Carta de nuestro obispo: “La Iglesia diocesana, nuestra FAMILIA en la fe”

El Día de la Iglesia Diocesana nos invita cada año a concienciarnos de nuestra pertenencia dentro de la Iglesia católica a una comunidad concreta, a nuestra Iglesia local, en nuestro caso la diócesis de Ávila. Para ayudarnos a ello nos propone un lema que en esta ocasión sigue siendo “Somos una gran familia contigo”.

No está de más insistir en la vivencia comunitaria – ¡familiar! – de la fe, máxime cuando en nuestro tiempo uno de los peligros que acecha a los cristianos en la tentación de un cierto individualismo ambiental que nos aísla y nos priva de los beneficios de la plena vivencia comunitaria de la fe, al considerarla erróneamente como una mera cuestión privada.

El papa Francisco denuncia el egoísmo actual y señala, al hablar de la sociedad de consumo en que estamos inmersos, que “se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe, La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera” (Evangelii gaudium, n. 54)

También nos recuerda que “en la Iglesia la savia vital es el amor de Dios que se realiza en amarle a Él y a los demás, a todos, sin distinción ni mesura. La Iglesia es una familia en la que se ama y se es amado” (Audiencia general 29.V.2013).

Ciertamente el acto de fe es algo personal, en el que, ayudados por la gracia divina, cada uno hemos de ofrecer nuestra adhesión a Dios, pero también e inseparablemente “creer es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 181).

En consecuencia, nos viene como anillo al dedo el objetivo que este año nos propone la campaña del Día de la Iglesia Diocesana de sentir la Iglesia como nuestra familia de la fe, ya sea en la parroquia de nuestro pueblo o barrio, ya en la asociación, cofradía o movimiento apostólico al que pertenecemos: en la misa dominical, en la oración en común, en la catequesis, en el apostolado y en las obras sociales y caritativas. Y si la sentimos así percibiremos, como en cualquier familia, la necesidad de arrimar el hombro, de sacarla adelante con nuestra colaboración personal y contribuir también a su sostenimiento económico. Se trata de “ayudar a la Iglesia en sus necesidades”, como aprendimos en el Catecismo. Hagámoslo así, en nuestra diócesis de Ávila, donde nos conocemos y tratamos todos.

Como enseñó el recordado san Juan Pablo II, el papa que visitó Ávila, se trata, en definitiva, de “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: este es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas el mundo” (Novo millenio ineunte, n. 43). Hagámoslo aquí y ahora en nuestra Iglesia diocesana de Ávila, nuestra familia en la fe.

 

+ José María Gil Tamayo, obispo de Ávila