Sin luz ni calefacción: las Teresianas del Soto sufren los estragos de las inundaciones en Ávila

Estado actual de la entrada de la casa de ejercicios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús

El viernes 21 de marzo, la zona sur de Ávila capital se despertó bajo el agua. Las fuertes lluvias de las últimas semanas, unido al deshielo de las sierras Serrota y Paramera, propiciaron una crecida del Adaja (afluente del Duero) como nunca antes se había visto. Un caudal que superó ampliamente los 3 metros y medio de altura, con una fuerza de más de 220 metros cúbicos por segundo. La situación a primera hora de la mañana era dantesca: el desbordamiento del río, así como de su afluente, el Chico, dejaron calles anegadas, y bajos de casas y locales completamente inundados. La desolación y la preocupación era palpable.

Una de las zonas más afectadas fue la que rodea al parque fluvial de El Soto, lugar donde se ubica la Casa de Ejercicios de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Las Teresianas de Enrique de Ossó están padeciendo aún hoy, varios días después, los estragos del desbordamiento del río, que entró como una tromba hacia el edificio, llegando a alcanzar 1,70 metros de altura, y anegando toda la huerta y todo el jardín.

Allí, en esta Casa de Ejercicios de las religiosas habían estado de convivencias los días previos más de 300 niños de los colegios que la Compañía tiene por toda España. El viernes tan sólo quedaban 47 niños de Sevilla, junto con sus monitores. Al constatar cómo el agua estaba entrando en la casa, dieron la voz de alarma, y con toda tranquilidad y sin mayores complicaciones, uno a uno fueron desalojados a hombros de policía local, bomberos y protección civil de Ávila, sin que hubiera que lamentar daños personales. Así contaba la experiencia uno de esos monitores, agradecido a la gestión de las Hermanas, así como de los servicios de emergencias abulenses.

Sin embargo, el susto de la evacuación fue tan sólo la punta del iceberg de los problemas que el agua iba a causar a “las Teresianas del Soto” (como las conocemos en Ávila). Esa misma noche, en su jardín, un pino de grandes dimensiones colapsaba contra el muro que rodea dicho jardín y la huerta, rompiendo parte de la estructura del mismo. El agua había podrido las raíces, al igual que ha hecho con otros 8 grandes árboles también caídos durante el fin de semana. Las monjas creen que van a ir cayendo uno tras otro, con el peligro que esto conlleva.

Sin luz ni calefacción

A día de hoy, la situación es bastante compleja para la comunidad de medio centenar de teresianas que allí conviven. El agua del río entró de lleno en la sala de calderas del edificio, dejándolas sin calefacción, sin agua caliente, y sin luz en alguna de sus plantas. Este domingo, tanto el alcalde de Ávila como la concejala de servicios sociales se acercaron a conocer la situación, facilitándoles numerosos calefactores, acumuladores de agua caliente y un grupo electrógeno mientras se consigue subsanar el problema. 

No obstante, se ha procedido al realojamiento, de momento, de 5 de las Hermanas de la comunidad, que ya han sido trasladadas al CITES (el Centro de Interpretación Teresiano Sanjuanista de los Padres Carmelitas en Ávila). Se espera que, en las próximas horas, hagan lo mismo otras 5 Hermanas. Sin embargo, no todas podrán salir de la casa, puesto que sólo en la enfermería hay 35 religiosas dependientes severas, y el resto de la comunidad es bastante mayor (algunas en sillas de ruedas) y tampoco quieren abandonar a sus Hermanas. “Es que son nuestra familia”, nos cuenta una de ellas. “No sé hasta qué punto es bueno que nos vayamos todas las demás, las que no estamos en la enfermería. Porque, aunque tienen a unos gerocultores que les proporcionan las atenciones médicas necesarias, nosotras queremos estar a su lado. No podemos desaparecer todas a la vez, porque además están bastante nerviosas, y no llegan a comprender del todo la magnitud del problema, que va a durar mucho tiempo”.

“Esto va para largo, serán meses los que pasen hasta que todo pueda estar como antes”, nos comenta una de las religiosas, que se muestra agradecida por la ayuda prestada, así como por las numerosas muestras de cariño que están recibiendo tanto por los servicios sociales y los servicios de emergencias, así como por las instituciones de la Iglesia y de la sociedad abulense: “una solidaridad y una cercanía que nos emociona”.