Terminaba D. José María de nuevo confesando que tenía ganas “de abriros mi corazón”, en una celebración en la que se notaba la felicidad de los sacerdotes por estar de nuevo con su Obispo tras su convalecencia por COVID-19, y en la que se ha tenido muy presente a los enfermos y fallecidos por este virus, especialmente en el momento de bendecir el óleo que se ha destinado en no pocas veces al Sacramento de la Unción.
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