Este lunes ha dado comienzo la formación permanente del clero en la diócesis de Ávila. Pese a las inclemencias del tiempo, muchos sacerdotes se acercaban hasta el Seminario para escuchar a Mons. Luis Argüello, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, quien presentaba los puntos más esenciales de la última encíclica del Papa, que versa sobre la devoción al Sagrado Corazón.
Un texto que pretende «transformar el corazón Iglesia y la sociedad en la que vivimos», y que puede enmarcarse perfectamente en el Jubileo 2025, dedicado a la esperanza: «Esperanza que es el don mismo de Dios, que acogido en el corazón, transforma y nos hace contemplar los brotes como una verdadera siempre del paso del Señor por el tiempo».
A juicio de Mons. Argüello, Dilexit Nos se sitúa en clave de hondura espiritual. «Sale al paso de algunas desviaciones devocionales. Sale al paso de religiosidad ilustrada como enfrentada a la liturgia. Y su intención central es precisamente que el corazón sea capaz de unir los fragmentos de nuestras diversas dimensiones».
En un momento «en el que triunfan propuestas vinculadas a la emoción, es lógico que la Iglesia tenga que recurrir a esa emoción, pero no se puede hacer que sea la única dimensión que predomine». Por eso, es importante una «reconciliación entre fe inteligente, liturgia, la tradición, y que integra el afectus, la sensibilidad, el sentimiento. Necesitamos recuperar la importancia del corazón».
«En nuestro corazón también está el mal», proseguía el arzobispo de Valladolid. «Por eso propone el corazón de Jesús para que de forma al nuestro. El algoritmo y lo que decide el mundo digital muestra que somos predecibles manipulables. No así el corazón».
Asimismo, animó a todos a leer esta encíclica «en clave contemplativa. Para enamorarnos en Cristo y atraer a gente a este enamoramiento».