Mensaje del Obispo en la fiesta de Santa Teresa

El encuentro con Cristo, la confianza en Dios “sin reservas”, el amor a la Iglesia y la esperanza basada en una “espiritualidad profunda” son los puntos centrales del mensaje que nos hace llegar nuestro obispo Don Jesús con motivo de las fiestas de nuestra patrona, Santa Teresa.

Recordando las palabras del Papa en su mensaje por el centenario del nacimiento de la Santa, y reforzando la idea de la “centralidad del misterio de Cristo”, Mons. Rico apuesta por un encuentro con Dios, al estilo de la propia Teresa, a la que define como “modelo de seguimiento del Señor”. “Hoy ser cristiano no va simplemente con ser español”, recalca el obispo, “sino que va precisamente con una opción libre, personal y en ocasiones muy extraña ya en determinados contextos. Esto significa que, si la experiencia de fe no es fuerte, el cristiano se debilita ya que ha de manifestarse en un mundo donde ser cristiano es algo extraño”.

Anima el prelado a no sentir vergüenza por expresar nuestra fe a los demás, a “no conformarnos con una vida mediocre y sin aspiraciones y a esforzarnos en crecer en una profunda vida de amistad con Cristo, a tomar cada día más conciencia del don inmenso recibido en el bautismo y la confirmación que nos impulsa a llevar el amor de Cristo a nuestros semejantes”. Y nos pide ser “testigos alegres de la fe que profesamos en medio de nuestros ambientes”, porque como la propia Santa Teresa nos decía, ‘no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare amar, eso hacedlo’.

Apoyado en la tan conocida frase teresiana ‘En tiempos recios, amigos fuertes de Dios’, Mons. Rico García aboga por tener una confianza sin fisuras en quien nos acompaña en medio de las dificultades, en los “tiempos duros, para muchos de incertidumbre” que nos ha tocado vivir.

Destaca, asimismo, el amor de Teresa por su Iglesia, que llegó a procesarla en la Inquisición, que quemó sus libros y que la inquirió para ser presa en un convento. Pese a todo, murió en Alba diciendo: ‘Por fin muero, hija de la Iglesia’. Siguiendo este modelo de amor a la Iglesia, el obispo de Ávila apuesta por trabajar el “amor personal a Jesucristo”, sin el cual “el amor a la Iglesia se desdibuja o podemos caer en sectarismos”. No niega el prelado la existencia de “conflictos” en el seno de la Iglesia “que nos hacen sufrir”, pero considera que “no es lo mismo vivirlos desde la condena y la agresividad que desde la preocupación por algo que considero mío”.

Por último, y enlazando con la temática del próximo Año Jubilar dedicado a la esperanza, confirma Mons. Rico la necesidad que tenemos todos de “recuperar nuestra esperanza”, pero advierte de que ésta “solo es posible si recuperamos una espiritualidad profunda que nos haga mirar al mundo con los ojos de Dios, descubriendo todo lo bueno que hay a nuestro lado, valorándolo, pero al mismo tiempo siendo conscientes de lo negativo para transformarlo desde el mensaje del Señor Jesús. ‘La verdad padece, mas no perece’, decía la santa. Si la verdad padece, mas no perece, tenemos motivos para la esperanza”.

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