Hoy queremos acercarnos a saber cómo están viviendo esta cuarentena forzosa en lo que hemos llamado muchas veces “la gran obra social de la diócesis”. Nos referimos al Centro diocesano de Educación Especial “Santa Teresa”. O, como muchos lo conocen ya, La Casa Grande de Martiherrero.
Allí se guarda también este aislamiento, con los chicos en “su casa”, y los trabajadores dando lo mejor de sí para atenderles con una sonrisa, con entrega y cariño. Como nos cuenta a través de una carta su directora, Pura Alarcón, “todos estamos recluidos, refugiados mucho tiempo en nuestras casas, menos eufóricos y más pensativos, con mucho tiempo para reflexionar sobre el pasado, presente y futuro. Algunos estamos acompañados, aunque no por todas las personas que quisiéramos. Otros están solos físicamente, pero gracias a las tecnologías actuales pueden mitigar ese sentimiento de soledad. Hoy se echan de menos los abrazos, besos, caricias…, en definitiva el contacto físico, todos esos signos y actitudes que los teníamos “per se”, o por sí mismo”.
Si es complicado que las personas que se consideran “normales” acepten esta nueva realidad, quizá pienses que será difícil convencer de la nueva vida a estas personas. “Mi respuesta es NO. – explica Pura – Lo que ha sido difícil es organizar una Casa tan Grande para que no haya caos y para marcar nuevas pautas en tan poco tiempo. Estamos haciendo un trabajo exhaustivo pero muy profesional y con muchas, muchas dificultades y limitaciones”.
Lo mejor de las crisis, como la que estamos padeciendo, es ver la grandeza de la humanidad. Porque cuando te rodea la adversidad es cuando más aflora “lo bueno” de las personas. “Somos una plantilla grande, muy grande, de la cual siempre ha estado contenta esta dirección. Sé que tienen profesionalidad pero lo que siempre encontré, y sigo encontrando, en la inmensa mayoría de ellos, es una actitud positiva y voluntaria ante todo tipo de situaciones que se presentan y que pudieran restar cosas básicas de la vida de nuestros chicos. Tener este tipo de plantilla de trabajadores en una empresa es lo que más vale y lo que de verdad la resalta y dignifica dentro de una sociedad. Contar con profesionales que se esfuerzan y salen de su zona de confort para que “sus chicos” noten poco este mal momento, dice “todo” de cómo son como personas. Nuestros chicos están con quien mejor podían estar, con los que mejor les conocen y con personas que les quieren tanto…, que aunque ahora no haya besos ni abrazos, solo con la mirada intercambiada, sienten ese cariño que va más allá del roce físico”.
En cuanto a las personas que viven en esta Casa, Pura se muestra emocionada por su respuesta ante la dificultad: “¡Cuántas lecciones de vida dan! Cuando esta sociedad vivía bien, sin grandes esfuerzos, sin valorar la disciplina, sin soñar con la normalidad de vida porque eso creíamos que era algo que nos pertenecía por derecho, cuando casi nadie se acordaba y mucho menos ponía en valor a las personas con poca visibilidad, como son las que tienen discapacidad intelectual, cuando todo esto ocurría…, las personas que viven en esta Casa Grande, su casa, ya conocían las palabras adversidad, soledad, disciplina, esfuerzo, monotonía, dolor, generosidad, solidaridad, empatía, obedecer, empezar de nuevo…, sobre todo valoraban la palabra “nosotros”, dejando a un lado la palabra “yo”. Puede decir que ahora, en estos momentos nos han adelantado y nos están dando una lección. Los jóvenes y adolescentes añoran salidas a la calle, nuestros chicos están donde les dicen sin protestar, aunque aún se les quiten más cosas y más salidas de las pocas que ya tenían”.
¿Están asustados? Realmente no. “Están expectantes, saben lo que pasa y a lo que nos enfrentamos y, por eso, algunos de ellos preguntan y quieren saber cómo pueden ayudar”.
Mientras tanto, la vida en La Casa Grande pretende seguir con la mayor normalidad posible, dentro de las circunstancias. Los chicos participan en numerosos actividades de ocio que ayudan a un buen ambiente entre todos. También están solidarizandose, como el resto de los españoles, con dibujos, videos y acciones de motivación y agradecimiento.
Termina la directora del centro su misiva con una petición a las familias y amigos de los chicos de La Casa Grande. “Os pido que vayáis de frente con nosotros, sin dobleces y en la misma línea; ahora más que nunca debemos caminar juntos, tenemos un objetivo común: nuestros chicos que son vuestros chicos. Tened claro que están con los mejores profesionales y que siguen viviendo en su “Casa”, en la de siempre. Para los chicos que están con vosotros desde hace unos días, les mandamos un abrazo y que les añoramos mucho. Ojalá seáis capaces de no entrar en miedos y pánicos, esa actitud no conduce a ninguna parte”.