Apuntes desde la fe: “Santa Teresa: Contemplación y acción”

Aunque nuestra santa Teresa de Jesús está de mil maneras presente en la vida de los abulenses a lo largo de todo el año, su figura y legado se hace especialmente vivo y actual en su fiesta cada 15 de octubre.

Para nosotros La Santa no es sólo un motivo para las celebraciones festivas que rompan la monotonía de los días ordinarios y nos dé paso a un nuevo curso laboral. Es mucho más, pues tan rica es su personalidad humana y cristiana, y tan abundante en contenido y belleza los escritos y enseñanza de la primera Doctora de la Iglesia, que siempre podemos extraer luces para nuestra vida presente con las que alumbrar las situaciones concretas, personales y colectivas, con las que nos encontramos.

Imagen de Santa Teresa de Jesús (Ávila), obra de Gregorio Fernández

En este sentido, al comenzar este mes recordaba en mi carta a los diocesanos abulenses el consejo de Santa Teresa de “en tiempos recios -y los nuestros no lo son menos que los suyos- son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos”  (Vida, 15,5), y tomaba pie de él para motivarnos todos a ser más inconformistas con nuestro nivel de vida cristiana y con el estados de carencias sociales que percibimos a nuestro alrededor, que afectan sobre todo a los más pobres y reflejan también una marginación territorial innegable a la que hemos de hacer frente entre todos.

Para ello proponía que, a ejemplo del inconformismo de santa Teresa, procedamos primero a reformarnos nosotros mismos y crecer en virtud y en santidad para hacerlo después en las instituciones sociales de todo tipo y lograr así la sociedad más justa y próspera, que tanto necesitamos.

En esta ocasión quiero extraer del legado de nuestra Santa algo que considero esencial hoy y que completa lo anterior, ya que no solo necesitamos medios de vida sino también razones por la que vivir, y es la reivindicación de los valores espirituales, de Dios mismo en definitiva, tan eclipsados o silenciados por la indiferencia de la cultura secularista actual.

Ante esta situación no caben añoranzas ni quejas paralizantes y pesimistas, sino recuperar lo mejor de nuestra herencia religiosa, de nuestros valores espirituales o trascendentes, que personifica santa Teresa de Jesús y que nos recordaba de forma sintética el Papa emérito Benedicto XVI en una alocución referida precisamente a nuestra santa universal:  “En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, santa Teresa nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción; nos enseña a sentir realmente esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con él y de ser sus amigos. Esta es la amistad que todos necesitamos y que debemos buscar de nuevo, día tras día. Que el ejemplo de esta santa, profundamente contemplativa y eficazmente activa, nos impulse también a nosotros a dedicar cada día el tiempo adecuado a la oración, a esta apertura hacia Dios, a este camino para buscar a Dios, para verlo, para encontrar su amistad y así la verdadera vida” (Catequesis, 2.2.2011).

Y con la recuperación o fortalecimiento de la presencia de Dios, de los valores espirituales, de la búsqueda de la santidad, el primer beneficiado será el propio hombre y con él la entera sociedad con el efecto benéfico de un verdadero y sólido fundamento moral en los comportamientos y de tantas obras buenas en favor de la persona, especialmente de los más desvalidos, nacidas del hecho religioso. Por esto junto a la reivindicación de Dios está la del hombre, la opción por los más pobres. Una opción que nace de la inseparabilidad cristiana del amor a Dios y al prójimo y que nos ha de llevar a reconocer en el otro, al mismo Cristo (cfr. Mt 25, 31-46), el tocar su carne en el hermano necesitado.

Qué bien lo recordaba el Papa Francisco en su Mensaje a nuestro obispo emérito, D. Jesús García Burillo, con motivo del V Centenario del Nacimiento de santa Teresa de Jesús al hablarnos de la actualidad del legado que hemos recibido de ella: “Nada de esto ha perdido su vigencia. Contemplación y acción siguen siendo su legado para los cristianos del siglo XXI. Por eso, cuánto me gustaría que pudiéramos hablar con ella, tenerla delante  y  preguntarle  tantas  cosas. Siglos  después, su  testimonio  y sus palabras nos alientan a todos a adentrarnos en  nuestro castillo  interior  y a salir  fuera, a  «hacerse espaldas unos a otros… para ir adelante» (Vida 7, 22). Sí, entrar en Dios y salir con su amor a servir a los  hermanos.  A esto  «convida  el  Señor  a  todos» (Camino 19,15), sea cual  sea nuestra condición y el lugar que ocupemos en la Iglesia (cf. Camino 5,5)”.

“Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan”, sentencia el Papa Francisco (Evangelii Gaudium, 262). Vayamos pues con Dios y pasemos de la contemplación a la acción, de la oración al testimonio y compromiso cristiano que nos cambia y mejora la sociedad. “A Dios rogando y con el mazo dando” de nuestro refranero.

Con mi bendición y afecto,

+ José María Gil Tamayo, Obispo de Ávila