“No podemos hablar, hermanos, de la vida cristiana sin dar sentido a la cruz de la vida. Nadie está exento de la cruz. A veces será el dolor, será la enfermedad, será esa crisis por la que uno pasa, tener que soportar desprecios”. Mons. Rico García hablaba así del Misterio de la Cruz, en el día en que que conmemoramos la Pasión del Señor, “que carga con todos los pecados y nos salva mediante el sufrimiento, siendo Él inocente”.
Un Viernes Santo que comenzaba en silencio, postrados ante el altar desnudo, pero que pronto se convertía en una celebración de exaltación de la Santa Cruz, la forma visible de la redención de nuestros pecados.
GALERÍA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (Fotos: Gonzalo G. de Vega)
Recordando las palabras de Cristo a sus discípulos en el Evangelio (“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame”), el obispo de Ávila ha querido animar a todos a comprender con fe la propia experiencia de la cruz. “No basta con llevar la cruz”, afirmaba. “La novedad cristiana es llevarla como Cristo. Cargar la cruz no es pues una aceptación estoica, sino la actitud de quien lleva el compromiso al extremo. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Jesús, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”.
“Contemplemos al Señor Crucificado”, pedía nuestro Pastor. “Coloquemos nuestras fragilidades, nuestros dolores, nuestras noches oscuras, los dolores de quienes nos rodean y pongámoslos al pie de la cruz”.
Una cruz, un sufrimiento, el que podemos padecer muchos de nosotros a lo largo de nuestra vida, y que en ocasiones no llegamos a comprender, y nos revelamos contra él. Así ocurrió también con Cristo. “La cruz era incomprensible e inaceptable para los seguidores de Jesús. Cuando Jesús le dice que va a Jerusalén y allí será entregado, no quiere aceptarlo. Y entonces Jesús le corrige y le dice: ‘Ponte detrás de mí, Satanás, porque piensas como los hombres pero no como Dios’. Solo colocándonos detrás de Jesús, mirando con los ojos de Jesús, podemos comprender la experiencia de la cruz”.
“Hoy pidamos al Señor que sepamos vivir nuestra fe con coherencia”, pedía Mons. Rico García. “Una fe que se convierta en don generoso. Que el Señor nos dé la luz y la fuerza necesarias para dar sentido a nuestra cruz aprendiendo a transformarla en fuente de amor. Que las actitudes de amor y no de odio, de paz y no de violencia, de perdón y no de ofensa sean quienes dirijan nuestra vida”, concluía su homilía el obispo abulense.
La celebración de Viernes Santo continuaba entonces con la Adoración de la Cruz, y la Comunión de los fieles, con las formas consagradas que habían sido reservadas desde ayer en el Monumento.
Ahora, la Iglesia aguarda en silencio y recogimiento, a la espera de la luz de la Resurrección. Porque la muerte no tiene la última palabra.