
La Catedral del Salvador ha acogido este miércoles una de las celebraciones más multitudinarias de los últimos años con motivo de la solemnidad de Santa Teresa de Jesús, patrona de la diócesis y doctora de la Iglesia. Más de 1.200 personas llenaron el templo catedralicio en una Eucaristía presidida por Mons. Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sínodo de los Obispos, que quiso compartir con los abulenses esta jornada tan significativa. Junto a él en el altar, el obispo de Ávila (que además cumplía hoy años), el cardenal Blázquez y gran parte del presbiterio abulense. Asimismo ha concelebrado el Padre Francisco Sánchez Oreja, OCD, provincial de la Orden del Carmelo, así como numerosos carmelitas (entre ellos el prior del convento de La Santa, y el rector de la Basílica de Santa Teresa).

Numerosas autoridades civiles, militares y académicas se sumaron a la celebración, en la que también participaron representantes de distintas comunidades religiosas y movimientos laicales de la diócesis.
En sus palabras de bienvenida, el obispo de Ávila, Mons. Jesús Rico, invitó a mirar a la Santa como “una excelente guía en este camino de fe” con el que la diócesis inicia su nuevo curso pastoral. Recordó que la Iglesia está llamada a “construir puentes dialogando, siempre abierta a recibir con los brazos abiertos a todos aquellos que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, diálogo y amor”.
Mons. Rico subrayó que Santa Teresa “nos invita a poner en el centro de nuestro corazón a Jesucristo, el Señor de todo y de todos”, y recordó la importancia de la oración como “la puerta para entrar en nuestro castillo interior”. Animó a los fieles a hacer suya la conocida plegaria teresiana —Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda…— y a ser “testigos alegres de la fe que profesamos en medio de nuestros ambientes”.
El obispo concluyó su saludo invitando a los presentes a vivir la Eucaristía “ensanchando el corazón y confiando plenamente en Dios, como hizo la Santa, porque —como ella decía— no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho”.
“La verdadera renovación cristiana solo será posible si nos dejamos transformar por Cristo”
El subsecretario del Sínodo ha asegurado nada más comenzar la homilía que el Papa “os lleva en el corazón”, y ha subrayado que “conoce bien” esta tierra, “en la que ha estado en varias ocasiones”. Con estas palabras ha transmitido el “afectuoso saludo” que León XIV le hizo llegar al saber que sería él quien presidiría la Eucaristía en la fiesta de Santa Teresa, en Ávila. Además, ha añadido una petición especial: “Os pide vuestras oraciones y apoyo en este ministerio”. Un ruego que ha querido reiterar al finalizar la celebración eucarística, recordando: “No os olvidéis de orar por el Papa; debemos sostenerle en su misión”.
Durante su homilía, Mons. Luis Marín expresó su alegría por poder celebrar esta solemnidad “como comunidad cristiana reunida en la Catedral de Ávila”, recordando que toda la Iglesia lleva en el corazón a esta diócesis “tan vinculada a la figura de Santa Teresa de Jesús”.
Mons. Marín reflexionó sobre la sabiduría verdadera, apoyándose en el libro del Eclesiástico, que “solo alcanzan quienes temen al Señor y observan su ley”. Desde esa sabiduría, explicó, nace la auténtica felicidad y la santidad a la que todos estamos llamados: “Todos los que creemos en Cristo, cualquiera que sea nuestra condición o estado de vida, estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor”.
Subrayó que la santidad no es una meta reservada a unos pocos, sino una vocación universal, posible solo desde la humildad: “Solo el humilde puede entender las cosas de Dios y hacer su voluntad. No son los sabios y entendidos del mundo quienes descubren los misterios del Reino, sino los pequeños, los sencillos, los que viven con el corazón abierto”.
El prelado presentó a Santa Teresa como un ejemplo luminoso de este camino de santidad: una mujer apasionada por Cristo, “que vivió identificada con Él, hasta hacer del amor el centro de toda su existencia”. Invitó a los fieles a preguntarse, con sinceridad, “cómo es nuestro amor a Cristo: si es un amor apasionado, vital y concreto, que se traduce en obras y en entrega”.
Mons. Marín recordó las palabras de la Santa —no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho— y las aplicó al presente de la Iglesia: “Estamos llamados a mirar la realidad con ojos nuevos, a ser ciudadanos de otra patria, testigos de un mundo nuevo. Esto requiere confianza, valentía y, sobre todo, mucho amor”.
El subsecretario del Sínodo animó a los cristianos a no tener miedo al cambio ni a la renovación, siguiendo el ejemplo de la reformadora abulense: “Santa Teresa supo cambiar permaneciendo firmemente en las manos de Dios. No temamos la renovación, que comienza con la conversión personal. Conocer a Cristo no es un ejercicio intelectual, sino una experiencia viva y transformadora”.
En este sentido, insistió en superar el pesimismo que a veces invade al creyente: “El cristiano no puede ser pesimista, porque vive en la esperanza. La fe en Cristo marca un antes y un después; nos saca de nuestras comodidades y nos impulsa a un compromiso evangelizador basado en una profunda vida espiritual”.
Mons. Marín invitó a los fieles a mirar el ejemplo de la Santa como actual y cercano: “Santa Teresa tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de hoy. Nos habla de Dios y nos enseña que la vida cotidiana, con sus rutinas y dificultades, puede transformarse en un verdadero camino de perfección”.
En este Año Jubilar dedicado a la Esperanza, destacó su testimonio de mujer valiente, firme en su determinación de seguir siempre la voluntad de Dios: “Nos anima a no detenernos en el camino, a pelear como fuertes hasta alcanzar la meta”.
El prelado concluyó su homilía invitando a vivir con entusiasmo, esperanza y comunión eclesial: “No estamos solos. Nos acompañan tantos hermanos que nos han precedido en la fe. La Iglesia es nuestra familia, reunida en Cristo y con Cristo. Cultivemos una vida interior sólida, pero siempre abierta al diálogo con el mundo. Solo si renovamos nuestro seguimiento del Señor con fidelidad y amor podremos experimentar una verdadera renovación”.
“Que Santa Teresa de Jesús —dijo al cerrar su predicación— nos proteja, nos ilumine y nos enseñe a mirar siempre el horizonte con esperanza. El futuro de la Iglesia, como el de cada cristiano, pasa por dejarse transformar por Cristo”.
Fe, tradición y alegría en las calles de Ávila
Tras la misa, tuvo lugar la tradicional procesión por las calles del centro de Ávila, con las imágenes de Santa Teresa de Jesús y la Virgen de la Caridad. A lo largo del recorrido, centenares de fieles acompañaron los pasos entre aplausos, en un ambiente de profunda devoción y orgullo abulense.
El buen tiempo favoreció una participación masiva: las calles se llenaron de vecinos y visitantes que quisieron rendir homenaje a la Santa andariega en su día grande. Una vez más, la fe y la tradición se dieron la mano en el corazón de Ávila, en una jornada que volvió a demostrar que el mensaje de Santa Teresa sigue vivo y arraigado en su tierra natal.
Fotos: Gonzalo G. de Vega