La diócesis de Ávila comunica con alegría la próxima ordenación diaconal del seminarista Juan José Rodríguez Hernández, que se celebrará el próximo sábado 22 de junio, a las 12 horas, en la S.A.I. Catedral del Salvador, presidida por nuestro obispo Mons. Jesús Rico García. Tras dos años sin celebrar ordenaciones en la diócesis, es un motivo de gozo el saber que, desde este fin de semana, la Iglesia abulense contará con un nuevo diácono.
En este 2024, Juan José va a cumplir 30 años (actualmente aún tiene 29). Es natural de Ávila e hijo único. Realizó todos sus estudios en el colegio diocesano Asunción de Nuestra Señora. “Allí ya sentía la vocación, pero no quería oír la voz de Dios”, confiesa. Por eso, su vida le llevó por otros caminos, y realizó los estudios universitarios de Magisterio de Infantil y Magisterio en Primaria en la Universidad de Salamanca (en el campus de Ávila). En seis años ya había terminado ambas carreras.
Sin embargo, en esos últimos años, aquella llamada resurgió con más fuerza, y fue calando en Juanjo de una manera más profunda, hasta el punto de replantearse toda su vida y su futuro. Por ello, al terminar las dos carreras de Magisterio, decidió ingresar en el Seminario, en el año 2018. En este tiempo, además de seguir formándose humana y espiritualmente y cultivando su vocación sacerdotal, ha realizado los estudios de Bachiller de Teología (2018-2023), y actualmente está realizando la carrera de Licenciatura en Teología práctica, que, si Dios quiere, concluirá el próximo 2025.
En este camino hacia su ordenación como diácono, Juan José realizó el rito de Admisión a órdenes en marzo de 2021, y el de lectorado y acolitado en 2022, ambos con Mons. Gil Tamayo como Obispo. Asimismo, en la actualidad, realiza una etapa de ayuda pastoral en las parroquias del Valle del Tiétar.
La figura del diácono
El sacramento del Orden tiene tres grados: episcopado, presbiterado (el presbítero es a quien denominamos comúnmente “sacerdote”) y diaconado. El diácono ha recibido el sacramento del Orden, pero no es propiamente un sacerdote, y no tiene determinadas potestades sacerdotales, como son la celebración de ciertos Sacramentos (Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Confirmación). Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. El sacramento del Orden los marcó con un sello (“carácter”) que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo “diácono”, es decir, el servidor de todos. Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al Obispo y a los presbíteros en la celebración de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad.
En cuanto al vestido, hay que tener en cuenta que un diácono es un clérigo, por lo que le corresponde vestir como tal. En las ceremonias litúrgicas, el diácono utiliza un alba y una estola colocada de forma diagonal, para distinguirla de la forma en la que se colocan la estola los sacerdotes. Además, el diácono llevará en ocasiones una pieza particular en lugar de la casulla (ésta se reserva al sacerdote), llamada dalmática.