“La caridad no es una campaña: es una actitud de vida”

Hoy domingo estamos celebrando la Jornada Mundial de los Pobres. Una Jornada que en España se organiza de forma conjunta entre la Conferencia Episcopal Española y Cáritas. Por eso, hemos querido contar con la reflexión del delegado episcopal de Cáritas diocesana de Ávila, Antonio Luis Nicolás.

Porque Cáritas es esa parte de la Iglesia que más en contacto está con la realidad de la pobreza. Una pobreza que en Ávila afecta a un tercio de la población que necesita nuestra ayuda. Sin embargo, Antonio recalca cómo hemos de ser capaces de “reconocer que todos somos pobres. Es cierto que junto a nosotros hay hermanos que nos necesitan, pero también tenemos que poner en la palestra nuestra propia limitación, nuestra pequeñez y nuestra pobreza”.

Y es que muchas veces identificamos la pobreza con la falta de medios materiales, y sin embargo esa pobreza va mucho más allá. “A mí me parece que el mensaje del Papa para esta VIII Jornada Mundial de los Pobres, que se centra en la oración que los pobres elevan con plena confianza a Dios y es escuchada por ese Dios que es Padre, nos sitúa a todos en una situación de igualdad. Unos que tenemos posibilidades, y otros que necesitan de parte de esas posibilidades que tenemos”, apunta.

“La solidaridad no puede ser algo puntual, ni puede ser algo de campaña, ni puede ser algo porque toca”, quiere dejar claro Antonio Luis, quien, recordando la tragedia de la Dana, afirma que, catástrofes como ésta, “vuelve a poner de manifiesto que somos una sociedad solidaria, que Ávila responde. Ya son casi 100.000 euros los que se han recaudado de la campaña extraordinaria para afectados por las graves inundaciones. Junto a eso, la cantidad de donaciones en especie que la gente quería hacer llegar a esas zonas tan devastadas. Eso pone de manifiesto cómo responde el corazón de nuestra gente. También, esa actitud voluntaria de querer estar, de querer participar, de querer ayudar de forma fehaciente”.

Sin embargo, el delegado de Cáritas en Ávila afirma que, ante todo esto, hay que hacer también otra lectura. “Se pone de manifiesto que tenemos que ser una sociedad coordinada, una sociedad madura y responsable donde la pasión es perfecta porque pone el corazón en las manos, pero también hace falta criterio para que no nos veamos como nos estamos viendo: desbordados, con material que no llega, con material que hay que desechar, el no estar atento a la verdadera necesidad de lo que nos están solicitando. Tenemos que optimizar, y para eso hay instituciones, entidades y organismos oficiales que tienen que coordinarnos a todos para que nuestra ayuda sea efectiva”.

Queriendo acercarse al hermano que sufre, Antonio Luis ha estado durante la pasada semana en varios de los puntos más afectados por la Dana, especialmente en Letur (Albacete) y algunos pueblos de Valencia. Allí ha podido comprobar esas nuevas pobrezas de la gente que un día parecía que lo tenía absolutamente todo y de repente se ha quedado sin nada. Una muestra más de la fragilidad de nuestra condición humana. “No hay palabras, no hay cómo explicarlo, no hay cómo entenderlo. La primera visita que hice fue a Letur, por proximidad a Murcia, por proximidad también de algún miembro de mi familia. Me encontré con un pueblo partido por la mitad. En un pueblo pequeñito, apenas alcanza los mil habitantes, la desaparición de gente conocida, el salvajismo de la naturaleza, te deja consternado. Te sale del corazón no dar, sino hacer como la viuda del Evangelio este domingo pasado, darte por entero. Yo me hubiera quedado allí porque poco o mucho algo se hubiera hecho”.

Una pena compartida por Antonio, quien confiesa que, asimismo, vivió cierto sentimiento de orgullo. “Vi al Ejército, vi a la policía, vi a la Guardia Civil, a Protección Civil, vi a los miembros de Caritas de esa parroquia y de Albacete, vi también al párroco que con inmenso dolor enterraba ese día a la segunda persona que había aparecido. Somos algo especial. El ser humano es algo especial. Es decir, la consternación no dejó ni a la sociedad ni a las personas de brazos cruzados. Esa consternación puso a la gente manos a la obra. Entonces, ese dolor compartido, ese sentido de pueblo, esa protección también, a mí me produjo emoción”

“En la zona sur de Valencia, la huerta sur, que ya todos la tenemos más que localizada en el mapa de nuestra mente, vi desolación absoluta. Pero, igualmente, junto a esa desolación, esa corriente de voluntariedad, esa corriente de generosidad, que da un poquito de esperanza en medio de tanta oscuridad. Estamos hablando de los jóvenes siempre con demasiada frivolidad. Pero lo cierto es que han dado una respuesta impresionante. Y eso lo hemos podido ver los miles de voluntarios que se han desplazado desde todo España y fuera de España, a aportar lo poco o lo mucho que se podía hacer”, continúa.

¿Y cómo encontrar consuelo en medio de la dificultad? Con la oración, nos dice el delegado de Cáritas. “Dios está compartiendo el dolor contigo. No busques a Dios fuera del dolor. Dios está compartiendo ese dolor con todos y cada uno. En este caso, desde las personas que no han sufrido, de los identificados, los que viven en esa situación de desconsuelo, pero también de los que estamos participando de alguna manera desde nuestras emociones y desde nuestra solidaridad con esta situación”.

Caridad y solidaridad que debe nacer de la experiencia de la fe, de entregarse al otro, ahora y siempre. Porque la necesidad no se acaba en un día, unas horas, unas semanas. “Esto no es una campaña”, asegura Antonio Luis. “De verdad que las necesidades de nuestros hermanos se van a ir alargando en el tiempo. La solidaridad y el trabajo hay que continuar. Yo confío que así sea”.