«Todos podemos ser santos»: mensaje de Mons. Rico para este 1 de noviembre

Con motivo de la solemnidad de Todos los Santos, el obispo de Ávila, Mons. Jesús Rico, ha dirigido un mensaje a los fieles en el que recuerda que esta fiesta es una invitación a vivir con alegría la vocación universal a la santidad. “La Iglesia celebra con gozo la santidad de todos los santos, canonizados y anónimos”, señala el prelado, destacando que son “personas bienaventuradas que, al confiar en toda circunstancia en Dios, han sido y son auténticos discípulos de Cristo Jesús”.

Mons. Rico recuerda las palabras del Papa Francisco en la exhortación Gaudete et Exsultate (2018), en la que el Santo Padre anima a todos los bautizados a descubrir que la santidad no es algo reservado a unos pocos, sino “una llamada para todos los hijos de Dios”. En este sentido, el obispo subraya que “todos los bautizados somos hijos de Dios y partícipes de su naturaleza divina, y por esto realmente santos”.

Para el pastor de la diócesis abulense, esta celebración es también “un reconocimiento de la santidad de la Iglesia”, que se manifiesta en los frutos de la gracia que el Espíritu Santo produce de múltiples formas en los fieles. Y señala que nada ayuda tanto a entender esta llamada como las palabras de Jesús en las Bienaventuranzas, proclamadas en el Evangelio de este día: “Son como el carné de identidad del cristiano. En ellas se dibuja el rostro del Maestro que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas”.

Mons. Rico advierte que seguir el camino de las Bienaventuranzas “va a contracorriente” de lo que propone la sociedad actual, y que “solo es posible vivirlo si el Espíritu Santo nos libera de la debilidad del egoísmo y del orgullo”. Por ello, invita a los fieles a dar gracias a Dios por el anhelo de buscarle, por el deseo de ser justos y pacíficos, y por el testimonio de tantos hombres y mujeres que han sido ejemplo de vida cristiana.

Finalmente, el obispo recuerda que Cristo es el modelo perfecto de santidad: “Él es el santo por excelencia, el verdadero pobre de espíritu, el manso, el limpio de corazón, el perseguido por causa de la justicia”. Y anima a los creyentes a ponerse en camino tras sus huellas, confiando plenamente en su gracia.